LA GOLETA DE HELICE ISABEL FRANCISCA
Anexión y guerra de Santo Domingo
LUIS DELGADO
BANÓN
GOOD BOOKS, 2017
(Volumen 28 de
la saga marinera española)
“Nos
llamaron por necesidad, no por afecto, y después nos combatieron por
desencanto, no por odio.”
(D. Pedro Novo y Colson)
Cambio
de escenario: del sudeste asiático, donde se enmarcan los dos últimos volúmenes
de la Saga, saltamos al Caribe. Y saltamos a la siguiente generación de
Leñanzas, la quinta. Este nuevo volumen de la Saga sigue ambientado a mediados
del siglo XIX, en años en los que tienen lugar una serie de operaciones navales
de dispar importancia y resultados para la Real Armada y España. Estas acciones
navales ocurren durante los años de la
operación en Cochinchina, tema del volumen 27 y que protagoniza Beto Pignatti
Leñanza, tío del protagonista de esta narración, Santiago Leñanza II, que
inaugura la quinta generación. Varias de esas operaciones que coinciden en esos
años están focalizadas en el Caribe, siendo la central de ellas la anexión de
Santo Domingo, aunque también tenga su importancia, por la movilización de
buques y hombres, la llamada operación de castigo a México. Simultáneamente
tendrán lugar acciones en Marruecos, pero en esta obra quedarán en segundo
plano.
La
narración comienza en 1858, con el brigadier Francisco Leñanza (III) celebrando
el treinta cumpleaños de su hijo, el teniente de fragata Santiago, en el primer
capítulo de la novela. Hay, pues, dos generaciones Leñanza en juego, aunque el
protagonismo directo lo va a tener Santiago.
El relato abarcará siete años aproximadamente, en los que suceden muchas
aventuras en aguas caribeñas y antillanas. El primer plano y objeto de esta
nueva entrega se enmarca en el Caribe: la anexión de Santo Domingo y las
operaciones de castigo en México, como veremos.
La
República de Santo Domingo, independiente de España, se veía en conflictos
permanentes con su vecina Haití, y también observaba con temor el posible
expansionismo de EE.UU. ¿Qué hacer? Recurrir a la Madre Patria… pidiendo la
anexión. Un recurso interesado, obviamente. O’Donell se tomó su tiempo para
decidir si apoyaba o no esa petición, porque tenía demasiados frentes a los que
acudir, y tampoco se fiaba de que acceder a los requerimientos dominicanos
fuera una opción correcta y beneficiosa para España. Pero los dominicanos se
adelantaron y a los hechos consumados no hubo más opción que afrontarlos y
mandar tropas. Esta intervención resume la situación:
“(…) España, por una parte, pretende el pago de la importante
deuda y la necesidad de que el Gobierno mexicano se excuse con los daños
recibidos por tantos españoles, además de reponerles sus bienes. Pero por otra
parte, pretendemos reafirmar nuestro prestigio perdido como antigua Metrópoli
de gran parte de América, lo que ayudaría a prevenir la posible pérdida de las
Antillas españolas, Cuba, Puerto Rico y, ahora también, Santo Domingo. Sin
embargo, no es menos cierto que algún partido político sueña con establecer una
monarquía en México, pero con un príncipe español. Y entiendo que se trata de
una idea bien posible y que además se ciñe a los tratados iniciales suscritos
entre España y los nuevos dominantes del antiguo virreinato de Nueva España.”
Por
esos años se decidió el envío de la Real Armada con tropas del Ejército en
expedición de castigo a México, bajo el mando del general Prim. Como ésta era
una operación conjunta con Inglaterra y Francia, para obligar a México a
cumplir con sus deudas internacionales, ocurrió lo de siempre: los franceses
acabaron por llevarse el gato al agua, aunque más tarde les saldría el tiro por
la culata, fracasando en su descabellado intento de establecer un emperador
francés en México. Pero esto es otra historia.
España
hizo un intento de volver a sus antiguos territorios aprovechando la petición
dominicana y se lanzó, con tropas, avituallamiento, armas y barcos a una tarea
que desde el principio no tenía visos de futuro, anticipando en unos años el
desastre de Cuba y Puerto Rico.
“-España suele caer rendida en amores platónicos y
desinteresados, que acreditan nuestra legendaria generosidad. En la patria de
Cervantes, el tipo de su ingenioso hidalgo no se ha extinguido todavía y
probablemente no se perderá jamás. En las primeras tentativas de Santo Domingo
para la reincorporación a España, además de los cálculos políticos, de
interesadas miras y de cábalas de un partido, de una logia o de un hombre
determinado, además de su permanente temor a Haití, había algo parecido a un
amor pasajero y romántico que suele nublar la mente de los más cuerdos. Pero
primaba verse por siempre libres del acecho de Haití. ”
Nuestro
protagonista, Santiago de Leñanza, a bordo de una goleta saltarina, prueba el
sistema de hélice contra viento y marea. Tormentas, marejadas, bajíos, e
incluso nieblas espesas que causan sorprendentes encuentros… todo ello vivirá
el lector siguiendo las aventuras de Leñanza. Y sus aventuras no solo tienen
lugar en la mar, sino también en tierra ha de pasar algunos apuros y otros
momentos que no son de apuro, sino de placer. Porque a este Santiago le atraen
las mujeres en demasía, y no puede sustraerse a sus encantos. Eso sí, la vida
matrimonial no le interesa demasiado… veremos si es capaz de cambiar de opinión
a lo largo de esta narración. Porque motivos no le van a faltar.
Y
así, entre conversaciones marineras y
narración, el lector tendrá noticia de hechos históricos que no son demasiado
conocidos, y que el autor considera relevante sacar a la luz porque son
acciones protagonizadas por la Real Armada, siempre olvidada en los libros de
Historia.
Fuensanta
Niñirola
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