MARK TWAIN
Traducción: Mariano Peyrou
ILUSTRACIONES: PABLO AULADELL
Ed. Sexto Piso, 2016
Si el lector disfrutó
leyendo las aventuras de Tom Sawyer, disfrutará igualmente o más con esta
novela, donde el asilvestrado y semisalvaje Huck Finn, el principal amigo de
Tom, es en esta ocasión el protagonista y el narrador, en su lengua
barriobajera. Fue una de las primeras novelas
escritas en inglés americano: particularmente, el sureño. Esto no se puede
apreciar totalmente al leer una traducción, si bien el Peyrou ha conseguido un
estilo personal, informal y vulgar, dado que el chiquillo que narra es un
iletrado, apenas sabe leer y escribir lo elemental, vive una vida marginal y
usa el lenguaje de los vagabundos y outsiders.
Así como Tom Sawyer es una novela más
dulce, ingenua y cercana a la literatura infantil, ésta, por el contrario, se
acerca más a una novela picaresca, cargada de humor negro y de veladas o en
algunos casos explícitas críticas a un sistema segregacionista, una sociedad
donde los caraduras y los pillos medran, recreando al viejo Sur, el Sur que Twain
conoció en su infancia.
El protagonista comienza su narración en
el punto en que acaba la historia de Tom Sawyer. Ha sido adoptado por la viuda
Douglas, pero acostumbrado a la vida libre y salvaje, a las palizas de su
padre, a corretear sin restricciones, etc., el corsé de la vida civilizada es
insoportable para él. La intervención de su padre, un borrachín y vagabundo,
consigue separarle de la dulce viuda, lo que en principio no parece molestar
demasiado a Huck, hasta que, viendo que su padre lo mantiene encerrado en su
cabaña y esclavizado, sometiéndole a palizas día sí día no, decide huir.
La huida, cómo no, se realiza por el río.
El Mississippi convierte esta novela en el equivalente a una road movie: es el eje viario, el modo de
trasladarse entre las poblaciones ribereñas. Y la vida en el río crea un mundo
especial.
Huck se encuentra con otro huido: el negro
Jim, un liberto de la casa de Tom Sawyer que teme que lo vuelvan a esclavizar
y lo vendan, así que huye. Forman equipo
ambos, primero viviendo en una gran isla en el centro del río, y luego
construyen una balsa con la que viajan a la ventura, río abajo, tratando de
llegar a otro estado no esclavista donde Jim pueda vivir libre. Llegado un
punto se enteran de que en el pueblo donde vivían piensan que Jim ha matado a
Huck… y eso les hace correr y alejarse más rápido.
Las reflexiones que Huck se hace sobre la
esclavitud y sobre la “humanidad” de los negros no tienen desperdicio. Todo
impregnado de una fuerte ironía.
Aventuras las hay y constantemente, pero
esas mismas aventuras implican una descripción del país, sus costumbres y sus gentes… vistas desde la mirada de
alguien que está al margen, aunque muchas veces finja que es como los demás.
Cómo los negros se ayudan entre sí, cómo se someten a los blancos, cómo los
timadores abusan de la credulidad de gentes iletradas e ingenuas.
En su viaje por el río Jim y Huck se
encuentran con una pareja de timadores, que se les acoplan y les hacen creer
que son rey y duque respectivamente obligándoles a ayudarles en sus timos. Huck
hace varios intentos de escapar, pero infructuosos. Solo al final consigue
mediante un engaño salir libre de aquellos farsantes. Pero los problemas se
acumulan y el pobre Jim sufre las consecuencias de su situación.
Sin embargo, en los capítulos de la última
parte del libro, se produce un giro radical: aparece el propio Tom Sawyer, y
tanto él como Huck adoptan falsas identidades y comienzan una locura tras otra,
asumiendo Tom la iniciativa para rescatar al negro Jim. Ahí se puede observar
la diferencia de caracteres; mientras Tom es un chico con una imaginación
desbocada, completamente ajena a la realidad, casi quijotesca, Huck es el
contrapunto, el realismo puro y duro, el Sancho, si seguimos con la comparación
cervantina. Así, el final de la novela es una suma de despropósitos a cual más
enloquecido, en el que Huck no hace sino llevarle la corriente a Tom y seguirle
en sus iniciativas, si bien tratando de hacerle ver las cosas como son.
En suma, una novela sabrosísima, plena de
humor, y al mismo tiempo de fuerte crítica social. De imprescindible lectura.
Toda esta maravillosa
narración tiene una novedad, y es que está ilustrada por el excelente dibujante Pablo Auladell. Recrea las figura
traviesa y asilvestrada de Huck, la oscura de Jim, el paisaje del río, las figuras más duras de
los otros adultos, todo ello envuelto en tonos sepia con leves toques de color,
ocres y delicados azules agua para el gran río. Consigue crear un espacio
propio, cargado de lirismo y lleno de imágenes lúdicas, festivas, mostrando el
universo infantil. Siempre dentro del estilo que ya ha definido como propio en
otras muchas publicaciones, libros ilustrados o cómics.
Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), más conocido por su seudónimo Mark
Twain, era autor y humorista estadounidense. Twain creció en Hannibal,
Missouri, que proporcionó el escenario de Huckleberry Finn y Tom Sawyer.
Nació poco después de la
visita del cometa Halley, y predijo que iba a "salir con ella",
también. Murió al día siguiente de que el cometa regresó. Su ingenio y sátira,
en prosa y en el habla, se ganó los elogios de los críticos y compañeros. Fue
alabado como el "más grande humorista estadounidense de su época", y
William Faulkner le llamó "padre de la literatura norteamericana".
Pablo
Auladell (Alicante, 1972) es un reconocido
ilustrador que desarrolla su trabajo en el ámbito editorial. Ganador del Premio
Nacional de Cómic Injuve en 2000 y del Segundo Premio a las Mejores
Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles por el libro Peiter, Peter y Peer en 2005, cuenta ya
con una larga bibliografía de más de treinta obras, entre libros ilustrados y
tebeos.
Fuensanta Niñirola