LUIS DELGADO
BAÑON
Ed. Noray, 2014
Una vez más,
continúa la historia de los Leñanza, aparejada a la
historia de la Real Armada. En este caso alcanza ya al volumen número 25, número importante en la Saga
Marinera Española. La cuarta generación ocupa el lugar central, si bien el tercer Leñanza haga aún algunas
apariciones y sepamos del quinto, ya figurando como guardiamarina y embarcado.
Si en el anterior volumen
se trataba del primer barco a vapor en funciones, (el Isabel II), en el presente volumen han
pasado seis años; se han perfeccionado y ampliado los vapores, nuestro Francisco
Leñanza navega por el Mediterráneo, primero por
las costas catalanas y posteriormente por las italianas, con una breve
incursión en Inglaterra.
La primera Guerra Carlista
finaliza con el llamado Abrazo de Vergara
(1839) entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general
carlista Maroto. Francisco de Leñanza nos cuenta, por conversaciones con
miembros de la Armada o con su propio padre, Santiago, cómo han ido
evolucionando las cosas, cómo ha progresado la construcción naval de vapores y
los subsiguientes problemas en cuanto a las tripulaciones, sobre todo aquellos
especializados en el uso y mantenimiento de las calderas y todos los
aditamentos que componían los buques a vapor y la nueva artillería empleada en
tales buques: maquinistas y técnicos, sobre todo. Hacía falta una normativa legal, unos
protocolos y una asimilación de ingenieros, maquinistas, fogoneros, caldereros,
etc. al personal naval con sueldos,
cargos, niveles. Y para todo ello es requerido Francisco en el
Ministerio, ocupación que le hace desplazarse por los distintos arsenales y
dedicar muchas horas a una tarea que luego se demostrará inútil, porque tal
reglamentación no entró en vigor. Y no entrará hasta avanzado el siglo XX, por
increíble que parezca.
Mientras tanto, los Leñanza
reciben una información conflictiva doméstica , ya que un miembro de la familia
se ha pasado claramente al bando de los carlistas, con el consiguiente exilio,
separación y enfrentamiento entre ambos, además de la tristeza que tamaña
situación origina en todos los miembros
de la familia.
La novela comienza con un
capítulo de acción guerrera fluvial, en lo que se ha llamado la segunda guerra
carlista. Luego se retrotrae al pasado para poner al día al lector, volviendo
después a la acción guerrera, en la que se viven momentos tensos.
Tras una etapa en dique
seco, Francisco consigue embarcarse esta
vez en el vapor de ruedas Blasco de Garay,
que, después de casi circunnavegar la Península, recibe la orden de presentarse en Italia para
la defensa del Papa Pío IX en su lucha contra las tropas de Garibaldi que le
hicieron refugiarse en Gaeta. La real Armada habrá de transportar tropas del
Ejército, que se desplegarán por los alrededores de Roma, poniendo en fuga a
los garibaldinos, que ya antes habían sido derrotados por las tropas francesas,
aliadas de las españolas, y el Papa podrá volver al Vaticano, a degustar sus
dulces favoritos, los que posteriormente se llamarían piononos.
Regresado a España en dos
ocasiones, tras recibir graves noticias, Francisco finalmente viajará a
Francia, donde le requieren obligaciones familiares que le depararán sorpresas,
y continuarán sorprendiendo al lector en una parte final con un fuerte y
dramático ritmo.
En suma, un volumen en el
que quizá haya un cierto desequilibrio entre la parte más informativa histórica
y la parte de ficción, por la abundancia de datos con que nos hemos de
enfrentar en la primera sección del libro. En la segunda, de más acción naval y
novelesca, el lector disfrutará de cierta acción y emociones diversas. La
edición incluye varios mapas.
Ariodante