PHILIPPE CLAUDEL
Salamandra, 2008
Tremenda
narración esta. Claudel pone un espejo delante el alma histórica europea, si es
que podemos hablar de ello. O más bien, lo pone delante del alma humana.
Especialista en almas (Almas grises,
Ed. Salamandra, 2005), el escritor francés abre la caja de los truenos, muestra
crudísimamente el interior del alma humana
y trata de reproducirla a pecho
descubierto. «La muchedumbre en sí es un monstruo…Detrás de las sonrisas, las
risas, las músicas y los eslóganes hay sangre que se calienta, sangre que se
agita, sangre que gira y enloquece al verse revuelta y removida en su propio
torbellino.» Lo que se nos cuenta es esa vieja historia de la maldad humana, la
maldad que anida en el interior de las gentes que aparentemente son honradas,
cumplidoras y trabajadoras. Pero ¡ay!, «en cuanto surge un peligro y la
integridad y la supervivencia del grupo está en juego, no dudan en sacrificar a
quienes no son de los suyos» como bien afirma el capitán Adolf Buller en la
novela.
Claudel
no salva a nadie –quizás a Emélia, a Fedorine…y a la pequeña e inocente Poupchette.
Pero el propio Brodeck es capaz de comportarse como un animal cuando la
supervivencia está en juego, aunque luego le abrume. Todos tienen un rincón
oculto del que mejor no informarse. Sin embargo, Brodeck ha sido requerido para
escribir un informa sobre «lo ocurrido»…y lo que ocurre es que hay un
linchamiento, un asesinato en grupo, asesinato de un inocente, de alguien al
que lo único que puede achacársele es su silencio y el hecho de ser un
extranjero, un «Anderer», un Otro. Es esa «otredad» lo que no soportan las
gentes de este pueblo sin nombre, que Claudel se cuida muy mucho de localizar
en parte alguna, aunque podría estar en la frontera checa, austriaca o suiza.
«Quienes llegaban a nuestro pueblo, armados,
protegidos con cascos y enardecidos por sus aplastantes victorias sobre todos
los ejércitos que se habían cruzado en su camino, eran mucho más parecidos a
los habitantes de nuestra región que la mayoría de la población de nuestro
propio país.–cuenta Brodeck, y, más adelante:– […] Los soldados hablaban una
lengua tan parecida a la nuestra que bastaba un pequeño esfuerzo para
entenderla y emplearla. Teníamos en común leyendas, canciones, poetas,
refranes, formas de aderezar la carne y preparar las sopas, […] En el fondo,
las fronteras no son más que trazos de lápiz sobre el mapa. Dividen mundos,
pero no los separan. A veces, se olvidan con la misma rapidez con que se
trazaron.»
En
el informe requerido cuenta cómo llegó al pueblo ese hombre diferente, sin
nombre, «el Otro», que apenas habla, que observa, escribe o dibuja. El
silencio… «Se teme a quien calla. A quien no dice nada. A quien mira y no
habla. ¿Cómo saber qué piensa quien permanece mudo?» El miedo al diferente, al
que puede revelar y mostrar la estulticia generalizada, hace que la masa
reaccione de modo agresivo y ataque al
que «no es de los nuestros», no es como ellos. En ningún momento Claudel escribe
la palabra «nazi» ni la palabra «judío», que no son necesarias porque el lector
lo advierte inmediatamente. Pero es que el escritor francés no desea, entiendo,
más que ilustrar un sentimiento, una reacción general de la naturaleza humana,
no solo de los nazis o los judíos. Es una carga de profundidad la que lanza en
aguas de apariencia tranquila.
Así,
Brodeck va alternando la narración de recuerdos de su infancia, de su juventud
universitaria truncada, del surgimiento del horror, el retorno al pueblo,
acompañado de su amada Emélia, recuerdos del campo de concentración al que es
enviado por sus amables
conciudadanos…los días metido como ganado en un vagón, terribles imágenes se agolpan ante sus ojos, sensaciones
humillantes, odiosas, todo emergiendo del recuerdo profundamente guardado. Todo
ello lo alterna con el informe oficial, en el que ha de contar escuetamente
cómo suceden las cosas. Cómo la Hermandad del Despertar, grupo de ciudadanos
eméritos que se arrogan el poder de decidir sobre la vida de los demás, toman
dramáticas decisiones y luego desean borrar cualquier huella o pista de lo
sucedido. Y a pesar de recibir ese encargo, Brodeck nota que su informe no es
deseado. De hecho, él mismo no es persona grata a los ojos de sus
conciudadanos. Porque él también es diferente, es un extraño, alguien que no ha
nacido en el pueblo, que viene de lejos, que hablaba otra lengua, alguien «cuya
piel, ojos y pelo son más oscuros, cuyo pasado es borroso y cuya historia es
trágica, errante y secular».
Novela
que ganó el Goncourt des Lycéens 2007, continúa mostrando un altísimo nivel
literario y humano. Impactante y emotiva, resulta difícil dejar de leer de un
tirón, y después el lector queda inmerso en ese mundo que nos ha mostrado,
profundamente tocado por la lectura.
Ariodante