Anagrama Compactos,
3a edición, 2014
Las memorias
de Anthony Blunt, personaje en cuya vida está inspirada esta novela, fueron expuestas
a la luz pública por primera vez en 2009, en la Biblioteca Británica, que ha
sido su depositaria desde la muerte de Blunt, en 1983. Banville, que publicó
esta novela en 1997, se ha basado, pues, en otras publicaciones para desarrollar
el personaje central personaje así como los miembros del famoso Círculo de
Cambridge, del que surgieron los espías que han sido origen de diversas novelas
y películas. De hecho, al final de la novela se incluye una bibliografía que el
autor ha consultado o tenido en cuenta a la hora de escribir la novela.
Narrada en
primera persona a partir del momento en que es deshonrado públicamente por
haber traicionado a su país, Victor Maskell, a punto de cumplir 72 años, decide
empezar unas memorias, recordando y contando su vida...a su manera; mientras
una supuesta periodista, la señorita Vandeleur,
toma notas y le escucha a lo largo de un año. Habituado a llevar una
doble o triple vida, a ocultar tanto la condición de espía como la de
homosexual, haciendo equilibrios entre la colaboración con los rusos y su actividad
en el Departamento de Exteriores, el
cargo de conservador de la Pinacoteca Real británica, Maskell vive una
existencia en constante desasosiego y sin embargo, el peligro le excita, casi
tanto como la contemplación de los cuadros de Poussin, el pintor que más admira
desde su juventud, y de quien conserva toda su vida un pequeño cuadro, La muerte de Séneca, que llega a
convertirse en un fetiche para él. “Desde el principio -afirma el protagonista narrador-
vi en Poussin a un paradigma de mí mismo: la vena estoica, el afán de
tranquilidad, la fe inquebrantable del poder de transformación del arte”.
Los recuerdos
de su infancia en Irlanda del Norte, (esta es una de las licencias de Banville) las relaciones juveniles de la época
estudiantil, la guerra, el viaje a Rusia, sus andanzas londinenses y los
primeros contactos del espionaje, la relación con el arte, leit motiv
de su vida, así como la paulatina asunción de su homosexualidad, su curioso
matrimonio, los hijos...todo ello es barajado por el autor para intercalarlo en
un simulacro de memorias.
El libro está
dividido en tres partes. La primera, que habla de su infancia irlandesa, el
drama de su hermano Freddie, deficiente mental, sus años en Cambridge, y cómo
conoce a los amigos que determinarán el curso de su vida, el descubrimiento del
socialismo, etc., “España, los kulaks, las maquinaciones de los
trotskistas, -reflexiona Victor- la violencia racial en el East End: qué
arcaico parece todo eso ahora, casi pintoresco, y, sin embargo, con cuánta
seriedad nos tomábamos a nosotros y a nuestro lugar en el escenario del mundo.”
Esta parte acaba con la boda de Victor y Vivienne, hermana de su adorado (pero
heterosexual) Nick Brevoort. Una boda bastante incomprensible. Toda la relación
con Vivienne queda muy en segundo plano, como una pequeña parte del telón de
fondo.
La segunda
parte aborda los primeros contactos con las redes de espionaje y contraespionaje,
el viaje a Rusia y los amigos comunistas, (“Eso es algo que me asombra todavía,
-se dice a sí mismo-que yo pudiese haberme entregado a una ideología tan
esencialmente vulgar”), el comienzo de la guerra y el brutal bombardeo de
Londres…y acaba con la muerte de su suegro y editor, hecho que coincide con
otro más importante y crucial para él: su inicio sexual con otro hombre, en
pleno bombardeo. Esta parte tiene una fuerza impactante; sin embargo, está
narrada con suma delicadeza.
En la tercera
parte se explaya más con su homosexualidad: habla de su relación estable con
Patrick, las múltiples relaciones ocasionales y promiscuas en las que se ve
envuelto, una vez asimilada su condición sexual. Cuenta también cómo entra al
servicio de la Corona, convirtiéndose en el conservador de la pinacoteca real,
su trabajo como director en el Instituto Warburg como sus clases en el
Courtland, -que también dirigió-, las distintas actividades como espía, aunque
narradas muy someramente, sus lejanas y gélidas relaciones con su esposa e
hijos, los años cincuenta y la Guerra Fría, y finalmente va acercándose a la
época más contemporánea en la que trata de averiguar quién le ha delatado,
desenredando una enmarañada madeja de sospechas.
La historia,
si bien esta muy inspirada en Blunt, no es en modo alguno una biografía, (de
hecho, se toma grandes licencias respecto a su vida privada) es una novela,
tengámoslo en cuenta. Una ficción que baraja la intriga con la introspección
psicológica. Consigue reflejar el clima que reinaba en esos años, tanto los
previos a la Segunda Guerra Mundial, como los años de guerra propiamente, y el
marasmo en que se movían esos jóvenes provenientes de un alto nivel social
escorados, sin embargo, hacia la ideología izquierdista; el ambiente turbio y
siempre movedizo del espionaje, y la perturbadora obsesión sexual que le domina
y que parecía contagiosa en esos círculos, así como el alcoholismo como vía de
expulsión de los demonios interiores. “Éramos –afirma Maskell- la última
hornada de gnósticos, éramos los guardianes de un conocimiento secreto, para
quienes el mundo de las apariencias era únicamente una zafia manifestación de
una realidad infinitamente más sutil, más real, solo conocida por unos pocos
elegidos, pero cuyas férreas e ineluctables leyes actuaban en todas partes.(…)
Por eso podíamos gastar bromas en cualquier sitio y beber toda la noche y
reírnos como tontos, porque debajo de toda nuestra frivolidad obraba la firme
convicción de que el mundo debía ser cambiado y éramos nosotros los únicos que
lo podríamos llevar a cabo.”
Todo ello
conforma una novela interesante, atractiva, muy bien escrita, cuidando los
saltos en el tiempo, los vaivenes psicológicos del personaje, entre los vapores
de alcohol y sábanas sucias, entre las frías salas de Windsor y los oscuros
pasillos del Departamento de Exteriores, incluyendo unas interesantes reflexiones
sobre el arte y sobre la vida. En el protagonista se da una confluencia entre
el esteticismo, las maneras elegantes y frívolas de su persona y el brutal
contraste con su vida sexual, un mundo sucio, vulgar y peligroso. Si al ello le
mezclamos la actividad del espionaje, el resultado es explosivo.
Ariodante
Noviembre 2014