BENVENUTO CELLINI
Alianza, 2006
Contemporáneo del también florentino Miguel Ángel Buonarrotti, al que
admiraba apasionadamente, Benvenuto Cellini (Florencia, 1500 - 1571) fue un excelente orfebre y
escultor florentino, que, además de escribir y publicar dos tratados, uno sobre
orfebrería y otro sobre escultura, también hizo escribir al dictado y publicó
esta su Vida. Prototipo del artista
renacentista, destacaba en muchas facetas, como la música, el dibujo, la
orfebrería, la escultura, la poesía, la caballería, la caza, la espada, las
artes de la guerra....Aunque principalmente fuera un gran orfebre, uno de los
más importantes de su época, realizando monedas labradas, joyas, floreros y
adornos exquisitos, para los mecenas que le protegían y encargaban obra. Reyes,
papas, duques, cardenales requerían sus servicios y le admiraban profundamente.
Pero asimismo no carecía de enemigos que en múltiples ocasiones volvían contra
él a los protectores más acérrimos.
Vivió en unos años en los que las intrigas eran el pan nuestro de cada
día, las reyertas a espada o a puñal, los envenenamientos tras enormes
comilonas, en fin, lo que nos relata parece una novela de aventuras a lo
Dumas, pero es real...aunque a veces
exagere un poco (¿quién no lo haría?). Sin embargo, del mismo modo que exagera,
reconoce sus errores y sus arrebatos violentos, y sabe frenarse en muchas
ocasiones que de no hacerlo le hubiera ido la vida o la prisión. Aún así, no se
libró de esta, y además, de modo claramente injusto, por envidias y odios
ajenos, maledicencia y deseo que quitarle de en medio en el favor de los
poderosos. El eterno odio al que destaca, al que es francamente bueno en su
trabajo. Esto no ha variado mucho desde entonces.
Esta autobiografía es, pues, un testimonio no solo de una vida sino de
una época, aunque no debamos tomarlo al pie de la letra en todas sus
afirmaciones, sobre todo las que describen las visiones o alucinaciones que
sufrió en diversas situaciones, como cuando estaba gravemente enfermo o
encarcelado. Cellini era un hombre muy temperamental, ardiente, pero muy
consciente, a su vez, de su valía como artista, del mismo modo que lo era
Miguel Ángel. Y por tanto, se defendía ante cualquiera que quisiera atacar su
arte. Se defendía de todas las maneras posibles en un hombre honrado y
valeroso, incluyendo la espada o el puñal. Y del mismo modo que reclamaba el
pago de sus obras a los que se las encargaban, también era capaz de ofrecerlas
gratuitamente por el puro placer de servir a uno u otro señor. Cosa que no
siempre se apreciaba…los grandes mecenas del momento gustaban de tener a su
servicio a grandes artistas, no sólo por el gozo de obtener obras bellísimas,
sino por el placer de tener tales artistas a su servicio. A mayor maestría en
ellos, mayor prestigio proporcionaban a sus señores. Pero muchas veces
"olvidaban" que las obras necesitan materiales, además de talento
para ejecutarlas, y espacios adecuados, además de una manutención digna. Los
sufrimientos de Cellini se equiparan a sus goces. La etapa en la que sirvió al
rey de Francia, Francisco I, que le arrancó de las prisiones donde le tenía el
papa Farnese, puede calificarse como la más placentera y cómoda. Pero así como
tuvo al rey como protector y amigo, tuvo a una enemiga mortal, la amante del
rey, Madame d'Etampes, que finalmente consiguió expulsar de la corte y de
Francia a Cellini. Alejandro Dumas escribió una novela, Ascanio, en la que toma su argumento de las andanzas y aventuras
del orfebre y escultor florentino en la corte francesa. De esa etapa queda el
maravilloso salero de oro con las figuras de el Mar y la Tierra, que, aunque la
comenzó pensando en el Cardenal D'Este, finalmente quedó en poder del monarca
galo.
Pero antes de irse a Francia, nos narrará el sacco de Roma, visto desde las troneras del Castillo Santangelo,
defensa en la que participó con arrojo y valentía, lanzando cañonazos a diestro
y siniestro, e hiriendo -supuestamente por un disparo suyo- al duque Carlos de
Borbon. Un mes entero estuvo defendiendo el Castillo. Y el comentario de
Cellini, que durante ese tiempo cambia su profesión de artista por la de
artillero, es el siguiente: " yo, que tal vez estaba más inclinado a
aquella profesión que a la que consideraba como mía, lo hacía con tanto gusto
que me salía mejor que mi profesión." La única actividad que a pesar de dársele
bien, no disfrutaba con ella, era la musical, quizás porque era una imposición
paterna...pero ella le llevó a los Medici y de ahí saltó a la orfebrería, donde
destacaría en seguida por su habilidad y
buen hacer.
Lo atractivo de esta obra es que Cellini pone todo el ardor y la
emoción en contarnos todas aquellas cosas de su vida que cree importantes y
cuyo recuerdo le hace revivir esos momentos y nos parece estar presenciándolos
mientras le leemos. No es un ejercicio de estilo, Cellini escribía a veces
poemas, pero no era literato, su lenguaje es casi coloquial: nos abre su
memoria y su corazón, describiendo tanto sus actos como sus pensamientos y
emociones más vivas. ¡Y era todo un carácter!
Además, traslada reflexiones de lo más valioso como "mucha más
gloria alcanzaré si muero injustamente, que si muriera con razón", hecha
cuando, tras la muerte del papa Clemente VII, se encuentra preso por las
intrigas del nuevo papa Paulo III y su hijo, Pier Luigi Farnese, que le acusan
de robar joyas durante el saqueo de Roma. El relato de su evasión de la cárcel
no desdice en nada del que más adelante haría Giacomo Casanova de la prisión de
Los Plomos de Venecia. En otro momento cuenta de ritos nigrománticos, en los
que participó en algunos momentos de su juventud; nos habla también de sus aventuras
amorosas con las damas (o mejor, con las prostitutas o criadas, que eran las
más asequibles) con las que nunca se casó. Las relaciones de amistad y lealtad
le son muy importantes, por lo que le subleva la traición de sus allegados.
Finaliza, tras contarnos sus aventuras desde la infancia y juventud
hasta el año 1567, es decir, cuando el artista tenía 67 años. La narración se
interrumpe sin más explicaciones. Pero antes nos ha contado todos los avatares
y sufrimientos que le llevó la fundición de su Perseo en bronce, para la Loggia
dei Lanzi, en Florencia. Encargo del duque florentino, que se lo puso difícil y
complicado, pero Cellini era tozudo cuando estaba convencido de tener razón,
así que finalmente lo realizó, y podemos admirarlo aún.
Mújica Láinez (1910-1984), en su magnífico fresco histórico Bomarzo, cita pasajes de Cellini que
remiten a la Vida. Y el artista es un
personaje más de la novela del insigne escritor argentino. La Vida de Cellini es, pues, obra
imprescindible para los amantes del arte y de la historia, sobre todo del Renacimiento.
Pero también a los que les guste la aventura y el género autobiográfico.
Ariodante
Julio 2014