VICENTE MARCO
Editorial
Almuzara, 2013
Esta obra, merecidamente ganadora
del XXIX premio Jaén de novela, es un thriller psicológico, según se afirma en
la contraportada. Un thriller es un
tipo de novela de intriga que ha de mantener al lector en tensión todo el
tiempo y su ritmo ha de estar perfectamente planificado y mantenido. Esta
novela lo hace: no solo mantiene expectante, entretenido, inquieto y ansioso al
lector, sino que lo hace al modo en que, por ejemplo, ya nos mostró Hitchcock,
maestro del suspense, o Patricia Highsmith: partiendo de situaciones
absolutamente cotidianas se puede llegar a otras muy controvertidas y
francamente peligrosas.
Ciertamente Opera Magna es un thriller, pero también es un ejercicio de composición, de escritura
y un juego de realidad/ficción donde el propio escritor se implica en un guiño
cómplice haciendo que su protagonista sea un escritor valenciano que vive de
dar clases, talleres, escribir artículos y presentarse a premios literarios,...y
gane un importante premio con Opera Magna,
guiño este último, que se ha convertido en realidad.
Todos hemos conocido esas
situaciones en que los pesados insoportables, las divergencias con la pareja, los
problemas acerca de los posibles hijos, son manifiestos y a veces, exacerbantes.
Probablemente muchos hemos odiado a alguien inoportuno en algún momento, por un
comportamiento impertinente que no podemos evitar... O quizás podemos, pero no
nos atrevemos, como le pasa al protagonista. Nos damos excusas para no cortar
por lo sano, suponiendo que la otra persona actúa de modo cuerdo, imaginamos
que tiene buena intención, que todo es un malentendido. Así, estos
ingredientes, manejados con eficacia y combinados sabiamente, para que el
lector pueda asumir inmediatamente las situaciones, dan un resultado fatídico
en la ficción, pero satisfactorio en todo su recorrido para el lector, y al que
el autor hace entrar en un túnel de emociones cada vez más peligroso y con un
final sorprendente.
Según C.S. Lewis, esta
sería una novela realista de contenido, que no describe espacios
y detalles superfluos, minimalista hasta en la expresión, a veces rozando el
exceso, exagerando al máximo las frases cortas, incluso de una palabra sola, a
modo de flash, creando un ambiente angustioso con cada una. El autor parece
enfocar la acción con una linterna, de modo que vemos muy bien aquellos objetos
sobre los que recae la luz pero estamos rodeados de oscuridad, creando así un clima inquietante.
Sin embargo, a pesar de
usar tan brevemente las frases, los párrafos funcionan como fotogramas,
componiendo un filme (no sé si somos conscientes de hasta qué punto ha
influenciado el cine a los escritores) en el que vemos reflejadas muchas
actitudes habituales, como la indulgencia e ingenuidad con la que a veces tratamos
a posibles (o reales) delincuentes o enfermos mentales. O las veces que
soportamos por cortesía huéspedes impertinentes que nos invaden y no acaban de marcharse… Todas son
situaciones que, vistas aisladamente, parecen cotidianas. Son en su mayoría
cotidianas, aunque encadenadas en esta sucesión de despropósitos derivan en
drama.
La línea de demarcación
entre ficción y realidad es tan débil, tan transparente, que hay momentos que
dejamos de percibirla. Y sobre todo deja de verla Mando, como Norman Bates, en Psicosis, el filme de Hitchcock.
Resuenan ecos del primer Auster: escritor que escribe la propia vida,
(recordemos a Quinn, el escritor de novelas policíacas que es tomado por
detective y asume tal papel en La ciudad
de Cristal) que realiza primero lo que va a describir después en su
ficción, programando hasta lo que va a suceder aún incluso tras su muerte...Más
lejanos, los pasos de Kafka parecen escucharse en el silencio de la noche.
La novela está contada en
primera persona, a modo de flash-back,
por Armando Benavides, cuya vida deviene de ser un pacífico escritor, cortés
con un perdedor como Diego, de ser un amante esposo con Aina, de llevar una vida mas o menos normal, con
sus rutinas y sus problemillas, … a ver cómo se va trastocando todo con la
aparición del misterioso Diego Leonarte y sentir creciendo en su interior una
indescriptible violencia hacia ese amigo
perturbador y un alejamiento de esa esposa inconsciente.
Como el Ripley de Highsmith,
Diego es calculador y cuidadoso, ángel de la vida o de la muerte, un personaje que
sorprenderá constantemente al lector, rizando el rizo; mucho más complejo que el personaje de Mando, su
psicología patológica le lleva a confundir lo real con lo imaginado o incluso a
hacer realidad lo que imagina, sin pararse en cuestiones morales. Y no solo eso,
sino que resulta una actitud contagiosa para Mando, que, de ser un hombre sano,
quizá algo pusilánime, pero que razona con lógica, pasará paulatinamente a presentar
rasgos psicóticos mientras que a Diego, al menos en apariencia, ese trasvase le
proporciona una dosis de normalidad en su conducta. El lector, desde su
atalaya, va dándose cuenta del proceso y casi previendo el siguiente paso,
aunque el autor le sorprenderá siempre: cuando crea que sabe lo que va a pasar,
una vuelta de tuerca complicará de modo insospechado las cosas. Todo ello,
aliñado con diálogos brevísimos, imágenes que nos sublevan o que nos inquietan,
y que van in crescendo hasta límites insospechados. Siempre hay un paso
más, que acerca al protagonista -y al lector- al paroxismo.
En suma, en Opera Magna hay amor, amistad, suspense, traición, asesinatos, intriga, deseo y sexo, reflexión sobre
la creación literaria, ficción sobre la ficción.... muchas cosas en una novela
que no llega a las trescientas páginas, y que daría perfectamente para un guión
cinematográfico. Quizás algún director se anime. Lo cierto es que si no le
hubieran dado el premio Jaén, habría que buscarle otro. La novela cumple su
objetivo y deja un regusto que, si bien tiene un punto de amargor, hay que
reconocer que el recorrido se nos hace corto y que disfrutamos del
trayecto.
Vicente Marco Aguilar (Valencia, 1966),
Licenciado en Ciencias Empresariales, es un
escritor español que cultiva la novela y
el relato, géneros en los que ha obtenido numerosos premios y distinciones.
Ariodante