RAÚL
BORRÁS SAN LEÓN
B
de Books, 2017
Primera novela del autor, el cual ya tiene en su haber
diversos relatos de tema histórico, algunos premiados. Interesante recreación
del drama que supuso el abandono definitivo de Filipinas como colonia española.
La narración está compuesta de diversas partes entrelazadas, a saber: una
especie de dietario en el que se cuenta pormenorizada la vida de los sitiados
en Baler; los movimientos de sus sitiadores; las reacciones en Madrid respecto
a la guerra con EE.UU. y la ignorancia respecto a Filipinas; y los movimientos
y reacciones del Ejército español en Manila.
A cargo de un destacamento de 50 hombres, soldados del
Segundo Batallón de Cazadores, cuyo jefe era el teniente Juan Alonso Zayas,
embarcan junto al Capitán Enrique de las Morenas, comandante político-militar
del distrito Príncipe, hacia Baler, con la orden de relevar por dos meses a los
400 soldados emplazados allí. Y en Baler al cabo de poco tiempo, habrá un
levantamiento de independentistas filipinos, y permanecerán asediados,
atrincherados en la Iglesia, durante 337 días.
Respecto a los hechos, lo curioso y difícilmente creíble
del caso Baler fue precisamente la reacción de los poderes fácticos españoles,
y cómo la prensa fue el desencadenante final. También resulta sorprendente la
posición recalcitrante de los españoles sitiados, negándose a creer lo que les
informan tanto filipinos como españoles: que la guerra se ha acabado y España
ya no domina Filipinas. Pero así fue. En la mente de los bravos soldados y de
sus oficiales, no cabe la palabra rendición, no cabe la idea de que España haya
perdido su poderío.
La fuente más conocida sobre el sitio fue la elaborada por
el teniente Martín Cerezo en «El
sitio de Baler», publicado en 1904. Así, el autor utiliza unas
imaginarias cartas de Martín Cerezo a su esposa como uno de los elementos de
unidad narrativa, que alternarán con el día a día narrado impersonalmente, así
como con textos contando los esfuerzos de la esposa de De Las Morenas por saber
algo de su esposo y tratar de repatriarlo. Otros textos relatan las gestiones
del periodista de El Imparcial, Higinio Algar
(personaje de ficción) cuyo tesón lleva a remover el caso y tratar de que vayan
a convencerles de salir. Salvo pocos personajes de la novela, la mayoría de
implicados directamente en el asedio, son nombres correspondientes a personas
reales.
A partir del momento en que estalla la rebelión en Baler,
el batallón, junto al médico y los religiosos se refugiarán y defenderán tras
los gruesos muros de la Iglesia, que será un excelente bastión, desde donde los
bravos soldados, bien pertrechados y armados en un primer momento, mantendrán a
raya a sus sitiadores filipinos, mucho más numerosos. El relato va
presentándonos al detalle a los distintos personajes, mediante diálogos y
actuaciones les va definiendo; el autor resulta muy ameno y pone un toque
costumbrista y colorista. Sabemos de sus costumbres, problemas cotidianos, sus
ideales, dudas, miedos, las relaciones que mantienen entre ellos.
Pero el tiempo pasa y los dos meses previstos para su
relevo quedan atrás; nadie llega, no hay noticias, y las que llegan, provienen
de los filipinos y nadie entre los sitiados les cree. Aunque la moral de la
tropa se mantiene en alza, hay altibajos: se producen algunas deserciones,
algunos van muriendo en los tiroteos, pero lo peor ocurre cuando se declara una
epidemia de beriberi, terrible enfermedad que el pobre e incansable doctor
Vigil no sabe, a pesar de sus esfuerzos, cómo combatir, y que se cobra
numerosas vidas hasta que consigue, casi por azar, encontrar un remedio para
frenarla. Caen soldados …y oficiales, de un modo terrible.
La vida dentro de los muros de la Iglesia irá
degradándose; se producirán momentos de tensión, habrá más intentos de
deserción; los alimentos van disminuyendo y la situación se hace cada vez más
insostenible. Sin embargo, también hay situaciones que elevan la moral, como
cuando algunos soldados hacen arriesgadas salidas para misiones de importancia,
como ampliar la distancia respecto a las trincheras enemigas o conseguir
alimentos frescos, cuando ya van necesitándolos desesperadamente.
La intervención del periodista de El Imparcial remueve el caso y la noticia del asedio sale a la luz.
Y a partir de ahí habrá una serie de intentos de convencer a los sitiados que
Filipinas ya no pertenece a España, traspasada a EE.UU. al perder la guerra.
Militares españoles, norteamericanos, y filipinos van desfilando sin que Martín
Cerezo, a la sazón al mando del batallón, dé su brazo a torcer. La lectura de
la prensa será, finalmente, el detonante, y a los 337 días los españoles se
deciden a salir y rendirse, llegando a un acuerdo con los filipinos.
Realista relato que, además de su interés histórico, pone
el acento en las personas, que en una situación tan dramática y en un espacio
reducido han de convivir tanto tiempo. Narración quizá alargada en exceso,
llega a provocar en el lector la sensación de agobio y tensión que describe. Raúl
Borrás, sin embargo, mantiene un buen equilibrio entre los momentos de acción,
bien narrados y con fuerza, y los momentos de calma, que son muchos, aunque
también consigue transmitir la tensión que se va generando entre soldados y
oficiales, entre oficiales y religiosos, y entre la misma tropa. En suma, un
libro que merece la pena ser leído con interés.
Fuensanta Niñirola
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