SALVADOR DE MADARIAGA
Espasa Libros, 2008
Prolífico escritor, Madariaga trabajó
mucho el tema hispanoamericano. Gustó de ahondar en la historia del
descubrimiento, conquista y poblamiento español en América. La magnífica
biografía que nos ocupa, nos presenta su visión del más grande y legendario
conquistador español, que generó –y sigue generando- fuertes controversias,
como todos los grandes personajes de la Historia. Madariaga trata de equilibrar
las diversas opiniones y razonar las conclusiones a que acaba por llegar. Y
sobre todo, hace un verdadero esfuerzo por comprender y hacer llegar al lector
la situación histórica en la que se enmarca la vida y hechos de Hernán Cortés, las
costumbres y las ideas imperantes, tan distintas a las contemporáneas, la
inmensidad de su hazaña. Y no solo muestra el contexto de los españoles, sino
también el mundo indígena que se encuentra Cortés al llegar. Dedica un prólogo
introductorio a pintar un fresco de la civilización azteca, sus crueles y
sangrientas prácticas religiosas, los hábitos antropofágicos, así como una
estructurada vida social, una desarrollada astronomía y arquitectura, y el
ambiente de la corte de Moctezuma en Tenochtitlán/Méjico, para acabar presentándonos la leyenda de
Quetzalcoatl, el dios cuyo retorno los aztecas esperaban cual Mesías. Leyenda
que creen cumplida al tener noticias de la llegada de Cortés, y que facilitará
su primera conquista. Cortés encarnará, pues, a esa serpiente emplumada. Y
Madariaga va a utilizar ese símil a lo largo de la biografía para definir la
personalidad del conquistador español.
Porque la descripción que nos ofrece del
carácter de Cortés siempre va a tener dos facetas: la del administrador, hombre
de leyes, político (la serpiente) …y la del aventurero, el conquistador, el
militar, el hombre de acción (el águila). Siempre, inserto completamente en su
época, el Renacimiento. Una época habituada a la crueldad, a la violencia, a la
esclavitud (sobre todo entre razas), pero también al honor, al rango, a la
búsqueda de lo desconocido, el espíritu descubridor renacentista, junto a la
defensa y propagación de la fe religiosa.
Madariaga se apoya firmemente en los diversos
cronistas de Indias (que a su vez, cuentan distintas versiones de los hechos):
Bernal Díaz del Castillo, Andrés de Tapia, Gómara, Las Casas, Sahagún,
Sandoval, Oviedo, Torquemada y el propio Cortés, en sus cartas al Emperador
Carlos V (que por cierto, le hizo poco caso y pocos favores) Principalmente Madariaga
recurre como término medio a Bernal Díaz y a Tapia, además de Cortés, por ser
los únicos que participaron directamente en las campañas militares y estuvieron
junto a él gran parte del tiempo. A Gómara le considera excesivamente
laudatorio y justificativo, y a Las Casas, obsesionado por completo por
destruir la reputación de los conquistadores españoles, adoptando desde el
primer momento el punto de vista de los indios…o lo que toma como tal. Cuando Madariaga
elige explicar uno u otro hecho, o bien cita textualmente los párrafos de los
cronistas de la época, o bien reproduce la opinión de unos u otros,
contrastándola, y razona por sentido
común y por cohesión lógica, por qué se decide por una y no por otra. Luego,
cuenta los hechos.
El libro está dividido en seis partes y un
prólogo. En este, quiere el autor mostrar lo que se va a encontrar Cortés y sus
tropas al llegar a México. Qué civilización encontraron los españoles y qué
esperaban encontrar los aztecas, de acuerdo a sus mitos y leyendas, sus dioses
y profecías.
El prólogo resulta un comienzo algo
desalentador para el lector, ya que incluye una gran cantidad de términos
aztecas e indios, el complicadísimo calendario, detalles costumbristas, etc.
que en general, aturden y desconciertan. Si el lector consigue rebasarlo (o
simplemente, dejarlo para más tarde), comienza la narración biográfica por la
vía habitual: infancia, adolescencia y
juventud española del conquistador, hasta su llegada a Cuba desde donde tiene
noticia de los primeros intentos infructuosos de pisar tierra mejicana (los de
Montejo, Dávila y Grijalba).
En la segunda parte, Cortés, toma el mando
de la expedición definitiva, se lanza a la mar, pisa tierra mejicana y funda
Veracruz. Luego Cortés, al que los indios apodarán Malinche, (por su relación amoroso-administrativa con la india
Malintzin, que tuvo una importancia enorme como intérprete, luego bautizada
como Doña Marina), destruye (que no quema, en realidad) sus naves, y comienza
la arrolladora marcha hacia el interior del país.
La tercera y cuarta parte narran el proceso
de conquista de Cortés, los distintos territorios a los que va accediendo, (la
terrible matanza de Cholula, las alianzas con los enemigos de los mexicanos,
etc.) las poblaciones y tribus con las que combate o con las que se alía, y
cómo va trazando su plan de ir dividiendo y enfrentando a las tribus entre sí
para finalmente acceder a la capital del imperio azteca, Tenochtitlán. Las
relaciones con Moctezuma, el jefe azteca, y con sus subalternos, capitanes y
familiares, en principio son cordiales, incluso la cautividad del azteca es muy
relativa. Madariaga lo explica por la religión, las creencias de los indios
sobre la llegada de los españoles, a los que consideraban semidioses. Por
último, y curiosamente, el propio Cortés echa a perder esta primera conquista
en un arrebato de ardor religioso. Asimismo,
llegan nuevos contingentes españoles a Veracruz, al mando de Pánfilo de
Narváez, pero no para ayudar, sino ¡punitivos!. Como siempre, la eterna
discordia interna española. Madariaga recuerda al lector en varias ocasiones
que el español no soporta el éxito ajeno, que la envidia es uno de los defectos
tradicionales, que se cumplen con creces en la figura de Cortés.
Resuelto por las bravas el tema con
Narváez, retorna a la capital del imperio, donde el contingente de tropas allí
acuartelado ha sido masacrado, y las tropas que lleva Cortés se ven en un serio
apuro, puesto que los inicialmente amistosos aztecas están ya en pie de guerra.
Han de huir, humillados, con nocturnidad y alevosía, y con el rabo entre piernas,
en la llamada “Noche Triste”. Curiosamente, Madariaga no hace mención de esta
alocución, quizá porque surgiera posteriormente a él. Sin embargo, la cuenta con todo detalle, y es francamente
un pasaje estremecedor, que causó en Cortes (y en todo su ejército) hondo
pesar.
También incluye esta parte la recuperación
de Cortés, reorganizando las tropas y recibiendo nuevas aportaciones españolas
e indias, concluyendo con la toma definitiva de México, tras un terrible asedio
que durará tres meses, lleno de avances y retrocesos, puesto que los aztecas
estaban dispuestos a matar o morir.
En la última parte narra el retorno a
España, los diversos encuentros con el Emperador Carlos V, las diversas expediciones (a
Honduras, a California, etc.) por la parte del Pacífico, incluso la que se
organizó en contra de Argel, y a la que se unió un maduro Cortés, que a la
sazón estaba en España. Sabremos también de las numerosas intrigas contra su fama y
poderío, y la paulatina decadencia de
Cortés, que morirá lejos de su amado México, humillado por sus enemigos e
incluso desdeñado por el propio Carlos V, que nunca le quiso hacer Virrey de la
tierra que conquistó .
Lo interesante de esta biografía, no es
tanto la narración –que también- de los hechos
de la conquista (de los cuales
disponemos múltiples y variadas versiones, además de las clásicas), y que en
algunos tramos resultan francamente difíciles de entender por la complicación
de los nombres tanto de las personas como de los lugares, y la necesidad
continua de consultar mapas para comprender los recorridos y las distancias. Lo
interesante, digo, es el retrato que Madariaga traza del capitán español, de su
carácter, las relaciones con sus hombres, las relaciones con las mujeres, (Doña
Marina/Malinche incluida), su concepción religiosa y su estrategia militar, y
la manera que tenía de afrontar los problemas y encarar la vida. Y lo traza
mostrando sus hechos y sus pensamientos, al recurrir muy a menudo a citas
textuales de sus cartas a Carlos V. Ellas muestran los más íntimos pensamientos
de Cortés y la lejanía (física y moral) del Emperador. También destaca
Madariaga detalles importantes, como la concepción española de que las tierras
conquistadas no eran colonias (al modo que lo fueron las conquistas
británicas), sino nuevos reinos que se sumaban a los de Castilla y Aragón, al
Imperio.
Biografía altamente recomendable, por su
bastante conseguida objetividad, y el modo en que el autor va presentando los
hechos, apoyándose en fuertes pilares históricos. Sin embargo, también hay que
reconocer que es una obra muy densa y de lenta lectura, a pesar de ser
interesantísima.
Salvador
de Madariaga y Rojo (1886, La Coruña - 1978, Locarno , Suiza ) fue un diplomático
español, escritor, historiador y pacifista español. Escribió diversas publicaciones y ensayos (en
francés, inglés y alemán, además de español y gallego)sobre Don Quijote ,
Cristóbal Colón , el Hamlet de Shakespeare, y la historia de América Latina.
Militó en favor de una Europa unida e integrada Europa.
Ariodante