I MESA REDONDA :
NOVELA HISTÓRICA ¿ENTRETENER O APRENDER?La primera mesa redonda fue presidida ante un nutrido público por Claudia Casanova, Josep Asensi y Luis Delgado Bañón. (una dama y dos leones).Y he de resaltar que los tres fueron alternando sus intervenciones de un modo muy ameno, relajado y muy bien combinado, de manera que el público asistente se animó a dar también sus opiniones con lo que, realmente, a pesar de estar separados por una mesa rectangular, el resultado fue lo que el título prometía: una verdadera mesa redonda.
Comenzó, derrochando simpatía, la dama, Claudia Casanova, economista, editora de Ático de los Libros/Principal de los libros, y autora de las novelas históricas medievales La dama y el león y La tierra de Dios. Nos habló de la compaginación del trabajo como editora y como autora, de la distancia que necesariamente se ha de marcar éntrela documentación y la escritura de una novela. Destacó la responsabilidad del escritor y se preguntó si es tarea o no del escritor suplir la ausencia de educación histórica del lector, ausencia actualmente muy extendida. Los autores de novela histórica han de evitar crear falsedades.
Luis Delgado, capitán de navío, director -hasta su reciente retiro- del Museo Naval de Cartagena, autor de la Saga Marinera Española y otras muchas obras de ensayo y de ficción, remarcó el difícil equilibrio que la novela histórica debe tener entre el entretenimiento que como novela es imprescindible y la posibilidad de enseñarnos historia que se desprende de sus páginas.
Y recordó las palabras de Vargas Llosa en el sentido de que el novelista debe entretener, pero a su vez se declaró como un obseso de la documentación, que en ningún momento debe frivolizarse.
Obviamente, hay hechos históricos de pueden exponerse desde distintos puntos de vista, y citó el caso de Trafalgar y el famoso Nelson Touch o Maniobra de Nelson, alabada por británicos y denostada por españoles, así como también las numerosas obras sobre historia naval escritas por británicos que escoran la información hacia su bando. No ha de ser el novelista un profesor de historia, puede tomarse ciertas licencias, pero tampoco debe desinformar gravemente.
Entre el público, ya lanzados al diálogo, Javier Baonza aportó la idea de los distintos puntos de vista desde los que se puede abordar la historia, y sugirió que aunque siempre ha sido objetivo de la novela entretener, ahora se le ha dado la vuelta y se quiere extraer demasiado de ella.
Alejandro Mohorte abundó en que una buena novela puede ser la vía de acceso a la historia, en muchos casos, y Txema Gil protestó un poco de que la mayoría de los escritores de novela histórica no suelen ser historiadores, a lo que Claudia apostilló que es más difícil que un historiador deje de lado sus hábitos para abordar la historia y escribir novela como un novelista. Luis sugirió que cuando se encuentran momentos históricos en los que falta la documentación es cuando se deja volar la imaginación novelística.
Fernando Lillo recordó que un escritor siempre quiere decirnos algo: docere, deleitare, movere. Juanrio primó el entretenimiento en la novela, aunque lo ideal es encontrar el equilibrio entre lo real, lo sospechado, lo sugerido y lo ficticio.
Eva Marcos apuntó el tema de la honestidad del autor: que no se engañe al público, que se le advierta de lo que es ficción y lo que es dato real.
En suma, un animado y feliz intercambio de opiniones sin llegar a las manos, sin insultos ni peleas, lo cual fue saludado gozosamente por los ponentes
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