OLALLA GARCÍA
Ediciones B, 2014
Más de un
lector pensará, por la portada de este libro, que se trata de aventuras en la
mar, y por el tipo de barco, una fragata, que se ambientará en el siglo XVIII o
XIX. Pero no es así. La nueva novela de Olalla García, recién salida de
imprenta, centra la acción en una isla mediterránea, Malta. Una isla implica ciertamente
barcos, puesto que en épocas pasadas no había otro modo de acceder. Pero los
barcos principales eran las galeras, aquellos navíos en los que la fuerza del
viento se combinaba con la fuerza de los remos, y que eran los más potentes en
el siglo XVII, que es la época en la que está situada la acción. Y aparte de
llegar o salir de la isla, no tienen mucho más protagonismo en esta historia.
También, a
juzgar por el subtítulo, “La fascinante historia del pintor Caravaggio en la
isla de Malta” el lector podría pensar que la narración gira en torno al
problemático y oscuro pintor, padre del tenebrismo.
Tampoco es del todo así: efectivamente, el libro comienza con la llegada del
pintor milanés a La Valetta y acaba con su tempestuosa salida de la isla. Pero
Michelangelo Merisi da Caravaggio no es ni el único ni el principal
protagonista.
Pues ¿qué nos
cuentan aquí? Dirá, impaciente, el lector. Olalla García urde una compleja trama
en la que, si bien sigue los hechos ocurridos al temperamental pintor,
introduce unos cuantos personajes más, todos girando en torno a la Orden de los
Caballeros de San Juan del Hospital. Casi diría que la Orden de Malta es la
verdadera protagonista de la novela. El pequeño universo que conforman los Caballeros
hospitalarios en un espacio reducido, una reseca y pequeña isla, poco fértil,
que depende para subsistir del trigo italiano y de muchos otros productos que
han de llegarle de fuera. En ese limitado mundo se produce una conjunción de
vidas plena de ansias, deseos, fracasos y logros, intrigas y pasiones.
En las
primeras páginas, la autora, además de recordarnos que es ficción lo que vamos
a leer, nos presenta a los personajes de la historia, aclarando cuáles son históricos
y cuales ficticios, y de entre los históricos, aquellos de los que se tiene
amplia información y por el contrario, otros acerca de los cuales solo sabemos
que existieron por muy pocos datos. De los dos, Caravaggio presenta más
documentación que Montalto, del que solo se sabe que asistió a una cena que inquietó a la Inquisición. Por
tanto, la historia de Montalto se presta más a la imaginación narrativa, y la
autora se puede permitir una libertad de movimiento mayor, con plena holgura,
siempre y cuando los hechos generales en los que se inserta esta subtrama sean
comprobados y realmente históricos, que lo son.
Tan protagonista o más que Caravaggio lo es el
Caballero Giambattista Montalto, que encarna en la narración los valores del
héroe, mientras que el pintor encarna los del villano, por su carácter comprobadamente
turbulento y agresivo. Un villano que pinta con una extraordinaria fuerza y
maestría, pero al que su carácter le pierde irremisiblemente.
La novela se
estructura en cuatro partes, enmarcadas por un prólogo y un epílogo, ambos
dobles, narrando los hechos que motivan tanto el desplazamiento de Montalto
como de Caravaggio de Italia a Malta, así como el destino final de ambos, uno
abierto y otro cerrado. A lo largo de las cuatro partes, el lector conocerá
paulatinamente a los personajes y el ambiente de la ciudad, así como las
características de los Caballeros de la Orden maltesa, que imprimen un sello
muy especial a la isla, pero, sobre todo, a La Valeta, centro de la acción. Hasta
que empiezan a saltar chispas, hay
revelaciones inesperadas…
Entonces, el
lector se verá atrapado por las intrigas y las tensas relaciones entre los
personajes principales y secundarios, cuya narración, aunque se nos cuenta de
modo intercalado y paralelo, irá confluyendo a lo largo de la novela hasta que
todo cuadre y encaje como un gran rompecabezas.
El personaje
de Caravaggio está presentado en su conflictiva faceta humana: visionario, bebedor,
mujeriego, provocador, díscolo y rebelde,… más que como pintor. Es algo que he
echado un poco en falta, quizás porque mis expectativas eran diferentes. Lo que
la autora nos muestra no es tanto al pintor enfrascado en sus pinceles y en la
euforia creadora, sino más bien al hombre en sus horas de ocio, en las
tabernas, los prostíbulos, en las intrigas y las peleas callejeras. Cierto que
también le describe pintando, pero en proporción, pesan más los momentos
ociosos, porque tienen más relación con la historia global que se nos cuenta. Para
pintar como lo hacía, debía dedicar muchas horas a ese trabajo, pero del que
apenas tenemos noticia. Sí, sabemos que pintó al Gran Maestre de la orden, y a
otros caballeros, y realizó un inmenso lienzo como “rito de paso” para su
entrada en la Orden. Pero no es una biografía del pintor. Caravaggio es un
personaje importante en la novela, generador de conflictos continuos, pero se
podría concluir que el caballero Montalto está tratado con más profundidad
psicológica (con la libertad que proviene de la ausencia de datos sobre él) y
las tensiones morales, muy bien mostradas: caballero de la milicia religiosa,
pero hombre al fin, con pulsiones,
deseos y ambiciones.
Los
personajes femeninos, Beatrice, Paulina, Omm Vittorja, Marija… casi todos de
ficción, son bastante verosímiles, mostrando una fuerza atractiva que introduce
la nota característica de la femineidad en un mundo de hombres. Las mujeres por
sí mismas no podían hacer nada fuera del dominio doméstico, en una época en la
que todo pasaba por el hombre: habían de usar subterfugios para valerse de los
hombres y conseguir sus objetivos mientras ellos pensaban que el mérito era
suyo. En cierto modo siempre ha sido así, pero a veces en algunas novelas se olvida. No es el caso.
Los
personajes secundarios, pajes, asistentes, matones o caballeros de obediencia,
también están bien reflejados. Quizás, en mi opinión, se genera una cierta
confusión en cuanto a los nombres y los títulos. Es cierto que la autora ofrece
un glosario de términos propios de la época, de la Orden de Malta y de la
propia isla, como también un listado de personajes. Pero el lector quizá deba acudir más de una
vez a estos listados porque hay diversos Giannis, Gianpieros, Gianbattistas,
etc. que por usar unas veces su nombre, otras su apellido y otras su título en
la Orden, llegan a crear un poco de caos lingüístico. Problema menor, desde
luego.
La obra,
pues, está bien documentada, el marco histórico bien situado, los personajes
son creíbles, y lo que es muy importante: bien narrada la historia. Narrada con
propiedad, con buen estilo, manteniendo el equilibrio entre unas partes y
otras, de modo que el tempo y el ritmo se mantenga creciente y no haya tiempos
muertos, solo breves momentos de respiro, para continuar subiendo el tono. La
propia aventura de Caravaggio para escapar es uno de los momentos más tensos. Personajes
que no son lo que parecen, o que ocultan secretos, personajes tornadizos,
pendencieros, intrigantes, ávidos de poder o de riquezas, ingenuos o engañados,
duros o remilgados, … todo ello muy bien trabado con la historia real y los
hechos comprobados. El contrapunto de los grandes caballeros lo dan sus
asistentes e incluso sus criados, que son los “sanchopanzas”, los que ponen la
nota doméstica y cotidiana ante el ardor guerrero y las altas aspiraciones de
sus amos. Y como fondo, la isla de Malta. Bastión que se alza en pleno
Mediterráneo, presto a la defensa de la fe frente al sarraceno, pero también
presto a secundar intrigas entre cristianos.
En suma,
Olalla García, que en sus anteriores novelas ha complacido a crítica y público
lector, se ha superado a sí misma con esta nueva novela. El lector tiene
garantizadas unas horas (o días, depende su tiempo de lectura) de
entretenimiento y de placer.
Ariodante