Operaciones en
Filipinas
LUIS DELGADO BAÑÓN
Ed. Noray, 2015
A pesar de ser común la idea
de que mediado el siglo XIX hay una ausencia de hechos navales destacables, por
el contrario, el autor defiende que sí los hay y que hay que publicitarlos. Además
de los expuestos en el volumen anterior –segunda guerra carlista y apoyo al
Papa Pío IX contra Garibaldi-, hay que añadir la Guerra de África, la anexión
de Santo Domingo a la Corona, las operaciones de castigo sobre México, importantes
operaciones de guerra en las islas Filipinas contra los piratas moros, así como
la presencia activa en Fernando Poo y las acciones llevadas a cabo en la lejana
Cochinchina. Y para puntilla, en 1864 hallamos en el escenario marítimo del
Pacífico una verdadera contienda contra Chile y Perú. Navega este nuevo volumen de la Saga Marinera Española por la tercera decena, transportando al lector por rutas hasta ahora
no visitadas por los protagonistas de la Saga, doblando el cabo de Buena
Esperanza y surcando el Mar de las Indias hacia Oriente, en demanda de las
islas Filipinas.
En cuanto a los personajes
de la ficción, tras los sucesivos y necesarios fallecimientos, toman el relevo
los dos protagonistas de la cuarta generación, primos Francisco y Beto, así
como el pequeño Santiago, un joven guardiamarina que introducirá la quinta generación.
Y en este volumen, será Beto Pignatti y Leñanza quien tome el principal
protagonismo. Para olvidar su pasado reciente y restañar heridas morales, Beto
se lanzará hacia delante con gran arrojo y valentía, recuperando poco a poco la
confianza en sí mismo y el cariño familiar.
Comienza el primer
capítulo con mucha fuerza, avanzando a toda máquina, para narrar una acción
guerrera que funciona como aperitivo de lo que el lector va a encontrar más
adelante. En capítulos posteriores se vuelve a 1850, tres años atrás. Y en esos
capítulos el autor, como es habitual en la Saga, hace un breve recuento de
hechos pasados para poner al día al lector, recordando los anteriores sucesos
en la vida de Beto y familia. También se ocupa el autor de poner en
antecedentes de la situación política vivida en aquel entonces, mediante las
conversaciones de Beto con el capitán de navío Alfonso Desterra, su jefe en el
nuevo destino en la sección de Eventualidades del Ministerio de Marina. Así se
da cuenta de que la Real Armada había sido capaz de transformarse a fondo y era
capaz de afrontar obligaciones de alto cuño en diferentes mares y continentes,
condición difícil de creer pocos años atrás. En charlas con otros compañeros,
Beto se va poniendo al tanto de muchas cosas, que en los inmediatos años
anteriores había ignorado, por razones evidentes. El capitán de fragata Jacinto
Zurrero, gran conocedor de las islas Filipinas, cuenta muchas historias en los descansos
del trabajo, junto a los demás oficiales de la sección, teniente de fragata
Ramiro Albendia y el mismo jefe, capitán de navío Desterra. Queda Beto
impresionado por la labor llevada a cabo por el personal de la Real Armada en
el archipiélago filipino durante los últimos cien años. Mas el protagonista
tiene un desafortunado encuentro, que le lleva a adoptar una posición radical y
a decidir por todos los medios alejarse de su familia residente en el Palacete
de Montefrío. Moviendo cielo y tierra consigue un destino en las Filipinas.
La primera parte del libro
desarrolla, además de estas cuestiones, la travesía marítima desde Cádiz hasta
Manila a bordo de un mercante, la fragata Nuestra
Señora de Aránzazu, en el que
embarca nuestro héroe rumbo al Oriente en marzo de 1852. Con el ánimo por los
suelos, sin embargo, Beto encuentra en el capitán Néstor Barjuán un amigo y un
excelente profesional, con el que pasará horas, semanas y meses en inolvidable
compañía. En el trayecto, costaneando África y navegando por el mar de la
India, habrá momentos emocionantes de
fuerte tensión dramática, que devolverán la moral a nuestro decaído protagonista.
Una espléndida maniobra guerrera es descrita por el autor, haciendo que el
lector no pueda soltar el libro ni un minuto por la emoción vivida en sus
páginas.
Una vez en Manila, y
concretamente en el Apostadero Naval de Cavite, Beto se pone a las órdenes de
su superior, brigadier de la Armada Ramón Acha, comandante general del
Apostadero, con el que entabla una magnífica relación y el cual le pone al día
en sus futuras funciones. Del mismo modo que con su mayor general, el capitán
de fragata Isidro Barreda, con el que le unen relaciones más igualitarias y
amistosas, constituyéndose en compañeros inseparables.
Finalmente recibe orden de
incorporarse a una misión contra los piratas moros, embarcando en el aviso de vapor Reina de Castilla, comandada por teniente
de navío Antonio Francesc, que, a pesar de su juventud, mantendrá con Beto una
saludable y respetuosa relación, informándole de los detalles del barco y la
tripulación. La misión resulta exitosa, puesto que las batallas que se
desarrollan y los encuentros con los piratas son claramente favorables a los
españoles y Beto –así como los soldados bajo su mando- demuestran valor y
firmeza en los ataques. La batalla de Balanguingui, cuyo inicio sirve de
aperitivo del libro, en esta parte el autor la desarrollará por completo. Y
además de esta batalla, hay otras acciones guerreras contra los piratas que
conformarán decididamente la fama de Beto como un aguerrido y valiente militar,
sobre todo en la captura de un famoso jefe pirata.
Pero no solo hay batallas,
sino que la vida de Beto se ve envuelta en una serie de aventuras entre civiles
(algunas de ellas femeninas) que llegan a poner en peligro su vida.
En suma, una buena novela,
donde la historia y la ficción van parejas y en buen equilibrio, donde se
mantiene la atención, el ritmo de la acción y el interés a lo largo de sus
páginas. La introducción de ese nuevo escenario, Filipinas, abre una puerta al
lector hacia nuevos mundos aún no conocidos en esta Saga. Mundos que, por lo
que se nos anticipa, van a continuar en entregas posteriores.
Ariodante
2015