VICENTE BLASCO IBÁÑEZ
Prometeo, 1918
Ed. Cátedra, 1998
A lo largo de
1917, de agosto a diciembre, escribe Blasco esta novela cuando aún sigue la
efervescencia de la Primera Gran Guerra, aunque el frente va desplazándose de
Francia a Alemania y los norteamericanos entrando ya en la escena bélica. Refugiado
en la Costa Azul por recomendación médica ya que estaba agotado de su continuo
trabajo con su pluma a favor de los aliados, es en el clima más benigno del
Mediterráneo donde comienza a escribir
esta obra que lleva su nombre latino, y que representa una maravillosa
recreación de este Nuestro Mar, poniendo
su punto final en París, siendo publicada por su habitual editorial, Prometeo.
Tomando
como eje la vida y aventuras del capitán
Ulises Ferragut, (apellido que es una variante valenciana del personaje
balzaquiano, Ferragus) que es un navegante
valenciano afincado en Barcelona desde donde inicia sus periplos marineros mercantes,
como el Ulises que lleva por nombre, Blasco hace alternar la vida del marino
con otros múltiples personajes así como con la historia del Mediterráneo, los
pueblos que desde sus riberas lo fueron recorriendo y atravesando a lo largo de
los siglos, los mitos y leyendas, los pobladores zoológicos bajo sus aguas, su
pesca y cocina. En suma, como bien dicen muchos de los críticos literarios al
hablar de ella, el protagonista es el mar.
Desde el
comienzo hasta el final de la novela, el espíritu y la alusión directa a la
diosa griega Anfitrite impregna la lectura. Anfitrite, nereida y esposa de
Poseidón, diosa de los mares calmos, es la imagen con la que se inicia y acaba
la novela, con una imagen bellísima. Mare Nostrum es, además, el nombre con que
Ferragut bautiza a su barco, cuando finalmente puede permitirse comprar uno y
ser su propio patrón.
La otra trama,
la que comienza avanzada ya la novela, es la seducción amorosa mezclada con la
intriga bélica. La guerra europea irrumpe como una tromba estando Ferragut en
Nápoles en dique seco. También como una tempestad comienza su atracción por una
bella mujer. El marino se ve inmerso, por su relación con la dama, en actividades que tendrán dramáticas y
terribles consecuencias, no sólo personales, sino políticas, para todo el
Mediterráneo y el movimiento de la guerra.
Al modo como
Balzac describe los movimientos de su Ferragus
por las calles y barrios de París tras una bella dama, describe Blasco con
detalle toda la zona de Nápoles, que él mismo había visitado muchos años atrás.
A las descripciones de las bellezas del paisaje y los restos arqueológicos, va
unida la pasión ardiente,
inevitablemente presente en los textos de Blasco, hombre apasionado,
ardiente, amante de los placeres de la vida. Freya, la mujer misteriosa, desata
(como la diosa germánica del amor y la guerra de la que toma su nombre, desata la
locura de Ferragut, que abandona trabajo, familia (la esposa y el hijo le
esperan en Barcelona), proyectos y ambiciones en función de una mirada, un beso
y finalmente la posesión total de la amada, que desde el principio, se muestra
estudiadamente esquiva y fluctuante, caprichosa y seductora a la vez. Blasco
juega con el paralelismo con el Ulises homérico, viajero incansable y eterno,
retenido por Circe/Freya, buscado por
Esteban/Telémaco, esperado por Cinta/Penélope.
Pero las cosas
se complican y van más lejos de lo que Ferragut espera, viéndose envuelto en
acciones ignominiosas, instigado por los oscuros grupos que sustentan a la
dama. Finalmente Esteban, cual moderno Telémaco en busca de un Ulises perdido,
sale en busca de su padre. Y a partir de
aquí el drama se precipita y suceden escenas de gran tensión y fuerza. La
acción se reconvierte y Ferragut, cargado de ansiedad y deseos de venganza, da un giro radical a su vida y comienza a
jugarse la vida bordeando peligros cada vez mayores, con una decidida
intervención personal en la guerra en el lado aliado.
Alternando con
toda esta narración, encontramos fragmentos de historias, relatos, anécdotas, como
la historia de la expedición a Bizancio de los almogávares aragoneses y Roger
de Flor, las incursiones de piratas berberiscos y el gran Barceló, los
distintos movimientos de los reyes medievales por el mediterráneo, así como la
decadencia de todos estos movimientos al abrirse las puertas atlánticas hacia
tierras americanas.
La novela tuvo
una acogida mucho más cálida que la anterior obra sobre la guerra, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, que
solo saltó al gran público cuando se tradujo al inglés y fue publicada en
EE.UU. donde despertó verdadera pasión colectiva.
El editor de
Prometeo, y amigo personal de Blasco, Emilio
Gascó Contell, dice de Mare Nostrum que
“es la mejor novela que se ha escrito sobre el Mediterráneo. […] Hay en esta
novela una parte rigurosamente histórica y que
completa con un toque de intenso realismo: la escena del fusilamiento,
transcripción fiel de la muerte de la célebre espía y bailarina Mata-Hari.”
Blasco accedió al conocimiento de estos detalles de la odisea y muerte de la
bella espía por el propio abogado defensor de la dama, justo antes de enviar la
novela a imprenta, lo que le hizo rehacer el final de la novela con datos
exactos, si bien adaptados al conjunto para mantener la coherencia.
Hay que
destacar que referente
a esta novela existen dos películas: la primera, una excelente versión silente
de 1926, dirigida por Rex Ingram,
interpretada por Alice Ferry,
deliciosa en su papel, y un joven Antonio
Moreno, y la otra versión, francamente inferior en cuanto a calidad
cinematográfica, es la dirigida por Rafael
Gil en 1948 e interpretada por una espléndida María Félix y un demasiado joven Fernando Rey, data de
1948.
Ariodante