ÁLVARO
LOZANO CUTANDA
Editorial
Nowtilus, 2013
En el breve prefacio de esta obra, el autor recorre
las distintas expresiones usadas para referirse a esta terrible guerra.
Churchill la denominó "Crisis mundial"; el coronel Repington en sus
diarios la llamó "primera guerra mundial"; sin embargo, la mayoría de
los contemporáneos la llamaba "la gran guerra", expresión que el
autor considera la más acertada. Un siglo después de la derrota de Napoleón en
1814, y casi cincuenta años después de
la derrota de otro Napoleón, el III,
Francia volvía a la guerra tratando de salir de sus repetidas
humillaciones. Pero en esta muchas cosas iban a ser diferentes.
En nueve capítulos Lozano Cutanda analiza los
orígenes, los contendientes, las estrategias, el desarrollo y evolución del
conflicto, analizando las batallas más importantes y los movimientos globales,
las repercusiones en la población civil, y las repercusiones hacia el futuro,
además de incluir anécdotas y datos, así
como mapas y fotografías.
En el origen de la guerra convergen, según el
autor, un primer conflicto franco alemán, a raíz de la guerra de 1871; otro
conflicto anglo alemán: competencia colonial, económica y naval; finalmente, un
tercero, el austro ruso, compitiendo por el dominio del área balcánica. Todos
tuvieron su parte, si se buscan culpabilidades. En cuanto al entusiasmo con que
se recibió la declaración de guerra, era mayor entre los jóvenes que entre los
veteranos, que recordaban guerras anteriores, así como tuvo más eco en las
ciudades que en las áreas rurales, donde había mucho más que perder. El
conflicto era percibido por sus propagandistas como una liberación, una ruptura
con el pasado y una apuesta por un cambio futuro. Pero curiosamente, en lo que
coincidían todos era en que la duración de la guerra sería brevísima, y cada
bando estaba convencido de ganar.Y toda la planificación militar la hicieron en función de una guerra
corta, reaccionando muy tardíamente -demasiado- ante los hechos consumados:
aquello no parecía tener fin. Un error de previsión descomunal.
El autor busca más allá, remontándose a la
revolución francesa, como una paternidad lejana, de la que la guerra sería hija
o nieta. Fue entonces cuando surgió la idea de la "nación en armas",
el servicio militar universal y las guerras nacionales, desarrollando un
nacionalismo agresivo. A su vez, el origen del famoso "plan
Schlieffen" se sitúa en 1905, y aunque más tarde sería descartado, implica
una idea ofensiva previa. También en 1913 en Francia se impuso el servicio
militar obligatorio y se reforzaron todos los bastiones fronterizos. Y Rusia
tomó medidas de reclutamiento previas a la declaración del conflicto.
El caldo hirvió lentamente y a principios de siglo
en Europa encontramos el potaje servido: un nacionalismo exacerbado, cuyo
epicentro se encuentra en Serbia donde se suman tres elementos clave, una pugna
entre el imperialismo dinástico y el nacionalismo insurgente; una fuerte
tensión entre paneslavismo y pangermanismo, en suma, Este versus Oeste. La guerra afectaría a toda una generación,
que los británicos llamaron perdida.
Pasa luego el autor a describir cada uno de los
bandos, los países que lo componen y cual era su situación económica
(destacando el papel vital del ferrocarril) y política a principios de siglo,
así como sus aspiraciones expansivas.
En cuanto a las potencias centrales, concretamente
el imperio alemán tenía un punto débil, que era, precisamente, el imperio
austro húngaro, cuyos oficiales necesitaban impartir sus órdenes en quince
idiomas, y que, a pesar de su continua beligerancia en los Balcanes, no tenía un ejército bien pertrechado para
una guerra. Por consiguiente, resultó ser una rémora más que una ayuda a la
coalición, y al final de la guerra fue el imperio que más se dispersó, desgajándose
en pequeños estados. El territorio alemán, por contra, apenas si sufrió cambios
importantes en su territorio.
En cuanto a los Aliados, Inglaterra, si bien no
disponía de un gran ejército (que sería voluntario), tenía el apoyo colonial y
de los dominios (Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Sudáfrica) que aportaron
tropas, y por otra parte, disponía de una Marina verdaderamente poderosa.
Francia tenía el frente oriental fuertemente fortificado y disponía de una
buena red ferroviaria para suministros.
Sin embargo, su población era mucho menor y no tenía tanto apoyo colonial.
Rusia, a pesar de su inmenso territorio, no estaba
bien preparada militarmente. De Italia casi mejor no hablar...su entrada en la
guerra fue tan poco consistente como dramática. EE.UU. entró en la liza casi al
final del conflicto. A principios de siglo, aún no era la potencia militar en
que se convertiría años después.
En siguientes capítulos el autor explica como los
planes iniciales se vieron cambiados, como Alemania decidió arrasar Bélgica, (país neutral) para
sortear las defensas francesas y acercarse a la costa y a París, mientras se
sucedían las batallas y los años (el Marne, Ypres, la terrible batalla de Verdun, el Somme, el
frente del Este, los frentes periféricos, Gallipoli,...) la guerra de
movimientos pasó a ser de posiciones o de trincheras. Los problemas del
abastecimiento de las tropas decidieron en muchas ocasiones el desarrollo de la
guerra.
De la guerra terrestre pasa a analizar la naval,
con la expansión de los submarinos, la batalla de Jutlandia,...analizando
también las otras novedades militares: la creciente incorporación de los
aviones y zepelines en la guerra aérea y los tanques en la terrestre, así como
los nuevos armamentos.
El año 1917 introduce fuertes novedades, como la
incorporación de EE.UU. en la liza, los desastres de Passchendaele y Caporetto,
y la irrupción de los bolcheviques en el poder ruso, que llevaría al país a la
salida de la guerra, inundando Alemania ( y el resto de Europa) con la marea
revolucionaria, un factor desestabilizador que propagó el pacifismo y los
motines anti belicistas.
Dedica un capítulo a valorar los diversos factores
del conflicto: económicos, sociales, políticos, físicos y psicológicos, así
como al espionaje, citando algunos espías célebres, y con un apartado sobre España.
El año 1918 supuso ya la guinda con la efectiva
presencia norteamericana, la soledad final de Alemania y el fracaso de su
última baza, a pesar del tratado germano-ruso. El Armisticio de noviembre
firmado entre el imperio alemán y los aliados en un vagón cerca de Compiegne
puso fin a las hostilidades, estableciendo las condiciones de la rendición. Aún
así, las condiciones finales y el verdadero tratado de Paz no tendría lugar
hasta junio de 1919, en Versalles. Pero
esto no lo trata ya el autor.
El mundo que quedaría tras la guerra sería
diferente: imperios y monarquías desaparecidos, un fuerte movimiento obrero
revolucionario, hundimiento demográfico,
interrupción del comercio internacional, ruptura del tejido industrial
europeo, quiebra del sistema monetario basado en el patrón oro, inflación
galopante...
El libro incluye una sección de bibliografía, en la
que cita no sólo ensayos sobre la Guerra, sino novelas e incluso películas, ya
que la guerra dio pie a una gran cantidad de literatura, arte y cine. De hecho,
los años veinte y treinta supusieron el estallido de las vanguardias artísticas
y la imaginación literaria. El libro también incluye unos anexos con un balance
del conflicto, con cifras, el legado internacional, una cronología y un
apartado de notas.
En suma, un libro breve pero muy completo. Da una
noción general de la guerra sin abusar de datos, considerando sólo los
imprescindibles o los que el autor destaca como esenciales para entender la
magnitud del conflicto que sumió a Europa en sangre, sudor y lágrimas.
Alvaro
Lozano Cutanda (Roma, 1967) es
licenciado en Derecho y doctor en Historia. Ingresó en la carrera diplomática
en el año 2001, y ha trabajado en las embajadas de España en Bolivia y Turquía.
Es colaborador habitual en diversas revistas de historia. Colaborador habitual en publicaciones
especializadas de historia tanto españolas como extranjeras, es autor de las varias
obras, entre ellas: Operación Barbarroja.
La invasión alemana de Rusia, (Barcelona, Inédita, 2006) Kursk, 1943. La Batalla Decisiva (Barcelona,
Malabar, 2007) y La Guerra Fría (Barcelona,
Melusina, 2007), con las que alcanzó un notable éxito de ventas y crítica.
Ariodante