JOHN MILTON/PABLO AULADELL
Ed. Sexto Piso Ilustrado, 2015
Estamos ante una obra de lujo, por partida
doble: porque es un magnífico trabajo de libro ilustrado/comic, y porque se basa en uno de los clásicos de la
literatura del barroco: John Milton. A algunos les podría parecer que este tema
se aleja de los intereses lectores actuales, o incluso que es un tema más del
ámbito religioso, …nada más lejos de la realidad. Auladell, ilustrador ya
reconocido y sólido, se ha atrevido con una maravillosa historia bíblica, pero
que, tanto en manos del poeta Milton como con los pinceles de este magnífico
artista, resulta de un atractivo inmenso y ¿por qué no? de una actualidad
permanente. ¿No es actual el eterno conflicto del Bien y del Mal? ¿No lo son
temas como el Libre Albedrío, el Conocimiento como Poder, la Tentación y la
Inocencia perdida, la Obediencia y la Traición? Entramos en un mundo mítico.
Auladell aborda las imágenes siguiendo las
cuatro partes del Lost Paradise de
Milton. El texto, solo el imprescindible: las imágenes ya nos muestran todo lo
demás. Primer canto, una parte oscura y terrible, de tintes góticos:
Satán. Partimos de la rebelión y caída del antiguo Lucifer/Luzbel, el gran
ángel, líder de las cohortes celestiales. Y la negrura en la que se desploma es
terrible, pero en ella descubre que no solo ha caído él, sino otros muchos de
sus seguidores yacen en el abismo, en el piélago oscuro y proceloso pleno de
sombras y hedor a muerte. Satán invoca a todos los espíritus para que se alcen
y le sigan. Astarté, Dagón, Belial, Moloc, Belcebú …y tras formar un nuevo
ejército, Satán se dirige a las puertas infernales.
En el segundo canto entramos en El Jardín de las Delicias, coloreado en
tonos verdosos, rosados, aunque siempre con el contrapunto de las sombras: Adán y Eva vagan, inocentes, en un mundo
creado para ellos, un paraíso de plácida vida, junto a la exuberancia vegetal y
animal, disfrutando todos de una felicidad que solo tiene un límite: el Árbol
de la Vida, cuyos frutos no deben probar. Ojos oscuros les siguen en su
placentero devenir.
En el tercer canto, el arcángel Rafael
narra a los dos humanos Los primeros
recuerdos del mundo: cómo ocurrió todo,
cómo se creó el mundo, cómo hubo una rebelión y posterior caída, cómo surgió el hombre y luego la mujer. La
batalla entre los ángeles es terrible y violenta, de imágenes impresionantes,
contrastando con la dulzura del primer hombre y la primera mujer, y con las
miradas escondidas de la serpiente, acechando un momento de debilidad para
romper el equilibrio divino. Los tonos pastel y luminosos de las angélicas
huestes contrastan y alternan con la ferocidad de los tonos oscuros de los guerreros
infernales.
Finalmente, en el canto cuarto, La Espada Flamígera, se produce la caída y la expulsión del Paraíso.
Eva es seducida por la Serpiente satánica, y a su vez seduce a Adán: ambos
comen el fruto prohibido, a pesar de que saben que pesa una amenaza contra
ellos: la muerte. Pero como inocentes niños, ignoran qué significa morir. En el Averno sienten un movimiento nuevo, y
la respuesta divina es inmediata: el arcángel Miguel muestra su flamígera
espada y expulsa a los atormentados inquilinos del paradisíaco jardín, después
de recibir la maldición divina: “Con el sudor de tu frente trabajarás y ganarás
el pan. Polvo eres y en polvo te convertirás.” La mezcla de color, los trazos
con que la pareja humana va cambiando de la ingenuidad a la dolorida conciencia
del pecado, muestran una dureza antes ignorada.
Es el inicio de todo: el Bien y el mal, la
Luz y la Oscuridad, la Inocencia y la Transgresión. Los ángeles caídos son, a
pesar de todo, poderosos. Mantienen sus fuerzas infernales en el Averno. Y
saben que si bien no podrán vencer en un ataque frontal contra las Fuerzas
Celestiales, pueden hacer mucho mal por medio de unas criaturas inocentes,
hechas a imagen y semejanza del Creador: los humanos, que son seres libres. Se
les ha puesto un límite para su vida en el Paraíso, una sola regla: abandonar
el deseo de conocimiento (y por tanto, de poder) y dejarlo en manos de Dios. Y
es en este punto donde Satán decide intervenir, convenciendo a Eva de que el
conocimiento les hará poderosos. El árbol de la Ciencia está cargado de deliciosos frutos, merece la
pena transgredir el precepto. Eva, y más
tarde Adán, seducidos por el poder del Conocimiento, traspasan la línea. La respuesta será terrible, serán expulsados
de un mundo idílico y conocerán la cara oscura de la vida: el dolor, el
sufrimiento, la muerte. Siguen siendo libres, pero la elección que han tomado
les hará morir.
Las imágenes de Auladell, cuyo estilo ya
forma un mundo propio, se mueven entre ecos de Chagall, de Matisse, y del
propio Picasso de la etapa clásica. Los edificios apenas esbozados recuerdan
los del Renacimiento italiano, el dibujo
de las figuras, de trazos firmes y volumétricos, se conjuga muy bien con los
fondos, tanto los imprecisos paisajes como las caóticas oscuridades y los
ilimitados espacios celestes. Las figuras paradisíacas muestran, primero una ingenuidad casi
infantil, con desnudos castos y movimientos lánguidos, entre el verdor del
Jardín edénico. Y posteriormente, tras el pecado, el trazo se vuelve duro y
anguloso, las expresiones se agrían, las luces se oscurecen. Sombras de
animales se entrecruzan mientras la pareja original recoge frutos, juega, y
duerme bajo el arrullo del viento entre los árboles. Juegos de miradas, manos
oferentes, cielos neblinosos. Los alados Gabriel, Rafael, les acompañan a
ratos, …y mientras tanto, el oscuro poder infernal avanza: las distintas formas
que adopta Satán, vidriosas miradas en la negra noche, fuerte deseo hacia la mujer,
retorno al Averno. Las fuerzas celestiales, de desvaídos tonos pastel, se
congregan en su lucha contra los oscuros rebeldes y la batalla es un derroche de
figuras en fuerte contraste, con mucho movimiento y composiciones de gran impacto
visual. Los desiguales tamaños de las figuras, según su importancia y fuerza, proporcionan
un clima onírico y añaden dramatismo a la acción. Destaca la equiparación
ángeles/aves, nariz/pico, alas; los seres alados, sean animales o humanos, son
un motivo recurrente en la obra de Auladell, que gusta mucho de introducirlos
en sus dibujos e ilustraciones. La fortísima imagen del derrumbe de Satán en
torbellino al oscuro pozo del Infierno marca un clímax, de la más clásica
tradición, una imagen casi propia de un Turner. Un mundo de luces y sombras,
donde el color está siempre atenuado por una leve bruma, un espacio impreciso
frente a la rotundidad de las figuras, sobre todo las aladas, pero también los
desnudos humanos, de gran belleza y simplicidad.
En suma, un magnífico trabajo del
ilustrador alicantino, que añade una obra importante a sus numerosas obras
anteriores. Felicitamos a la editorial por
este libro y en general, por su excelente colección Sexto Piso
Ilustrado.
John
Milton (Londres, 1608–1674) fue un poeta y
ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido. Políticamente fue
una figura importante entre los reclutadores de la Guerra Civil Inglesa, ya que
cuando ocupó el puesto de ministro de lenguas extranjeras bajo el mandato de
Cromwell era el encargado de responder a los ataques a la república. Sus
tratados políticos fueron consultados para la redacción de la Constitución de
los Estados Unidos de América.
Pablo
Auladell (Alicante, 1972) es un reconocido
ilustrador que desarrolla su trabajo en el ámbito editorial. Ganador del Premio
Nacional de Cómic Injuve en 2000 y del Segundo Premio a las Mejores
Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles por el libro Peiter, Peter y Peer en 2005, cuenta ya
con una larga bibliografía de más de treinta obras, entre libros ilustrados y
tebeos.
Ariodante
Febrero 2015