JAVIER TAZÓN
Ed. Kattigara, 2014
Esta es la
tercera parte de una trilogía sobre la vida y aventuras del santoñés Juan de la
Cosa, el cartógrafo que diseñó el primer mapamundi que incluye tierras
americanas (y que se conserva en nuestro Museo Naval, en Madrid). Los anteriores libros, “Las rutas del Norte”
y “El cartógrafo de la reina”, narran las aventuras de juventud, y el primer
viaje de Colón. El autor, santoñés como su protagonista, rescata la memoria de
este insigne navegante y dibujante de mapas que participó en los primeros
viajes de descubrimiento hasta su muerte en tierras americanas en una de sus
misiones con Ojeda.
El libro
consta de varias partes muy diferenciadas en cuanto a forma y contenido, si
bien la base de las narraciones siguen siendo las aventuras del cartógrafo
santoñés. Casi la mitad del texto lo compone una narración a dos bandas: por
una parte, el informe de Lope de Haro, secretario y escribano de Juan de la
Cosa, crónica de la expedición que, desde la recién fundada Isabela, llegará a
Tierra Firme y el mapa que De la Cosa realizará de las tierras descubiertas. Mapa
que sufrirá un destino contrario al que su autor le dio. Por otra, una envejecida reina Isabel, en una
breve estancia en Laredo, durante la larga noche que le dedica a la lectura
de tal informe, así como su entrevista
con el cartógrafo, su esposa Juana y el escribiente Lope de Haro. Entrevista en
la que enfatiza su confianza con el dibujante y le encarga la confección del mapamundi
y otras tareas.
La otra mitad
está compuesta por varias secciones de Cartas en las que se cuenta la vida de
Lope de Haro, entrado en religión pero manteniendo sus tareas como
escribiente. Las cartas se combinan con
dos partes más en las que Lope de Haro cuenta las andanzas portuguesas de Juan
de la Cosa y sus relaciones con Amérigo Vespuccio, así como el viaje de Maese
Juan, por primera y única vez, como capitán general de una expedición a Tierra
Firme, expedición que le es relatada a Lope de Haro por otro monje que sí
participó.
En general, el
autor mantiene sus puntos de vista iniciales sobre los personajes que vivieron
y protagonizaron el descubrimiento y conquista de América. Es decir, resumidos
por el propio autor: “Pinzón sabía ir, Juan de la Cosa volver, y Colón
aprovechar el trabajo de todos”. La familia Colón es presentada en toda la
trilogía como una especie de clan dirigido por un navegante visionario con más
dosis de visionario que de navegante, y todos con muy poca fortuna como
administradores y políticos, demasiado obsesionados por encontrar oro.
Ciertamente entre los muchos aventureros españoles que se lanzaron al mar en
busca de nuevos mundos, una gran parte estaba compuesta por hidalgos sin
patrimonio pero con mucho honor, que buscaban gloria y oro (y no necesariamente
por este orden). Posteriormente fueron llegando gentes con ánimo colonizador,
tratando de huir de las hambrunas y miserias del viejo continente, esperanzados
en que allende los mares podrían rehacer sus vidas, comer a diario y conseguir
un cierto pecunio. Ni unos ni otros contaban con el clima, las enfermedades,
los distintos alimentos, …y la actitud de los indios, que si en algunos lugares
se mostró pacífica y hospitalaria, en otros fue francamente agresiva y
hambrienta, en el caso de los caníbales. También el autor da a entender que
probablemente hubieron otras muchas expediciones privadas, exentas de
capitulaciones, por lo que no podemos tener constancia documental, pero sí
noticias indirectas. Lo cual no quita
mérito alguno a las expediciones legales (por así decirlo), pero explica que en
muchos casos los indios no se sorprendieran demasiado al ver desembarcar a
algunos expedicionarios.
Juan de la
Cosa es presentado como un hombre prudente; con aspiraciones, por supuesto,
pero con un alto sentido de la lealtad que le hace sobrellevar humillaciones y
desaires con paciencia, esperando su turno.
El autor se ha
documentado en diversas fuentes, principalmente en la Historia natural y general de las Indias Occidentales (publicado
por completo en 1855), de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478 –1557); la
Historia natural y moral de las Indias (1590),
del jesuita José de Acosta (1540 –1600) , así como de otros historiadores
contemporáneos que han investigado sobre esa época y personajes.
Es destacable
el esfuerzo realizado por Javier Tazón (a diferencia con los otros dos libros
anteriores) en el uso del lenguaje, que está muy cuidado, dándole un tono de
castellano antiguo, sin serlo, pero usando palabras que nuestro idioma
afortunadamente aún conserva y da gozo leerlas, sobre todo en estos tiempos en
que lo que prima es el taquigráfico y onomatopéyico lenguaje de los teléfonos
móviles, que se está extendiendo peligrosamente
a las redes sociales e internet.
Incluye el
libro un apéndice con una cronología biográfica de Juan de la Cosa, unos
comentarios sobre la historia y la ficción de los hechos que se rememoran y
novelan en esta obra, y finalmente un listado de personajes, diferenciando los
históricos de los ficticios. Todo ello acompañado de varios mapas muy sencillos
(quizá excesivamente sencillos). Quizá la parte negativa del libro, de la cual
no es responsable el autor del texto, radica en una cubierta y portada poco afortunadas por muy
confusas, dada la amalgama de imágenes que se ha querido conjuntar.
En suma, una
obra interesante, bien escrita y muy amena.
Javier Tazón Ruescas (Santander,
1953) es abogado y escritor, muy interesado en el mundo de la gastronomía,
sobre el que versa su primer libro. Después ha llevado su atención a la
historia, a los personajes que salieron de Cantabria, destacando su interés por
la vida de Juan de la Cosa, sobre el que ya publicó El Cartógrafo de la Reina (2010) y Las Rutas del Norte (2011).
Ariodante