SERGIO BARCE
Ed. Círculo Rojo, 2013
Esta es una novela con el formato de thriller psicológico,
que sin embargo lleva insertas algunas
pinceladas mágicas, que introducen una nota onírica, suprasensorial y un punto
de imaginación y fantasía, lo que
constituye, como decía Hitchcock, el MacGuffin,
la excusa para contar una historia. Una historia que en algunos momentos
traspasa la racionalidad de la vigilia para adentrarse en los mundos oníricos
del sueño, la alucinación y roza la locura. De ahí que visite al
psiquiatra y la historia que le cuenta a él es el argumento principal de la
novela.
La narración tiene varios niveles, principalmente dos: lo que
el protagonista, el escritor Elio Vázquez (nombre que, curiosamente, tiene la
misma sonoridad que el del autor, las mismas vocales: Sergio Barce) va contando
en diversas sesiones a su psiquiatra, Moses Semtov, y las conversaciones que
mantiene con este, para tratar de evaluar lo que realmente preocupa a Elio. Entre los relatos que el protagonista cuenta
a su psiquiatra, van incluidos, en distintos niveles, los relatos que otros cuentan al propio Elio:
lo que le revela su padre (Damián Urrua) en los momentos de lucidez; las
conversaciones con la madre (Ágata Vázquez) en sus fantasmales apariciones; lo
que el extraño personaje Arturo Kozer desvelará en momentos más dramáticos. Hay
otros personajes más, que no son lo que parecen, y que a lo largo de la novela
irán mostrando paulatinamente su verdadera faz. Y hay un personaje ausente que
es el verdadero leit-motiv de toda la historia.
Elio Vázquez vive una vida traumática desde que se separó de
su mujer, Lola, sin conseguir entenderse con las otras mujeres con las que va
tratando de emparejarse. Se ha dado a una adicción muy curiosa: colecciona
marcas de cigarrillos, que luego fuma compulsivamente. También se ha habituado
a beber como un cosaco, a llevar una vida muy desordenada y a telefonear cada
dos por tres a su hijo Marco, que no le responde nunca, salvo con la automática
voz del contestador telefónico. Todo ello proporciona un contrapunto hilarante,
humorístico, en una historia que por lo demás va a ser dramática.
Elio acaba de publicar un libro de intriga, El libro de las palabras robadas, y al
presentarlo alguien le acusa de plagio. No tanto de plagiar otra novela, sino
de contar la vida de otro. Y a partir de ahí recibe amenazas, que acaban por
preocuparle. Comienza a tener alucinaciones: su madre, fallecida hace años, se
presenta en forma de aparición, (casi siempre Elio se encuentra en un profundo
estado de ebriedad cuando la visualiza, siempre en el espejo…) y le habla de
cosas de su pasado y de su futuro, incluso le produce una cierta turbación
edípica.
La enfermedad y la subsiguiente muerte de su padre da ocasión
a que este le desvele una serie de historias de su niñez, además, aparecen unas
cartas paternas que corroboran y amplían la información que le da antes de
morir. Todas esas historias que habían vivido ocultas en su subconsciente y de
las cuales solo recordaba retazos incomprensibles, ligados a viajes, y a
algunas personas que conoció en Tánger, sobre todo una mujer, Dalila, y una
trama en torno a un libro misterioso.
Todo se complica con el elemento detonador (¡Y aquí tenemos
el MacGuffin!) del libro: un códice que supuestamente va pasando de mano
en mano a través de los siglos. Se trata de un libro mágico cuyas páginas,
aparentemente en blanco, sin embargo ocultan múltiples textos, textos perdidos,
quemados, prohibidos, ocultos, desaparecidos, siglos atrás. Y solo aquellos que
de algún modo están cerca del mundo de la literatura o el arte pueden acceder a
ellos. Todo un simbolismo. Este objeto mágico funciona como detonante de toda
la historia. Primero aparece -como ficción- en la novela que el protagonista
acaba de publicar; pero luego resulta que el códice parece ser real: al menos,
hay unos cuantos muy interesados en conseguirlo y la búsqueda resulta
peligrosa. Elio se siente perseguido y amenazado, e inicia una investigación
para saber qué hay detrás de todo aquello que le parece una tomadura de
pelo. A partir de aquí el autor hace
identificar al lector con el elemento de realidad que supone el sentido común: es
decir, Elio. (“Esto no puede suceder. Ese libro no existe, es ficción…”) Sin embargo,
bombardea al lector con otra serie de situaciones para que llegue a dudar y
participe de la ansiedad y confusión de Elio, para que se crea la historia y la
siga con interés.
Lo cierto es que funciona. La narración se lee cada vez con
interés creciente, si bien hay algunos
momentos en los que se crea una cierta confusión entre los distintos planos
narrativos, así como con la cantidad de personajes que están implicados en la
historia, que además, no son lo que
parecen… Quizás el personaje más inverosímil (aunque muy simbólico) sea el
editor Gilabert, un ciego, que se apoya en la ayuda continua y permanente de su
esposa, la atractiva y joven Francesca. Esta relación queda un tanto
inconsistente, aunque a la hora de seguir la narración no sea tan
importante. En cambio, el ex
policía-novelista Quintá está muy bien conseguido, es muy realista y hasta
tiene un punto humorístico… de humor negro, claro.
En la medida en que la narración cuenta cosas que ya
pertenecen al pasado, sabemos que de algún modo se ha debido resolver el tema
inquietante del libro; pero en la medida en que se las cuenta a un psiquiatra
nos da pie a pensar que hay algo que no se ha resuelto, lo cual es verdad. Hay
algo que ha de desvelarse y que ocurre al final, poniendo un broche con el que
cierra la narración.
En suma, lectura entretenida, que profundiza en las
relaciones humanas (sobre todo las paterno-filiales), rezumando un hálito
freudiano, juega con elementos mágicos y
simbólicos, da pistas literarias… y atrapa la atención en seguida con un ritmo in crescendo, con lo que se lee de un tirón. La edición (y
la portada) podría ser mejorable, si
bien en general el libro se maneja bien y no hay apenas erratas.
Sergio Barce Gallardo (Larache,
1961) http://sergiobarce.wordpress.com/autor/
Licenciado en Derecho por la Universidad de Málaga, desarrolla su actividad
profesional compaginándola con su labor literaria. Es Miembro de Honor de la
Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española. Desde la Universidad,
se vinculó a grupos de narrativa que, finalmente, pasaron a agruparse en el
Taller dirigido por el dramaturgo Miguel Romero Esteo. Es en la propia
Universidad donde comienzan sus primeras publicaciones, y obtiene el Primer
Premio de Narrativa de la Universidad de Málaga, con el cuento “El profesor, la
vecina y el globo de plástico”, quedando igualmente finalista del mismo
certamen con el relato “La soga”. En la colección de narrativa “Los papeles del
Calafate”, de la propia Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras,
se edita un número con sus cuentos bajo el título de “Escena primera, toma
primera”. En 1984 se publica la colección de relatos “Sueños, ensueños y
ficciones” y en 1985 “El paseíllo”, que recoge otra serie de cuentos cortos.
No es hasta que realiza su viaje de regreso a Marruecos,
cuando se decide a escribir una novela en la que contar sus experiencias y las
de su familia durante los años que residieron en Larache, y que se convirtió en
su primera novela: “En el jardín de las Hespérides” (Editorial Aljaima, 2000). Ganador
del Primer Premio de Novela Tres Culturas de Murcia con “Sombras en sepia”(2006,Pre-Textos).
Finalista del Premio de la Crítica de Andalucía 2012 con “Una sirena se ahogó
en Larache” (Círculo Rojo, 2011). Su segundo libro, en esta ocasión fue una
colección de relatos: “Últimas noticias de Larache y otros cuentos” (Editorial
Aljaima, 2004).
Ariodante