BARBEY D'AUREVILLY
Ed.
Funambulista, 2013
Traducción
y postfacio: Enrique Trogal
Novela de corte
aristocrático, mezcla de romanticismo y de espíritu libertino al modo
ilustrado, incluso con algunos toques que nos hacen pensar en lo que Proust
escribirá después, en ella toda la trama gira alrededor de un duelo de
ingenios: la seductora Bérangère, marquesa de Gesvres, mano a mano con el señor
de Maulévrier, siendo la joven condesa de Anglure el arma que se lanzan uno al
otro. La novela tiene un aire de familia con «Las amistades peligrosas», de Chloderlos de Laclos;
esa estructura triangular, en la que dos personajes se lanzan a un peligroso
juego que acabará en desdicha para una tercera persona. Tanto uno como otra
carecen de sentido de la moral, incluso llegan a ser insensibles a todo
sentimiento o emoción.
La marquesa está aburrida,
y el aburrimiento es la madre de muchas bajezas. Entre ella y su presunto
amante, que no lo será de facto, tejen una trama en la que la atrapada resulta
ser la joven e ingenua condesita, prendada de amor por Raimbaud de Maulèvrier.
Primera novela de
D'Aurevilly, fue publicada en 1841 y al parecer refleja una experiencia
desafortunada entre el propio autor y la marquesa Armance de Vallon.
Elegantemente escrita, con un lenguaje barroco y muy complejo, que a veces
resulta hasta difícil de seguir, por las múltiples alusiones, sugerencias,
ironías y sarcasmos, el duelo lingüístico entre los dos protagonistas les hace
mantener una relación amistosa de por vida, amistad que nunca pasará de ahí,
por más que lo deseen, porque son incapaces de sentir realmente y todo se
limita a un juego. Un juego que tendrá consecuencias penosas para la pobre
condesita de Anglure.
La vida en los salones, las
distracciones aristocráticas, las murmuraciones, la cortés hipocresía, la doble
vida de las damas casadas por conveniencias cuyos maridos viven ignorándolas y
empujándolas a buscar amantes, crea un ambiente en el que todo es ficticio, las
conversaciones son competiciones de ingenio, las normas sociales son
complicadas y la simpleza e inocencia se ven penalizadas. En sociedad no se
puede sino fingir: las relaciones sociales del salón son puro fingimiento,
nadie puede destapar sus sentimientos...hasta el punto de que los sentimientos reales
acaban por desaparecer, y sólo cabe desarrollar un inmenso teatro en el que el
juego erótico y amoroso se sigue sin fundamento, sin deseo verdadero. Y cuando
el deseo existe, es machacado y destrozado por los celos, el desprecio y la
crueldad.
El caballero Maulèvrier
parece estar loco de deseo por la marquesa; ella, a su vez, le incita y le
frena. Toda la relación entre ambos es un intento de acercamiento y un
alejamiento inmediato: un tira y afloja, una provocación y una frustración.
Pero no nos quedemos en la superficie del proceso, porque el drama de la
marquesa de Gesvres es que resulta incapaz de sentir una pasión, por más que lo
intente en sus juegos con Raimbaud. Y este, que cree amar, acaba por perder el
interés y sobre todo, cae en la trampa de la marquesa, siendo finalmente
incapaz de amar, como ella.
Una novela que el propio
autor califica de «tragedia de gabinete» en el prefacio a la segunda edición,
(incluido en este libro) donde reconoce que es una opera prima, (de
ficción) escrita cuando aun no había vivido demasiado, y afirma que «en esa
época, si recordamos, las mujeres más jóvenes, las más bellas y, me atrevería a
añadir, fisiológicamente as más perfectas, se vanagloriaban de su frialdad,
igual que los viejos engreídos presumen de estar hastiados antes de ser viejos.
Hipócritas singulares, ellas jugaban, unas al ángel, otras al demonio, pero
todas, ángeles o demonios, pretendían sentir horror por la emoción, esa
vulgaridad, y presentaban intrépidamente como prueba de su distinción personal
social su inaptitud para el amor y la felicidad que este procura…»
La obra está editada con
mimo, como suele hacer esta editorial, y se lee con ese regusto amargo y a la
vez una pizca picante de las obras donde el propio lenguaje es el disfrute, mientras
el deseo y el placer resbalan por las páginas como los pétalos de una rosa
marchita.
Jules Amédée Barbey d'Aurevilly (Saint-Sauveur-le-Vicomte,1808–París,1889), escritor y periodista francés.
Personaje imprescindible del mundo literario de su época, inspiró en gran
medida a otros escritores, gracias a obras fascinantes como Las diabólicas, Le Chevalier Des Touches y Un prêtre
marié. Amante de lo dandi, los
duelos y los artículos feroces y novelas melodramáticas con tramas de lo
demoníaco que eran, según él, el mejor camino hacia el conocimiento de Dios.
Hijo de una familia monárquica normanda, creció en un ambiente inmerso en la
nostalgia por el entorno realista y jansenista. Estudia Derecho en Universidad
de Caen. En 1883, vuelve a París, donde trabaja como periodista. Miembro del
Romanticismo tardío, después de una primera época en la que mezcla catolicismo,
dandismo (es legendaria su indumentaria) e incluso satanismo, se reconvierte al
catolicismo más férreo y funda la Sociedad católica.
Escribe relatos y colabora
como crítico literario en el periódico Constitucionnel en 1845. Desde allí defenderá a Balzac y
Baudelaire en 1857, sin embargo ataca Los miserables de Victor Hugo en
1862. En 1871, se alista a la Guardia nacional. Se le conoció como el «Condestable de las letras francesas».
Ariodante