SHERWOOD ANDERSON
Trad.: Miguel A. Martínez-Cabeza
Ed. Traspiés, col. Breves, 2014
Conjunto de trece relatos cuyo nexo
narrativo gira, como afirma el traductor
en la introducción, alrededor del tema de la muerte y de las
mujeres. Personalmente creo que podría
añadírsele otro tema: la naturaleza. La naturaleza está presente en todos los
relatos, a veces incluso su presencia es más determinante aún que la de los
humanos. Textos, pues, en los que
apreciamos el dramatismo de la vida y la muerte, si bien ésta se presenta como
algo natural, como algo con lo que convivimos cotidianamente.
El relato que da
nombre al libro, “Muerte en el bosque”, conjunta de modo impresionante la
muerte y la naturaleza, consiguiendo presentarlo de un modo en el que el
dramatismo está a la par con la belleza. Y el de “La siembra del maíz”, que
también trata el tema de la muerte, es, a mi juicio, de una ternura y de un
simbolismo enormes. La naturaleza y la muerte están también fuertemente ligados
en “La muerte del hermano” (libre traducción de “Brother Death”). La relación de los hombres ante lo agreste de
los bosques, la nieve, los ríos, los animales…País de granjeros y ganaderos,
Estados Unidos es el país de los grandes espacios, donde el hombre toma su dimensión
real, tergiversada en las ciudades, mundos creados por el artificio humano. En
plena naturaleza, el hombre se convierte en un elemento más de una creación
ajena.
Del
mismo modo, las mujeres ocupan un punto de mira del narrador, si bien siempre
observadas, admiradas o deseadas, desde la mirada masculina. “Otra esposa” y
“La esposa” son dos relatos en los que el narrador consigue transmitir la
ebullición interior de un hombre maduro cuando se siente atraído profundamente
por una mujer. El narrador siempre es masculino y a veces el lector podría
confundirlo con el propio autor, puesto
que éste se implica, cediendo la palabra a un segundo narrador, con el que
conversa, y las historias van surgiendo al modo de “me contaron que…” o “tal
persona me contó cómo…”, lo cual lleva a múltiples digresiones, puesto que la
acción relatada en segundo lugar va y
vuelve a la relatada en primer lugar.
Este modo narrativo le da una peculiaridad cercana al mundo literario de
los modernistas anglosajones, de hecho cuando estuvo en París visitó a Gertrude
Stein, de la que se consideraba un admirador y seguidor literario, en cuanto a
la forma. Muchos retazos de sus relatos tienen forma de monólogo interior, o
flujo de conciencia, como se ha venido llamando.
El relato que más me ha llamado la
atención es justamente el que cierra el conjunto: “En un lugar extraño”, en el
que el narrador, un supuesto profesor de filosofía, reflexiona sobre la
necesidad de estar unos días o unas horas al margen de todo lo habitual para
cambiar de aires. En palabras del autor: “Puede ser que la vida me haya
ensuciado y que haya venido aquí, a este lugar extraño, para darme un baño en
una vida desconocida, para quedar limpio y fresco de nuevo” (…) “A veces a uno le gusta estar solo. Estar solo no
significa ir donde no hay gente. Significa estar donde todos son desconocidos”
Son unas reflexiones muy interesantes y la narración cuenta el viaje (sin
dirección, sin motivo, sin tiempo definidos) de un profesor de filosofía de un
pueblo del medio Oeste.
Considerado como uno de los padres del
cuento estadounidense, como afirmó Faulkner, que le conoció y trató durante la
estancia de Anderson en Nueva Orleans. El propio Faulkner está retratado en el relato
“Encuentro en el sur”, en el personaje al que llama David.
En suma, un conjunto de relatos que nos
hacen sentir y que nos hacen pensar. Y con ellos descubrir (quien aun no lo
conozca) a un autor de imprescindible lectura.
Sherwood
Anderson (Camden, Ohio, 1876 — Colón (Panamá), 1941),
escritor estadounidense, maestro de la técnica del relato corto, y uno de los
primeros en abordar los problemas generados por la industrialización. Se crió
en una familia campesina y dejó la escuela a los 14 años. Durante los años
siguientes se dedicó a trabajar en diversos oficios. Después fue soldado en
Cuba, durante la Guerra hispano-estadounidense. Con el objetivo de dedicarse a
la literatura, se mudó a Chicago donde empezó a escribir novelas y poemas. Su
obra se ganó el aprecio de Theodore Dreiser, Carl Sandburg, y Ben Hecht, entre
otros. Uno de sus libros más aclamados es Winesburg,
Ohio, colección de 22 relatos relacionados entre sí -uno de ellos en cuatro
partes- que muchos críticos consideran en realidad una novela y uno de los
mejores libros en lengua inglesa del siglo XX. Describe, a medio camino entre
el análisis psicológico y el sociológico, las frustraciones de los habitantes
de una pequeña comunidad rural incapaces de adaptarse a las nuevas formas de
vida.
Fuensanta Niñirola (Ariodante)