ALFREDO
ESCARDINO
Funambulista
Ed., 2014
Esta es una novela que rezuma frescura y buen
humor, aunque entre líneas pone a caldo unas cuantas cosas. Cristina Vilanova, la
protagonista, recuerda sus años juveniles de estudiante en Bruselas. Relaciones
de amistad y amorosas, relaciones de trabajo, estudio, parafernalia y problemas
típicos universitarios, etc. Todo ello demostrando un profundo conocimiento del
tema, tanto estudiantil como la complicada madeja de la Unión Europea (CEE,
entonces) en Bruselas, que el autor ha conocido por sus años estudiando y
trabajando en la capital belga. Ambientada en el 88, antes de la caída del
muro, está contada en dos líneas de discurso: el de la propia protagonista, en
primera persona, y el de un narrador omnisciente que complementa lo que la
joven estudiante, en su ingenuidad, no puede saber.
Cristina es una joven valenciana de 23 añitos,
estudiante de Derecho y con novio en Valencia pero que, sin comerlo ni beberlo,
es receptora de una beca Erasmus y sale para Bruselas chapurreando el francés y
sin pajolera idea de inglés, pero bien aprovisionada de ardor juvenil y
dispuesta a comerse el mundo. Y allí comienza a integrarse en la vida
estudiantil universitaria, que va mucho más deprisa que la española. La
vorágine de las novedades le produce un
vértigo y una especie de obnubilación. Nuevas amigas, nuevos amigos, nuevos
amores...todo a la vez, casi. Encontramos muchos ecos a situaciones vistas en
filmes como El diario de Bridget Jones,
o Cuatro bodas y un funeral, por
ejemplo. Sobre todo en cuanto a la comicidad de los temas y al ambiente
juvenil. Cristina va abordando las múltiples dificultades que se le presentan,
y a su vida universitaria se le añaden preocupaciones y conflictos respecto a
su futuro próximo, incertidumbres que casi todos hemos tenido a esas edades
cuando se pasa de la protección familiar y el ambiente festivo estudiantil a
lanzarse al terrible mundo laboral, a la competencia y a la dureza que supone.
Y si además, le añadimos el ingrediente del amor (o el sexo), pues la cosa se
complica. Y Cristina, como todos, tiene un límite…
Pero no sólo es ese el tema de la novela, si bien
es el central. Hay un macguffin, que
diría Hitchcock, una excusa o motivo recurrente que, al modo de las muñecas
rusas, encontramos una dentro de la otra. Y esa otra historia es más
complicada, nos trae ecos de Simenon...y diría más, del propio Hitchcock. Unas
joyas de familia desperdigadas a lo largo de siglos están siendo buscadas y
encontradas...en manos de diversos dueños. Una de ellas la tiene Cristina,
herencia de su bisabuela. Ello la sumerge en una trama de intriga en la que
algunos no son lo que parecen y otros son claramente corruptos y traidores. Con
esa historia, el autor nos muestra que no es oro todo lo que reluce, y que hay
una trastienda en todo este mundo de la alta política y las finanzas, de los cargos
de la Europa comunitaria, del mundo universitario europeo y hasta de los
propios estudiantes, movidos cada uno por motivos insondables.
Despliega el autor una serie de caracteres, tanto
el grupo de los personajes españoles, a cual más variopinto, como el de los
ingleses, belgas, franceses y alemanes. De modo humorístico resalta esas
diferencias que existen entre los españoles y los europeos del norte, mostrando
costumbres no solo culinarias, sino higiénicas y de horarios, como solo un
español que ha convivido con otros especímenes europeos sabe ver. Y es de
destacar, además de la corrección del texto, la capacidad del autor para
introducirse en el personaje femenino y resultar convincente.
En suma, una novela que encantará no sólo a los
lectores jóvenes y universitarios, sino a aquellos que lo fuimos en décadas
pasadas, y recordamos esos años con placer.
Alfredo
Escardino (Valencia 1961) tras
licenciarse en Derecho por la Universidad de Valencia, en 1984, pasó cinco años
entre Bruselas, Brujas y Londres. En esos años fue becario en el Instituto de
Estudios Europeos de la Universidad Libre de Bruselas y en el Colegio de Europa
de Brujas. También trabajó como stagiaire
en la Comisión Europea (contrato en prácticas para jóvenes) y como profesional
en varios bufetes y consultoras. De regreso a España, en 1990, trabajó como
jurista y como profesor asociado de Universidad, al tiempo que dirigía la
sección de Derecho Comunitario e Internacional del Colegio de Abogados de
Valencia. Estuvo asimismo vinculado al mundo del periodismo, colaborando
durante varios años con el diario valenciano Las Provincias. En 2002 regresó a Bruselas tras obtener plaza de
funcionario en la Comisión Europea, institución en la que trabajó hasta finales
de 2009.
Ariodante