BAJO CIELOS INMENSOS
(The big sky, 1947)
A.B. GUTHRIE JR.
Trad.: Marta
Lillo Murillo
Ed. Valdemar,
col. Frontera, 2014
En
los albores del siglo XIX, los primeros no indios que transitaron por las
Montañas Rocosas fueron tramperos, comerciantes de pieles y exploradores. W. H.
Ashley, J. Bridger, Kit Carson, J. Colter, T. Fitzpatrick, A. Henry y J. Smith eran
algunos de estos expedicionarios, que recorrieron inmensas praderas y bosques
frondosos, navegaron por ríos turbulentos y lucharon o traficaron con diversas
tribus indias, incluso algunos se aclimataron a vivir temporadas con ellos,
aprendiendo su idioma y uniéndose con sus squaws.
En 1832, Bonneville llevó la primera caravana de carromatos a través de las Montañas
Rocosas utilizando Paso Sur, actualmente Wyoming. En 1841, James Sinclair,
factor jefe de Compañía de la Bahía de Hudson, guió a una partida de 200 pobladores y cruzó las Montañas Rocosas hacia
el Valle del Columbia. La disputa sobre el territorio de Oregón entre el Reino
Unido y los EE.UU. fue larga y conflictiva. En 1846 se firmó el Tratado de Oregon entre Gran
Bretaña y los Estados Unidos que adquirieron así los derechos sobre las tierras
del Distrito de Columbia al sur del paralelo 49. Esto son solo unas pequeñas
píldoras históricas para que el lector se haga una idea del panorama que había
en aquellos años en el Lejano Noroeste americano.
La
narración que nos ocupa se sitúa geográficamente en esta zona, durante la
transición entre una época y otra. Transcurre desde 1830 a 1847, trece años en
los que paulatinamente las cosas van a verse modificadas y los cambios serán percibidos
por los protagonistas, que ven cómo sus vidas van a cambiar, lo quieran o no. Toda
una magnífica evocación del final de un periodo idílico, de vida natural, y el
comienzo de otro, menos idílico aunque suponga un triunfo civilizador.
Tramperos,
montañeses (mountain men), cazadores
que, hasta comienzos del siglo XIX eran casi los únicos -junto a los indios- pobladores
de territorios inmensos y paisajes paradisiacos, van poco a poco viendo cómo lo
que ellos consideran su espacio es invadido paulatinamente por los granjeros y
por el progreso: el ferrocarril, los barcos a vapor, los cambios en el
comercio, etc.
Miles
de personas cruzarían las Montañas Rocosas siguiendo la ruta de Oregón a partir
de la década de 1840, que es más o menos cuando acaba la acción de la novela. Entre
1859 y 1864, se iba a descubrir oro en Colorado, Idaho, Montana, y Columbia
Británica, lo que provocaría varias un verdadero cataclismo inmigratorio: miles
de buscadores de oro y mineros exploraron cada montaña y cañón.
La
novela nos cuenta las aventuras de Boone Caudill, joven de Kentucky que huye de
casa en busca de su tío Zeb Calloway, un auténtico mountain man. Conoce casualmente a Jim Deakins, y ambos forjaran
una fuerte amistad decidiendo viajar al lejano e inexplorado Oeste. Después
entran en contacto con dos personajes: el traficante de pieles Jourdonnais y el
cazador Summers, con quienes se enrolarán en la barcaza Mandan que, patroneada por Jourdonnais pretende remontar el
Missouri hasta llegar a la lejana y peligrosa tierra de los «pies negros», en
las estribaciones de las Rocosas, para comerciar con ellos. Es el camino que ya
siguió la famosa expedición de Lewis y Clark (1804-1806), que cruzaron las
Montañas Rocosas siguiendo la ruta de los ríos Missouri y Columbia, a un lado y
otro de las Montañas.
Dividida en cinco partes, la novela narra
en la primera la huida de Boone, su primer contacto con Jim, las aventuras que viven juntos y separados.
La segunda, el embarque en el Mandan,
que desde St. Louis navegará Missouri arriba, (el río más largo de
Norteamérica) con la pequeña india Ojos de Cerceta, buscando negociar con su
tribu. La tercera narra las aventuras de Jim, Boone y Summers como cazadores en
el Alto Missouri. La cuarta, cuenta la vida de Boone en el poblado indio y sus
problemas con Jim, que casi muere de hambre en el invierno de las Rocosas. La quita
y última relata el retorno, no sabemos si definitivo o provisional, de Boone a
Kentucky para ver a su familia y al viejo Summers. El final queda abierto, como
el futuro insospechado que deparará cualquier cosa.
El narrador es universal, pero adopta los
cuatro puntos de vista: el de Boone, el de Jim, el de Summers e incluso el de
Jourdonnais. Le dedica mayor profundidad a Boone, que es el principal
protagonista. Pero traza muy bien las diferentes psicologías y situaciones
personales. Usa el lenguaje casi como si lo estuvieran contando ellos mismos,
al contar cada historia individual desde su punto de vista. Así, Boone es un
muchacho muy joven que se hace a sí mismo con las experiencias y vivencias en
estos años, pero cuyas aspiraciones se funden con las de la propia naturaleza
que le rodea, y por ello le es más fácil adaptarse al modo de vida indio. Jim,
algo mayor que él, si bien ama la naturaleza, no deja de desear la compañía
civilizada, si bien periódicamente necesita moverse y respirar aire puro. Summers
es mucho mayor, va de bajada. Si en los primeros años les acompaña y les sirve
de mentor, finalmente ha de dejar paso a los jóvenes y retirarse, aceptando en
su vejez una vida que siempre había rechazado. Jourdonnais trata –sin éxito- de
hacer el negocio de su vida, aunque su objetivo es enriquecerse para volver con
su familia y hogar.
De los cuatro, solo Boone no quiere
reconocer que los tiempos están cambiado, para ser el más joven, es el más
conservador y trata de mantener su estatus, se cree dueño de los vastos
territorios que le rodean y rechaza las oleadas de nuevos pobladores, a los que
ve como intrusos. Se comporta, pues, más como un indio, de hecho, viste como
tal y acepta sus costumbres. La vida, sin embargo, no le va a colmar de gozos,
sino que le traerá dolor y pena.
El estilo de Guthrie es llano y directo, a
veces aparentemente simple, tratando que
el lector se coloque en el punto de vista de cada uno. Pero de un modo u otro,
la novela es un canto a la naturaleza, a la vida natural, a los grandes
espacios donde el hombre es solo un elemento más, que debe luchar para
sobrevivir. Sus descripciones de paisajes crean un clima, un tempo, una emoción especial. Aventuras
hay muchas, la lectura se hace amena y emocionante, siendo la principal idea que
sobrevuela el texto el choque entre naturaleza y civilización.
Alfred Bertram
Guthrie (Bedford, Indiana,1901-Choteau,
Montana, 1991) y, aunque ejerció muchos años como periodista, finalmente se
dedicó a la ficción. Escribió novelas de misterio, cuentos infantiles, fábulas
de animales, ensayos y una autobiografía, y dedicó cinco novelas a evocar la
historia de Estados Unidos y su construcción como país. Aunque la segunda de la
serie, The Way West, recibió el premio Pulitzer en 1950, la
primera, Bajo cielos inmensos (1947), se considera su
obra maestra.
Bajo
cielos inmensos (The Big Sky) fue llevada a la gran pantalla por Howard Hawks en
1952 y se estrenó en España con el título de Río de sangre.