I JORNADAS DE LITERATURA HISTÓRICA DE HISLIBRIS EN EL MUSEO
L’IBER DE VALENCIA
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El fin de semana del 19 al 21 de octubre han
tenido lugar en el magnífico espacio del Museo L’Iber, (el palacio de Malferit)
las primeras Jornadas de Literatura Histórica que Hislibris ha organizado en
Valencia.
Para iniciar lo que nos gustaría
que tuviera una continuidad en el tiempo, resolvimos elaborar un programa que
diera un paseo por todas las épocas en que la Historia suele clasificarse,
reclutando para ello a diversos autores españoles que tratan de cada una de las
épocas, previa una introducción que hablase de los diversos géneros dentro de
la literatura histórica, y un epílogo que considerase la problemática editorial
actual en España.
En primer lugar y como aspecto
general, una vez ya realizadas las Jornadas, he de destacar el apoyo y el
impecable trabajo del equipo del Museo y su director, Alejandro Noguera, que no
sólo nos ha acogido en su bellísimo e incomparable interior, sino que nos ha
ayudado en todo momento con la parte técnica, rebosantes de simpatía y
paciencia, puntuales y al pie del cañón en todo momento.
En segundo lugar, destacaré
también que la respuesta de los autores ha sido generosa y espléndida en su
participación, tanto los ponentes como los autores que han estado entre el
público, viajando desde diferentes puntos de la península e incluso desde las
Islas Afortunadas; asimismo, el público ha llenado completamente la sala del
Museo destinada a las mesas de debate y mesas redondas, participando
activamente con sus preguntas y sugerencias. Agradecemos también a todos ellos
su amable participación y el clima que han mantenido en todas las sesiones: un
clima de cordialidad, de libre intercambio de ideas y opiniones siempre
respetándose mutuamente. Un clima al que estamos acostumbrados en Hislibris y
que deseábamos transmitir aquí también.
Dicho esto, paso a resumir las
intervenciones en las diversas mesas.
De la presentación formal, salutación
y bienvenida al público, se ocuparon Alejandro Noguera, como anfitrión, además
de Ángeles Pavía y yo misma como organizadoras la toda la logística:
contacto con editoriales y con escritores, búsqueda de restaurantes con los que
acordar precios ajustados, localización de hoteles para aconsejar a los
foráneos, etc.; organización en general de los detalles externos al propio
Museo.
La primera mesa, moderada por
Ángeles, fue la Mesa de Géneros, ocupada por los valencianos Eduard Mira, Isabel Barceló, Juan Miguel
Aguilera y el tinerfeño Antonio
Cabanas. Comenzó Isabel, abordando el tema de la relación mito/historia,
cómo el mito subyace en las raíces
profundas de la cultura, con su carácter legendario y aventurero, aventura
exterior y a la vez rito iniciático interior. Analizó el papel del héroe en
la narrativa mitológica, así como los personajes secundarios que le rodean.
También destacó la importancia de la documentación, puesto que todo mito tiene
una base real, en hechos históricos arcaicos, destilados a través de los
siglos, hasta que nos llegan a nosotros.
Eduard Mira hizo una brillante
disertación sobre la interrelación del mito con la historia, asegurando que las
clasificaciones son posteriores y convencionales, y que en la novela histórica
cabe casi todo, aportando el novelista lo que no puede hacer el historiador o el
arqueólogo, más limitados a las pruebas documentales o de campo. La elección de tema, época y lengua no es
gratuita, tiene mucho que ver con la personalidad del autor y sus intereses
emocionales e intelectuales. El autor
parte del presente, por lo que hay que llevar cuidado con no caer en lo que
se viene a llamar “presentismo”.
Éste es un aspecto que se repite en casi todas los debates.
Antonio Cabanas, apasionado de
Egipto, marco de todas sus novelas, habló de su concepto de novela histórica,
hizo un repaso de la novela histórica desde Homero hasta Cervantes y después
hasta su paisano Pérez Galdós, destacando el aspecto pedagógico a la vez que de
entretenimiento, sin abrumarle con demasiada información que puede obtener por
otra vía. También la búsqueda de reproducir
sentimientos y emociones universales. Habló de las dificultades de
ambientación y documentación, y nos contó de por qué había elegido a Akhenaton
para su última novela, y aseguró que hay que aprovechar los huecos de datos
para poder ficcionar.
Juan Miguel Aguilera, que empezó
escribiendo ciencia-ficción y más tarde cambió a la novela histórica, afirmó
que escribir una novela es, en principio, un ejercicio de libertad, por lo que
el autor, en su opinión, puede saltar de un género a otro sin cortapisas,
mientras la narración atrape al lector, sea coherente y verosímil, para lo que la parte documental debe estar
muy bien cuidada. También sacó a relucir el tema de las ucronías, los cambios de perspectiva espacio-temporal, y la
introducción del elemento mágico en la
novela histórica, entre otros temas.
Tras un interesante debate entre
el público y ponentes, presenciamos en el patio de entrada al Museo una
estupenda exhibición de esgrima
de los siglos XIII, XV y XVIII a cargo del grupo Tercio Viejo.
Compañía Alonso de Contreras. Después
un numeroso grupo nos fuimos a cenar a un restaurante cercano, donde pasamos un
rato agradable y divertido.
El sábado ha sido el día más fuerte: cuatro mesas redondas, dieciséis
autores en total, dos por la mañana y dos por la tarde, con una multitudinaria
comida, buenísima, en medio.
La primera sesión, la mesa de Antigua, (cuyo principal asunto era el de
la documentación) estaba compuesta por Teresa Simal, Javier Negrete, Javier
Pellicer y Yeyo Balbás. Moderó Alejandro
Noguera. Alejandro situó el tema describiendo las clases de fuentes
para esta etapa histórica: textuales, arqueológicas, y también iconográficas.
Y apuntó que lo importante es sumergirse en la mentalidad del personaje que se
trate.
Comenzó Teresa, hablando de sus motivaciones personales para escribir esa
obra y de la documentación manejada y la elección del tema, espacio y lugar.
Trata el tema de Akhenaton, de la princesa Merit Amon y Moisés. Al parecer, el
personaje de la princesa le produjo una especie de empatía que le hizo
decidirse a escribir.
Javier Negrete describió a la Antigüedad como una “vasta zona de
niebla”, lo cual para un novelista es un campo estupendo que le permite
rellenar con la imaginación, aunque para un historiador sea un quebradero de
cabeza. Habló de fuentes como Herodoto, que él mismo duda de las
informaciones o anécdotas que recaba, o de Tucídides, el mayor historiador de
la Antigüedad, que vivió la época que describe, con las ventajas e
inconvenientes, y que sin embargo, considera la historia como reyes y batallas.
Los datos nos llegan de un modo siempre parcial, por lo que no debemos dar
crédito absoluto. Lo que le gusta a Negrete es imaginar “qué hubiera sucedido
si alterásemos algún factor histórico”.
Javier Pellicer, algo inquieto por la presencia de autores más veteranos
que él, nos explicó las dificultades –añadidas a la del autor primerizo- de
documentación para la época de su novela, los íberos y cartagineses, ya
que las referencias que tenemos provienen del lado romano y griego, aunque lo
que sí hay son datos provenientes de la arqueología. Hay, sin embargo muchas
lagunas sobre el interior de la Península Ibérica. Tito Livio, una de las
fuentes usadas, es muy dramático, casi literario, lo que no le hace demasiado
fiable. Comentó diversos detalles sobre su obra y como había tenido que elegir
entre diversas interpretaciones históricas.
Yeyo Balbás planteó las dificultades de entrar en la mentalidad de la
época y la dinámica social, puesto que las crónicas o documentos históricos
reflejan la mentalidad del que lo escribe, además del sector social al que
pertenece. Lo cual nos lleva al problema del “presentismo”, que ya hemos
citado anteriormente. Los detalles de la vida cotidiana le interesan
sobremanera, aunque presenten bastantes dificultades. Yeyo busca la
verosimilitud. En el diálogo que siguió, se trató el motivo por el cual un
autor elige una u otra época, por qué los españoles suelen elegir tanto Grecia
y Roma; y también se habló de los problemas del estilo, si usar más diálogo o
estilo indirecto.
En la siguiente mesa, de Medieval, moderada por Antonio Penadés,
intervinieron: Guillermo Galván. Ramón Muñoz, Miguel Angel Badal y Sebastian
Roa. El tema era la figura del caballero medieval.
Guillermo Galván, que nos habló de la época visigoda y centro su atención
en Leovigildo, Recaredo y Hermenegildo, destacando el clima de conflicto entre
la religiosidad arriana/cristiana, pero
también entre las posiciones políticas y luchas de poder. Trató de acabar con
la leyenda negra de la muerte de Hermenegildo, y nos situó en el panorama que
traza su novela.
Ramón Muñoz se centró más en el asunto de la mesa, el caballero medieval,
y realizó una intervención muy acertada, planteando los tipos de caballeros: el
campeón y el caudillo, tanto cristianos como musulmanes, y nos describió
cada tipo, y sus características. También destacó un elemento clave y marco de
la acción en la época altomedieval, que es la que más ha estudiado: la
frontera, la línea fluctuante entre dos mundos.
Miguel Ángel Badal nos situó en tierras gallegas en el siglo XI,
pintándonos un paisaje lleno de incursiones vikingas, vasconas, musulmanas, y
donde destaca el papel de dos importantes personajes caballerescos: el
conde Rodrigo Romariz que ha de recurrir precisamente a vikingos (los
lordemanos/normandos) para defenderse de las presiones y acoso al que lo
sometían; y por otra parte, al obispo Cresconio, protagonista central de la
novela y que aunaba los valores eclesiásticos junto a los guerreros.
Finalmente, Sebastian Roa incidió en primar la parte novelada sobre la a
veces excesiva parte histórica, remarcando que con las novelas podemos
despertar el interés por la historia, pero no aprender historia. También
destacó que los caballeros no eran una idea exclusivamente medieval, y que entendía que desde la Ilíada
hay ejemplos de caballeros, aunque fue con la novela de caballerías con la que
se hicieron verdaderamente populares.
Tras ambas sesiones, y el debate posterior, muy animado, hubo una comida (¡paellita,cómo
no!) en la que abundó el ambiente distendido y simpático.
Por la tarde la primera sesión, moderada por mí,
contó con los siguientes invitados: los novelistas Fernando de Villena,
Baltasar Magro, Luis Zueco y el historiador Alfredo Alvar.
El granadino autor Fernando de Villena nos leyó su intervención –tras la
cual hubo de marcharse, por problemas de horario―y habló muy bellamente sobre
la creación literaria, los diversos estilos y su equilibrio con la acción
narrativa, el concepto de prosa, el barroquismo y el surrealismo y la
libertad de autor para tomarse las necesarias licencias en su escritura.
Baltasar Magro –que también hubo de marcharse antes de finalizar la
sesión- incidió más, en una intervención plagada de golpes de humor y
vitalidad, en el tema de las intrigas y las luchas políticas, contándonos de
los personajes que presenta en sus novelas, que van desde el Duque de Osuna, a
Quevedo y acabando por Juanelo Turriano, polifacético artista e ingeniero del
XVI. Recrear la historia primando los aspectos emocionales, entusiasmar al
lector, poniéndose en la piel de los
personajes, es lo que considera primordial.
Alfredo Alvar nos dio una lección magistral amena y jugosísima, rebosante de humor,
mostrándonos el punto de vista del historiador (que, por otra parte, no es
único, sino que admite diversas posiciones). Destacó la historia narrativa, que
busca la verdad de los hechos, no la verosimilitud. Habló de diversas
corrientes historiográficas, de los problemas de la documentación y del recurso
a las fuentes, refiriéndose a su último libro, sobre la vida de la emperatriz
Isabel.
Finalmente, Luis Zueco habló largamente de las intrigas en la época de
los Austrias, comentó su libro sobre la gran batalla de Lepanto, presentándola
como la última gran batalla del Mediterráneo, y el panorama en la España de la época,
describiendo los cambios de afrontar la guerra respecto a las guerras
medievales.
La siguiente y última sesión, la mesa de Contemporánea, moderada por Gabriel
Castelló con mucho gracejo, y atinadas preguntas, contando a su alrededor
con Mario Escobar, Miguel Aceytuno, Víctor San Juan y Guillermo Galván.
Mario Escobar habló sobre la ingente cantidad de datos e información de
la que disponemos para esta etapa histórica, lo cual limita mucho la parte
ficcional, Y además, tiene el problema añadido de la enorme politización. Habló
de los grandes novelistas históricos, llegando hasta Pérez Galdós y a Gore
Vidal. Apuntó la idea de captar en sus novelas el espíritu español,
siempre dividido en dos bandos, y primó
que se hable del ciudadano de a pie, como protagonista cotidiano.
Miguel Aceytuno introdujo el tema de la novela histórica naval, citando a
Luis Delgado como ejemplo y modelo de lo que se puede hacer con la historia
contemporánea y el mar. Abundó también (este es un tema recurrente lo largo de las sesiones) en tratar de expresar
la pasión y emoción con las novelas, manteniendo la coherencia narrativa,
claro. Y valoró el lenguaje marinero, que crea un sabor especial a esas
novelas.
Víctor San Juan también escritor de temas navales y contemporáneos, consideró que hay una cierta dificultad para
llegar al público precisamente por el lenguaje naval, poco conocido,
Habló de las distintas visiones de Trafalgar
y de las novelas marineras escritas por no marinos, lo que crea
problemas de verosimilitud.
Guillermo Galván, convino en que la abundancia de información restringía
el campo de la imaginación, en las novelas de marco contemporáneo; habló de dos
de sus novelas, en la que trata el tema de la guerra civil, la guerra
de Argel y la OAS; también de otra novela en la que trata la muerte de
Canovas y el ambiente previo al 98.
En general, concordaron todos en que no es muy conveniente usar a
personajes excesivamente conocidos, sino presentarlos de forma indirecta, por
medio de personajes de ficción. También se comentó mucho acerca de los tipos
literarios del “bueno” y el “malo”, tema que suscitó bastantes
intervenciones.
El último día, la sesión matinal del domingo, estuvo dedicada al tema de
la edición, y hubiera podido continuar eternamente, las intervenciones se
sucedían y no había manera de pararlas. Antes de empezar, Ana Camacho,
de la empresa ValenArts, nos mostró un vídeo para publicitar los trailer books,
como un método que cada vez se va imponiendo más en las promociones
editoriales.
Tras ello, Ángeles Pavía
presentó al grupo de ponentes: la escritora Eva García Saenz, el
editor de Evohé Javier Baonza, la editora y agente literario Susana
Alfonso, del Buho de Minerva y el también editor Mauro Guillén.
La primera intervención correspondió
a Eva, que nos dejó pasmados con la narración del proceso, paso a paso,
que siguió desde la escritura hasta la publicación en papel de su novela, La saga de los longevos. Proceso que
acabó en un final feliz, pero que exigió de la escritora una gran dedicación,
una voluntad férrea y una tenacidad enorme. Y además una inversión económica,
que, afortunadamente se ha visto recompensada con creces. Pero todo, incluido
el proceso de autoedición, fue llevado a cabo de un modo muy
profesional.
La siguiente intervención, Susana,
nos bajó un poco a la tierra asegurándonos que esto no es lo habitual y que
cuesta mucho tiempo y grandes dosis de paciencia llevar a buen término una
empresa como la que ha abordado Eva y que muchos otros autores han intentado
sin éxito. Recomendó la figura del
agente como intermediario entre el autor y las editoriales, pues ello da
unas garantías que no proceden si el autor se presenta directamente. También
insistió en una buena campaña de marketing.
Mauro, por su parte, se mostró más optimista, pero por otra parte
decidido a desengañar al auto-editor, o al menos, a convencerle de regirse por
criterios férreos de corrección y maquetación ajenos, y a ser posible, a conseguir una buena campaña publicitaria,
lo cual lleva más tiempo de lo que muchos esperan. La autoedición es la
última puerta a la que llamar, en su opinión.
Javier Baonza intervino muy brevemente, tras la proyección de un vídeo
sobre la última novela de Leon Arsenal, libro enriquecido con interacción
digital. A partir de ahí, la conversación devino tumultuosa y salían temas
constantemente: los derechos de autor, el mercado como regulador, el libro
digital, la piratería, los contratos con las editoriales, etc. Todo ello
mostró que estamos en un punto de fluctuación, de cambio y renovación de los
soportes de lectura, y que el público lector y el propio mundo editorial hierve
de opiniones confrontadas.
Finalizada por necesidad la sesión, pasamos a presenciar una demostración
de IADO (esgrima japonesa), muy interesante, y de allí al restaurante, donde
dimos cuenta de deliciosos manjares y comenzamos a planear las siguientes
Jornadas.
En suma: tres días intensos, de relaciones, conocimientos mutuos,
discusiones y ratos muy agradables, que esperamos repetir al año que viene,
aprendiendo de la rica experiencia que hemos conseguido durante estos días.
Octubre 2012