YASUNARI
KAWABATA
Título original: Yukiguni, 1948
Editorial Emecé, 2003
Primera novela escrita por Yasunari
Kawabata, que comenzó a escribirla en
1935 y, después de descartar diversos finales y publicarla de forma
fragmentaria durante los dos años siguientes, publicó la versión definitiva en
1948.
El
título de esta novela corta ya revela que el protagonismo lo tiene la propia
nieve, la naturaleza en plena efervescencia, que ejerce un fortísimo papel; la
vida natural y las gentes que conviven con un clima tan duro. En el Japón de
principios de siglo, situada la acción en la prefectura de Niigata, región de
gélido clima y nieves casi perpetuas. Situada al pie de las montañas, en la
cara norte, esta región de la isla de Honshu recibe gran cantidad de nieve
durante el invierno debido a los vientos helados que bajan de Siberia a través
del Mar del Japón, que acumulan humedad sobre el mar y la dejan caer en forma
de nieve cuando se encuentran con las montañas del Japón. Es la región japonesa
donde más nieva: desde diciembre hasta mayo los caminos están cerrados, sólo
funcionan los ferrocarriles y la nieve llega a alcanzar los cuatro metros. La
novela transmite la atmósfera de frío y soledad sugerida por el título.
Compartiendo
protagonismo con Komako, la ardiente mujer que ocupa el centro de atención de
la narración, mientras que Shimamura, el personaje masculino, queda más en la
sombra, casi oculto tras el paisaje, con quien comparte frialdad. Un tercer
personaje, lleno de misterio pero que juega un papel en la relación entre los
dos anteriores, es la joven Yoko, cuyas apariciones siempre son momentáneas y
fugaces.
La
vida de Komako, una geisha de montaña, (que, a diferencia de las geishas de
ciudad, apenas se distingue de una prostituta) se ve alterada por el encuentro con Shimamura,
un hombre de posición acomodada, con esposa e hijos en Tokio, que gusta de
pasar algunas temporadas en las montañas nevadas y tomando unas aguas termales
de la zona. A Shimamura, por el contrario, lo único que parece impresionarle
fuertemente es el paisaje, las montañas nevadas, la naturaleza en estado casi salvaje,
llena de lirismo y poesía. No acaba de comprender a Komako, y en cada encuentro
(Shimamura va y viene, mientras que ella permanece) la relación parece adquirir
una fuerza mayor por parte de Komako, mientras que él se mantiene distante y
frío, y lo único que le llama la atención es la presencia volátil de Yoko, casi
como una de las polillas de vida fugaz que se estrellan contra la lámpara. La pasión de Komako crece y se agiganta,
sufriendo por las ausencias y la frialdad de su amante. El autor se inspiró
para este personaje femenino en alguien real, una Geisha que el autor conoció.
El
autor cuenta la historia de modo sutil, elegante, intercalando siempre un clima
no solo físico sino psicológico, un paisaje que se entrelaza con las vidas de
los personajes, el sonido de la lluvia, el vuelo de las polillas, las
libélulas, el lento caer de la nieve, el rumor del viento, el frío invernal,
las luces y sombras…todo ello crea una atmósfera especial, anímica y emotiva. En
el prólogo se destaca el capítulo dedicado a la seda Chijimi, trabajada por jóvenes vírgenes
en oscuros sótanos al rojo vivo para luego poner a secar en la nieve un día y
una noche enteros, cuando adoptará el blanco prístino que la convertirá en la
seda ideal para kimonos de verano, porque su delicadísimo hilado “conserva el
espíritu de la nieve”).
La
relación entre Komako y Shimamura no tiene futuro; si bien al conocerse tratan
de marcar distancias y ella aún es una joven aspirante a geisha, en los
siguientes encuentros, muy espaciados a lo largo de los años, Komako se ha
convertido en una geisha y dedica su vida a esa profesión, además de mantener
otras relaciones con personas a las que
se siente obligada moralmente. La relación con Yoko es imprecisa y oscura, por
un lado celosa y por otro agradecida.
Shimamura es un bloque de hielo que solo en algunos momentos se funde
ante el ardor de Komako, pero ella sabe que finalmente él ha de marchar.
Narración
muy elegante y poética, llena de simbolismos. En el prólogo se explica que en 1937, Kawabata había dado un cierre abierto a la novela,
dándola por terminada, pero al parecer el público le presionó para continuarla.
Después de desechar diversos finales Kawabata sorprendió a todos en 1947,
escribiendo un capítulo adicional a la novela y permitiendo que el texto
completo se publicara en forma de libro.
Yasunari Kawabata (Osaka, 1899- ibíd.., 1972) Huérfano a los
tres años, insomne perpetuo, cineasta en su juventud, lector voraz tanto de los
clásicos como de las vanguardias europeas, fue un solitario empedernido.
Escribió más de doce mil páginas de novelas, cuentos y artículos, y es uno de
los escritores japoneses más populares dentro y fuera de su país. Mantuvo una
profunda amistad con el escritor Yukio Mishima, del que fue su mentor y
difusor. Recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 1968. Entre sus obras,
muchas de ellas marcadas por la soledad y el erotismo, destacan La
bailarina de Izu, El maestro de Go, Lo bello y lo
triste (Emecé, 2001), Mil grullas (Emecé,
2005), País de nieve (Emecé, 2007), El rumor de la montaña (Emecé,
2007) e Historias de la palma de la mano (Emecé, 2008).
Kawabata se suicidó a los setenta y dos años.
Fuensanta Niñirola
Septiembre 2015