QUE SE LEVANTEN
LOS MUERTOS
Debout les morts, 1995
FRED VARGAS
PUNTO DE LECTURA, 2008
ISBN 9788466321396
320 págs.
Publicada en 1995, tras El
hombre de los círculos azules, en esta nueva novela de la escritora
francesa Fred Vargas, inicia una nueva “tropa” detectivesca: ahora los
investigadores protagonistas de esta narración son tres jóvenes historiadores, antiguos
compañeros de Facultad, ya licenciados y sin un euro, que tratan de sobrevivir
agrupados en un viejo caserón de la parisina Rue Chasle. Los chicos se llaman
Marc, Mathias, y Lucien, y ya en estas mismas páginas son calificados de “tres
evangelistas” (San Marcos, San Mateo y San Lucas). Sin embargo, como elemento de
unión o catalizador, aparece el padrino de Marc, Armand Vandoosler, ex policía.
Cada uno de los jóvenes ocupa una planta del edificio y el padrino
se reserva el ático. Vandoosler ha sido “retirado” del cuerpo policial por unos
sucesos turbios, calificados como corrupción, aunque él asegura que todo fue un
montaje. Guarda buena relación con algunos amigos en la policía, sin embargo. Y
cuando uno ha sido policía, sigue siéndolo aunque ya no figure en nómina.
La especialidad de Mathias Delamarre es prehistoria, va saltando
de trabajo en trabajo (ventas, mecánico, etc.); Marc Vandoosler es un
medievalista (trabajaba de negro en una editorial de novelitas rosa, pero ahora
está despedido) y, finalmente, Lucien Deverois es especialista en la I Guerra
Mundial. Además, cada uno tiene unas costumbres peculiares y un carácter
complicado, lo cual no parece que augure una buena convivencia. Lo resuelven
ocupando plantas distintas en el viejo edificio.
Así como en la anterior novela, comienzan a aparecer círculos azules
en las calles de París -lo cual no es constitutivo de delito-, comienza ésta con
la aparición de un árbol –un haya- misteriosamente plantado en el jardín de los
Relivaux, Pierre y Sophia, casualmente vecinos de los “evangelistas”. Ella es
una conocida soprano de origen griego, Sophia Simeonides, , ya retirada, y con
un pasado. Mientras que a la dama le inquieta la misteriosa aparición de el
pequeño árbol en una esquina de su jardín, su marido no parece darle la menor
importancia.
Juliette Gosselin y su hermano son otros vecinos de la calle,
dueños de un restaurante, Le Tonneau.
Juliette es muy amiga de Sophia, y acogerá a los tres “evangelistas” para sus
comidas en el restaurante, incluso Mathias trabajará para ella como camarero.
Llegado un punto de la narración, y una vez presentados a los
personajes principales, se produce la
desaparición de Sophia y se disparan los interrogantes. Para embrollar aún más
la historia, llega desde Lyon Alexandra Haufman, una sobrina de Sophia con su
hijito, Cyrille, asegurando haber sido invitada por su desaparecida tía. Aquí
comienzan a tejerse suposiciones, sospechas, investigaciones. Los tres
“evangelistas”, más o menos dirigidos por el viejo Vandoosler, (digo “más o
menos”, porque a veces alguno que otro de los jóvenes toma decisiones por su
cuenta y se desmadra) y de modo indirecto en colaboración con la policía,
inician investigaciones por distintas líneas.
Finalmente, aparece un cadáver calcinado, y la policía empieza a
tomarse en serio el tema: el inspector Leguennec entra en acción: hay una
maraña de pistas que no llevan a ninguna parte o que conducen a callejones sin
salida. El pasado de Sophia empieza a ser investigado, surgen nuevas líneas de
investigación, y los jóvenes historiadores se mueven en todas direcciones,
puesto que se han implicado por completo (alguno de ellos, emocionalmente) en
el caso. Y el árbol sigue allí plantado, creciendo…
En toda la novela, como es habitual ya en la escritora francesa, hay
continuos recursos al humor, sobre todo jugando con los caracteres y costumbres
de los “evangelistas”, y sus respectivas
especialidades históricas, que influyen en su modo de investigar, generando
conversaciones divertidas y desenfadadas, que relajan la tensión que por otra
parte pueda generarse. El ritmo es siempre ralentizado por estos interludios de
los inquilinos del viejo caserón, aunque conforme se acerca al final la
narración va subiendo la tensión hasta alcanzar un punto álgido.
Una novela entretenida, peculiar, muy en la línea de Vargas, tan
personal, donde interesa tanto las rarezas de los personajes como la propia
investigación.
Fred Vargas (seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, París, 1957), arqueóloga
de formación, es mundialmente conocida como autora de novelas policiacas; hasta
el momento ha escrito doce (todas ellas publicadas por Siruela). Ha ganado los
más importantes galardones, incluido el prestigioso International Dagger, que
le ha sido concedido en tres ocasiones consecutivas. También ha recibido, entre
otros, el Prix mystère de la critique (1996 y 2000), el Gran premio de novela
negra del Festival de Cognac (1999), el Trofeo 813 o el Giallo Grinzane (2006).
Sus novelas han sido traducidas a múltiples idiomas con un gran éxito de
ventas, alguna de ellas incluso se ha llevado al cine.
Fuensanta Niñirola