J.L.
GIL SOTO
Ed.
Kailas, 2015
Indochina, Reino de Annam, 1858. La virulenta persecución
y masacre de conversos católicos, misioneros españoles y el obispo español J.
M. Díaz Sanjurjo, fueron el pretexto que llevó a la declaración de guerra por
parte de Francia y España, comenzando una campaña militar que se desarrolló
entre 1858 y 1862 en la región meridional del actual Vietnam (llamada entonces
Cochinchina) y que constituyó, curiosamente, el inicio de la colonización
francesa en Indochina. Las tropas españolas acuarteladas en Filipinas fueron
requeridas, en virtud del Tratado de la Cuádruple Alianza, para colaborar con
las francesas, que desde el primer momento llevaron la iniciativa y el mando
supremo. Reinando la indolente Isabel II y gobernada por O’Donnell, España se
limitó a participar, muy honrosamente, pero sin la más mínima visión comercial
ni política. Mil quinientos soldados españoles y tagalos, al mando de los coroneles
Ruiz de Lanzarote y Carlos Palanca, se unieron, desde Filipinas, a las fuerzas
francesas. Después de varias acciones de castigo, se dirigieron a Saigón, ciudad
que fue tomada al asalto el 17 de febrero de 1859, al mando del coronel Palanca.
Vidas y honor se dejaron los soldados españoles allí, sin que ello supusiera
para España el más mínimo beneficio político ni económico, que quedó por
completo en manos francesas. Eso sí, se consiguió que los misioneros católicos
pudieran volver a ejercer sus actividades, y con ello la católica reina se quedó
satisfecha.
Pues bien, este es el marco donde principalmente se sitúa
la presente novela, tercera del autor extremeño. Los escenarios variarán según
la acción, y Cádiz, Manila, Saigón, además de las largas navegaciones entre
unos y otros lugares, serán el espacio donde los numerosos personajes viven las
incidencias, a veces terribles, que el destino o el azar les depara. La mayoría
se ve inmersos –a veces, contra su
voluntad- en una guerra terrible en la que solo los franceses sabrán sacar
conclusiones positivas. Los españoles, y eso se refleja bien en la novela, solo
fueron una comparsa, dejando vidas y truncando destinos para nada
(políticamente hablando).
Esta es una novela de personajes, cuyas vidas y aventuras,
alegrías y desgracias conocerá el lector de modo paralelo o mejor, convergente.
Contada en tercera persona, por un narrador que se va situando alternativamente
en el punto de vista de algunos personajes, dejando otros en una cierta
penumbra, que nos mantendrá en la duda de su verdadera identidad. Poco las
distintas trayectorias vitales, en principio muy dispares, se van aproximando
hasta implicarse unas con otras. El eje argumental está centrado en la
historia personal de Isabel Ripoll, con una complicada trama en la que la dama,
joven y única hija de un naviero gaditano vivirá terribles y dramáticas
situaciones que la colocarán al borde de la desesperación. Su tesón y juventud,
además de la ayuda de benefactores que recibirá como caída del cielo, poco a
poco la harán resurgir cual ave fénix. Sin embargo, pasarán varios años, y en
el transcurso de ellos el lector, además de seguir las incidencias y pesquisas
de Isabel en el intento de recuperar lo que es suyo, descubrirá otras emotivas y dramáticas
historias personales, que el autor presentará desde sus respectivos puntos de
vista. Así, la bella pero peligrosamente atractiva Leslie/Ylang, el melancólico
y apuesto teniente Queralt, los gemelos Ricart, el sufrido padre dominico
Ocaña, por una parte. Otros personajes, más difusos, planos y cuya identidad se
mantiene imprecisa, serían: la bella y elegante Marianne, el administrador Zuloaga,
el periodista Lapuente, el malvado Artemio, el empresario francés Pierre y el
misterioso británico Jerry, conjunto que compone un complicado rompecabezas en
el que todo irá encajando conforme nos acerquemos al final de la novela.
La gran cantidad de personajes secundarios e historias
confluyentes hace que en algunos casos nos quedemos solo con pocos trazos para
construir ciertos caracteres, aunque la historia principal, la de Isabel, es la
mejor desarrollada. En algunos momentos uno podría pensar que en esa época una
joven de apenas veintipocos años no tendría el valor de arrostrar peligros
indecibles y situaciones tan humillantes y dolorosas. Sin embargo, la figura de
Isabel, educada en París y con una visión más amplia de la que acostumbraban
las jóvenes gaditanas, unido a un carácter fuerte y testarudo, hace creíble que
afronte la adversidad sin hundirse en el fango. Obviamente, Isabel recibirá ayuda
por parte de determinados personajes masculinos que se comportan con ella de
modo honesto y gentil, así como de amigas que la animan y la quieren bien, lo
que compensa las humillaciones recibidas por unos desaprensivos estafadores que
han aprovechado de su desgracia para medrar. Quizá la historia del dominico
Ocaña sea la más floja, porque es la que tarda más tiempo en confluir con el
resto de personajes y no llega a implicarse demasiado en el conjunto. Sus dudas
y continuas inquietudes son difíciles de seguir, y en algunos momentos parecen
un tanto forzadas. Pero es el modo en el que el autor elige para mostrar la
situación de los católicos en ese país.
Lo que es muy
destacable es la recreación del clima de desvalimiento del ejército y la armada
españoles en Filipinas, con respecto a los lejanos mandos de la metrópoli, la
desazón ante la cortedad de miras del gobierno español y el abandono a sus
propias fuerzas, valor y heroicidad, que nunca faltaron en los militares
españoles. También es destacable la misión de las mujeres en esta guerra, como
cantineras y enfermeras, apoyando con cariño y eficacia la lucha de los soldados.
Y por último, se ve bien reflejado el clima de persecución y de penalidades
sufrido por los creyentes laicos y misioneros católicos en el reino de Annam.
En suma, una novela donde no falta la acción, intriga, pasión y el marco histórico de una
guerra apenas conocida en la historia colonial española. Con un ritmo que
paulatinamente va in crescendo, hasta
momentos de máxima tensión que atrapan al lector y mantienen la atención hasta
la última página.
José Luis Gil Soto (Oliva de la Frontera, 1972), es Ingeniero Agrónomo por la
Universidad de León. Comenzó su carrera profesional en el campo de las energías
renovables y luego pasó a formar parte de la Administración Pública. Es autor
de múltiples guiones literarios y ha participado en diversas publicaciones de
carácter científico y divulgativo. Su primera novela, La traición del
rey (2008) vio la luz con un notable éxito. Con la obra La colina de las piedras blancas (2010) ha sido finalista del II
premio Caja Granada de novela histórica.