WALT WHITMAN
Introducción de Juan Marqués
Ilustraciones de Kike de la Rubia
Edición bilingüe
Nórdica Libros, 2014
“A mí mismo me canto y me celebro,
y eso que yo asumo asumiréis
pues cada átomo mío os pertenece.”
Con estos versos comienza este libro, que comprende una cuidada
selección de poemas pertenecientes al Canto
de mí mismo. Con estas palabras, como nos dice Juan Marqués, Whitman se
canta a sí mismo como hombre, no como ego:
es decir, como humanidad, no como individuo. Lo que cantó de sí mismo lo
cantaba de todos nosotros. Emerson, que
fue el primer gran lector y comentarista de Whitman, dijo que su obra
constituía “la más extraordinaria pieza de agudeza y sabiduría que se haya
aportado a América hasta el momento”; sus versos constituyen un experimento sin precedentes y
sin verdadera continuidad, según afirma Juan Marqués en el prólogo a esta
edición.
Este verso con el que comienza el libro es algo así como una
declaración de principio: lo que dice Whitman sobre sí vale para todos. El
poeta volverá sobre esta idea muchas veces: el origen y horizonte de su canto
es múltiple y nunca individual. Pero al abarcar a la Humanidad, la abraza con
lo bueno y lo malo, lo bello y lo terrible, la miseria y la belleza. Esta
actitud le atraería un cierto rechazo social, por su ambigüedad moral y sexual,
entre otras cosas.
Whitman piensa que la poesía debe abarcarlo todo; lo humano y lo
divino, lo animal y lo vegetal, y todo entra bajo su mirada extensísima. Bebe
en el campo al llegar el crepúsculo, y en la ciudad cuando retrocede la aurora;
habla de los animales de los bosques, y de las rutinas de los obreros; en
últimas, quiere tocar, aunque sea por un instante, la totalidad de lo que
existe.
Según los críticos, la obra de Whitman rompe los cánones formales de la poesía y se acerca a la prosa. Considerado el padre del verso libre, aunque no lo inventase él, lo popularizó al usarlo de modo intensivo. En cuanto a sus ideas religiosas, Whitman aceptaba todas las iglesias...sin creer en ninguna. Dios era para él inmanente y trascendente; el alma humana, inmortal, y en estado de constante progreso. Estaba convencido de la existencia de una relación simbiótica entre el poeta y la sociedad, idea que se ve plasmada en Canto a mí mismo.
"Oigo y contemplo a Dios en cada cosa, aunque
no comprendo a Dios lo más mínimo
ni entiendo quién pueda existir que sea más maravilloso
que yo.
¿por qué habría de desear ver a Dios más que a este día
de hoy?
Veo algo de Dios cada una de las veinticuatro horas
y así a cada instante en los rostros de hombres y mujeres veo a Dios
y en el mío propio en el espejo." (pp.76-77)
La edición está magníficamente ilustrada por Kike de la Rubia, con una serie de dibujos alusivos, muy coloristas, mostrando la asimilación entre el hombre y la naturaleza, la alegría de vivir al mismo tiempo que la aceptación de la muerte. La similitud entre la hierba y el cabello humano es una constante en gran parte de las imágenes.
En suma, un libro recomendable para los amantes de la poesía y el arte.
Walt Whitman (West Hills,
Suffolk, Nueva York, 1819 – Camden, Nueva Jersey, 1892) fue un poeta,
ensayista, periodista y humanista estadounidense. Su trabajo se inscribe en la
transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando
ambos movimientos a su obra. Whitman está entre los más influyentes escritores
del canon estadounidense, del que ha sido considerado su centro. Su obra fue
muy controvertida en su tiempo, en particular por su libro Hojas de hierba, descrito como obsceno por su abierta sexualidad.
Ariodante