J.L. GIL SOTO
Ed. Kailas, 2016
¿Qué tendrá el Poder que a todos seduce, a
todos corrompe y a todos intimida? Unos resisten más la tentación, y otros,
menos, insaciables en sus ansias de dominio. Esta que comentamos hoy es una historia
de luchas por el poder, y en ella destacan personajes que fueron poderosos, muy
poderosos, aunque, como podremos apreciar, cuanto más alto se sube, mas dura es
la caída.
Nos encontramos ante una obra muy
ambiciosa, cuyo eje lo compone, de forma novelada, la vida de Manuel Godoy
(Badajoz,1767-París,1851), de quien su paisano Gil Soto ha decidido presentar
una visión más realista y menos ideologizada. Muy ambiciosa porque, aunque el centro
de la misma es la figura de Godoy, el Príncipe
de la Paz, en realidad lo que el autor hace es mostrar momentos
importantísimos de la historia política española desde la subida al trono de
Carlos IV hasta el comienzo del reinado de Isabel II en España. Godoy fue,
efectivamente, el último de los validos del Antiguo Régimen, un hidalgo
ascendido a aristócrata, que a los veintipocos años accedió al poder de modo
meteórico, y sin embargo, a pesar de su juventud supo qué hacer con el poder
acumulado, puesto que era un hombre con ideas nuevas, ilustrado, con decisión y
valentía, lo que se dice un hombre de Estado; si bien quedó atrapado entre dos
mundos, uno en pleno derrumbe y otro naciente. Lo que se nos presenta, pues, es
una historia del tránsito de un régimen político a otro, tras la eclosión de la Revolución Francesa.
Una época llena de interés, de luces y sombras, como todas las épocas de cambio
de paradigma.
Así, en esta obra la frontera entre la
novela y el ensayo histórico es difícil de discernir, ya que, si bien tiene
forma novelada, en realidad gran parte de sus capítulos relatan los hechos
históricos presentados desde un punto de vista principal (el de Godoy) y otros secundarios:
los Reyes, el Príncipe Fernando, Napoleón,…contado de modo ameno, correcto y
muy bien documentado. Pero no encontraremos apenas ficción en el sentido novelesco,
y prácticamente todos los personajes –si exceptuamos a los sirvientes, aldeanos
y demás personajes ocasionales- son reales, por lo que la ficción apenas tiene
cabida como tal si lo que se pretende es la fidelidad a los hechos, y el autor
insiste en su preocupación por esta fidelidad en su nota final. Algunos hechos,
sin embargo, de los que destacaría el
Motín de Aranjuez, sí están narrados de modo novelesco, y con gran fuerza, por
cierto. La primera guerra contra Portugal, el desastre de Trafalgar, la
conjuración del príncipe Fernando contra su padre, los encuentros con Napoleón
y la salida de la familia real hacia el exilio…son tramos novelescos bien
engarzados con el resto de la narración.
El pacense Gil Soto se ha basado tanto en
las Memorias de su paisano como, y sobre todo, en la correspondencia mantenida
por Godoy, a la que ha podido tener acceso gracias a la familia descendiente de
los Condes de Peñafiel (descendientes de la unión de Godoy con Pepita Tudó) y, por supuesto, en los documentos oficiales.
Es decir, la fiabilidad histórica parece estar garantizada, si bien a expensas
de la ficción. De un modo u otro, es una
obra muy destacable, que mantiene el interés y trata de presentar distintos
puntos de vista para que la figura de Godoy, tan controvertida históricamente, reciba
un tratamiento justo y honorable. No excusa a Godoy de sus errores, ni de su
altanería y ambición, pero asimismo destaca su labor como gobernante y como
consejero real, así como persona ilustrada y con un gran interés por la cultura
y el progreso. Todo el tratamiento que le da a su figura una vez llega al
exilio (Francia, Italia, otra vez Francia…) se centra el cuestiones relativas a
la relación fiel hacia los reyes desterrados y en su vida personal, a su honor,
siempre intentando que le reconocieran sus aciertos políticos en vez de
achacarle todos los males del país a su sola persona.
Durante muchos años se ha seguido
presentando la figura del valido de Carlos IV como un advenedizo, un delincuente
con ansias de grandeza y cuyo papel era hundir a España. Esta versión, fue
creada y alimentada en su día por los cortesanos que rodeaban al futuro
Fernando VII y por éste mismo, que creyó desde el primer momento que la
relación casi filial que los Reyes mantenían con el valido concluiría por
usurparle el puesto. Así pues, conforme aumentaba el poder de Godoy, aumentaban
sus detractores y corrían los bulos y las calumnias. Quedan muy visibles en
esta narración los entresijos del poder político, la Corte y sus envidias,
rencores, ambiciones, la ignorancia generalizada de la población analfabeta, a
expensas de las manipulaciones con que las camarillas políticas les dirigían.
Cómo se gesta el Motín de Aranjuez, cómo
se gesta la invasión de España por las tropas napoleónicas, las constantes
disensiones entre ilustrados, más cercanos a Francia o a Inglaterra, formando
facciones enfrentadas y con las que tenía que bregar el Secretario de Estado:
Godoy. Todo ello está expuesto al lector
de modo a veces relatado y a veces dramatizado,
pero bien hilvanado.
El título hace referencia a Fernando VII,
obviamente, y la narración toma ese punto como el más álgido, tras el cual se
hace una inflexión y la historia discurre después en una suave pendiente que muestra la decadencia
del poderoso y el trato infligido conforme sus apoyos y valedores le van
abandonando.
Manuel Godoy es presentado en su faceta de
animal político desde su juventud, y descrito como un hombre hiperactivo,
controlador, mujeriego, amante de la buena vida, de las riquezas, del arte, deseoso
de favorecer a sus familiares y amigos, con los que se muestra siempre
generoso. Con una lúcida visión
política, se hace cargo de todo ante la indolencia e indecisión de un Rey que
no ve más allá de sus narices. Sin embargo, no supo o no pudo valorar a sus
enemigos lo necesario para protegerse. Principalmente, al príncipe Fernando,
cuyo inveterado odio, alimentado por su camarilla, provocó el conflicto con
Francia y la caída repentina de la Monarquía y por ende, de Godoy.
Resumiendo, un libro muy interesante, bien
escrito, bien documentado y que se lee con gusto.