JAVIER
CACHO Y MANUEL TOHARIA EN LIBRERÍA
PATAGONIA
A pesar de que ayer por fin
el cielo comenzó a llorar un poco, lágrimas que nos hubieran hecho falta un
tanto antes, pero que de un modo u otro
son bienvenidas en estas tierras resecas y sedientas, y a pesar de la hora
(20,30), un tanto tardía para el público valenciano, a pesar de todo, digo, la
librería Patagonia, (especializada
en libros de viajes, aventuras y exploraciones) estaba llena hasta rebosar de
amantes de la aventura y de las exploraciones y expectantes ante la capacidad
verbal de ambos ponentes, sobre todo Javier Cacho.
Tras una breve salutación
del librero, Angel Saez, dando la
bienvenida a los ponentes y al público, intervino Manuel Toharia, de todos conocido, que estuvo jovial y
dicharachero, recordando la antigua amistad que le une a Javier, y destacando
que, a pesar de que las personas que son polifacéticas no suelen hacerlo todo
bien, en el caso de Cacho, resulta que es un excelente científico e
investigador, pero a la hora de escribir estos últimos libros sobre las
expediciones antárticas ha resultado un excelente escritor. Y a la hora de
disertar sobre ellos, está resultando un excelente comunicador. Doy fe de todo
ello: he leído sus libros (y los he reseñado oportunamente) y le he escuchado
en persona, y realmente es así. En cuanto a la capacidad para juzgar sus logros
como investigador ya excede mi preparación, que es literaria, pero cuando fue
elegido para participar en las misiones antárticas españolas creo que debía
merecerlo.
Toharia destacó cómo
Shackleton, cuyas expediciones siempre acabaron sin conseguir el éxito en
cuanto a cumplir los objetivos
planeados, sin embargo era de un material humano increíble, de la madera del
héroe, que intentaba retos sin olvidar, a la vez, que tenía hombres a los que
proteger y salvar. Su deseo por llegar más allá siempre nunca impidió recordar
que las vidas humanas son más importantes que los records.
Javier Cacho comenzó su intervención –de pie, paseando y mostrando fotografías-
hablándonos de la infancia de Shackleton, de cómo en la infancia de una persona
se prefigura su carácter de adulto. Este era un chico que tenia madera de
líder, verbalmente incontinente y ansioso por destacar. Enrolado a los 16 años
en la marina mercante, consiguió aprender en tres meses lo que no había
aprendido en todos sus años de colegio, ante la fuerte motivación de su próxima
vida en la mar.
Recorrió mundo y en una
época en la que las comunicaciones y la información circulaba muy lentamente,
adquirió una solida formación, teórica y práctica.
El siguiente reto lo
presentó el amor: se enamoró de Emily, una mujer de un nivel social y económico
muy superior, y para conseguir situarse
en un nivel semejante, no dudó en alistarse en la primera expedición antártica
de Scott. Y de ahí en adelante, toda su vida persiguiendo retos, logrando
algunos y perdiendo otros. Pero siempre animoso, amigo de sus subordinados, sin
dejar nunca a nadie en la estacada, querido por todos y admirado por una gran
cantidad de público. Nos mostró el famoso anuncio de prensa en donde se
reclutaban voluntarios para la expedición del Endurance, así como el barco atrapado entre los hielos, los
expedicionarios jugando al futbol en la nieve, cortándose el pelo o navegando
con las lanchas en su desesperada búsqueda de tierra habitada, tras el famoso
grito de “¡Muchachos, nos vamos a casa!” que hizo levantarse a sus hombres y
remar. La suerte no le acompañó en la conquista del Polo Sur, que ejercía sobre
él una tremenda atracción como el
magnetismo a la aguja de la brújula. Los hielos fueron su vida y su muerte. Una
vida de película, una vida para ser contada y esto es lo que hace Javier Cacho
en su libro: contárnosla con gracia, gancho y una enorme atracción en su
escritura.
Una charla distendida,
divertida, plena de humor y de anécdotas, que animan a leer el libro a aquellos
que aún no lo ha hecho y a esperar el siguiente a los que ya le hemos leído.
Ariodante / dic 2013