SERGIO
BARCE
Autoeditado,
2014
Nacido en Larache, el autor, que hace años hubo de
trasladarse con su familia a España,
donde actualmente reside, guarda recuerdos imborrables, grandes amigos y
miles de historias que contar. Este libro aúna muy diversos textos, escritos
desde hace más de quince años: relatos, recuerdos, reportajes, memorias y sobre
todo, un gran amor por la tierra que le vio nacer y donde vivió una infancia
feliz. Algunos de estos textos ya han visto la luz en otras publicaciones, como
en un anterior libro de Barce, Últimas
noticias de Larache (2004), su propio blog y alguna otra publicación. Pero hay relatos
inéditos, también.
El conjunto es variopinto, como digo. La unidad la
pone el tema: la ciudad de Larache (Marruecos). Hay relatos bellísimos,
emotivos, tiernos y muy impactantes. Otros textos son más del tipo memorias, en
el que el autor se cita a si mismo, a sus amigos y conocidos con sus nombres
reales, lo que le da otro matiz. Otros son del tipo reportaje de viajes.
Barce ha seguido manteniendo un contacto periódico
con su ciudad natal y con lo que queda de sus amigos, y nos muestra, en muchos
de los textos, la evolución que ha sufrido la ciudad y la decadencia de muchos
de los sitios cuyo recuerdo perdura en su corazón.
Percibimos en todo el conjunto del libro un tono de
nostalgia muy fuerte, un regusto amargo en algunos textos, pero en otros una
bella y vivísima remembranza de la infancia. De la infancia en general y de la
infancia en particular, de su infancia. La inocencia, la ingenuidad, la
imaginación, los sueños de los niños que vivían ajenos a los problemas de los
adultos, al duro mundo de los mayores, a una sociedad en proceso de cambio. Ajenos a las diferencias sociales,
raciales, religiosas; acostumbrados a convivir con ellas y a respetarlas.
Relatos como Mimo,
Larachensemente, Mina,
la negra, El hombre del Carrillo, La cautiva,
El nadador, Al otro lado
del Estrecho, ...en fin, destaco solo algunos de los que más me han
impactado. En ellos, sobre todo en Larachensemente
capta y muestra el espíritu de unas gentes, si se puede hablar de ello, o al
menos el clima social de una población, un pueblo resultado de una mezcla
histórica que, al menos en la época en que el autor los conoció, eran tal que
así. Y probablemente lo sigan siendo, creo que como una herencia andalusí.
En otros es la vida de los niños, lo que nos hace
rememorar. Niños ingenuos, nada resabiados, niños que juegan, que imaginan, que
con poca cosa tienen suficiente para crear mundos de ficción.
Otros relatos muestran a jóvenes cuyo deseo es
salir, escapar de una sociedad caduca y anclada en el pasado y tratar de salir adelante en un país
más avanzado. Pero esa huida tiene sus dificultades, y a veces resulta más duro
decidirse, porque larga tierra tira de ellos más de lo que pensaban.
Entre unos y otros textos, en todos ellos, Barce
trata a sus personajes con mucho cariño. Con una delicadeza enorme. Con amor. Y
mucho más cuando habla sobre personas reales, sus amigos, sus conocidos, con
nombre y apellidos. Amigos de la
infancia que lo será por siempre.
En suma, un conjunto de historias que harán al lector emocionarse, o sonreír, o quizá
reflexionar, hayan o no estado alguna
vez en Larache. Aunque probablemente, después de leerlo les brote el deseo de
visitar esa ciudad.
Ariodante