WILLIAM HAZLITT
R.L. STEVENSON
Prólogo de Juan
Marqués
Nórdica Libros,
2015
Delicioso librito de bolsillo para leer
en un largo trayecto de metro, tren o
espera prolongada en cualquier parte, pleno de maduras y jugosas reflexiones,
con altas dosis de humor (británico) sobre algo que hacemos a diario…aunque,
como luego veremos, quizás no tan a diario como pensamos. Quizás los
aficionados al senderismo deberían leerlo, aunque es probable que no estén muy
de acuerdo con algunas observaciones. Y los aficionados a correr, también. Pero
son reflexiones que no sientan mal a nadie, se acepten o no.
Reúne esta edición dos breves textos, en
torno al hecho de caminar. El primer texto, “De las excursiones a pie” es de William Hazlitt (1778-1830) ensayista y
crítico literario inglés de fino humor y profundas indagaciones y hallazgos
literarios en sus críticas. El segundo, “Caminatas”, más breve si cabe, es de R.L. Stevenson (1850-1894), gran
novelista y viajero escocés que no solo ha deleitado a los lectores jóvenes y
adultos con sus novelas de aventuras y ficción, sino que también se ha
prodigado con ensayos sobre muy diversos temas, principalmente literarios,
filosóficos y de viajes. En esta ocasión, Stevenson parte del texto de Hazlitt,
que comenta y luego da rienda suelta a sus propias ideas.
Lo primero que hace un buen ensayista es
delimitar en lo posible el campo sobre el que va a reflexionar, y definir el
concepto o conceptos de los que parte o a los que quiere llegar. Por tanto, lo
primero que diferencia Hazlitt es entre caminar y pasear. Y lo muestra dando
diversos ejemplos de cada una de esas dos actividades, puesto que considera que
son dos, y no una. Y dice: “Pasear es un rito civil y caminar es un acto
animal. Pasear es algo social, y caminar tiene algo de selvático, aunque
sea por las calles de la ciudad”. Esto
puede parecer al principio extraño, pero no lo es. Por las múltiples
connotaciones que conlleva. El escritor remarca otro punto importante, desde el
principio: pasear es un rito social y suele hacerse en compa ñía,
mientras que caminar debe hacerse en solitario, si se hace correctamente. O al
menos, esa es la teoría del autor, que desarrollará con variados y divertidos
ejemplos. Reivindicación de la soledad, la independencia, la libertad, este es
el meollo del texto. Y un punto más de reflexión, es el alejamiento, el cambio
de escenario, que el escritor inglés ve como una especie de terapia, ya que al
cambiar de lugar, uno olvida los anteriores espacios y todo lo que conlleva.
Solo se tiene en cuenta el presente, lo que supone un descanso en el caso de
que el caminante tenga cosas que olvidar, aunque sea por unas horas.
Stevenson abunda en todo lo que asegura
Hazlitt, insistiendo mucho en la libertad e independencia del caminante, así
como el caminar como terapia: “Vivimos con tal premura para hacer -( y lo
escribe a finales del XIX)-, para escribir, para acumular bártulos, para hacer
nuestra voz audible durante un momento en el burlón silencio de la eternidad,
que olvidamos esa cosa de lo que todo lo anterior no es más que fragmentos, a saber:
vivir.”
Reivindica también Stevenson hacer una
parada a lo largo de la caminata, disfrutar del paisaje y el trino de los
pájaros, el perfume de los árboles o las flores, el silencio y la soledad: “Si
en esta situación uno no es feliz, debe de tener una conciencia atormentada.”
Llegar a esa situación en que, ajeno al reloj y al tiempo, deja pasar las horas
sin control y disfruta de la vida, simplemente. Esto suena muy bucólico, pero
es terriblemente actual. No hay mejor terapia para el stress que conseguir
olvidarse del reloj, de las actividades diarias, de los problemas y de todo,
simplemente alejándose, y en soledad. Muchos se refugian precisamente en lo
contrario, buscan el gregarismo y la compañía perpetua, para olvidarse de sí
mismos. Stevenson piensa que eso es un error, que uno debe primero estar en paz
consigo mismo antes de tratar con los demás, porque la relación mejorará
ostensiblemente. Y creo que tiene mucha razón.
En suma, un par de textos memorables,
deliciosos, divertidos a ratos y muy aleccionadores por lo que acumulan de
sentido común y racionalidad.
William
Hazlitt (Maidstone,
Kent, 1778 –Londres, 1830) fue un escritor inglés célebre por sus ensayos
humanísticos y por sus críticas literarias. Se le ha considerado como el
crítico literario inglés más importante tras Samuel Johnson. De hecho, los
textos de Hazlitt y sus reflexiones sobre las piezas y los personajes de
Shakespeare sólo han sido igualados por los de Johnson en cuanto a profundidad,
penetración, originalidad e imaginación.
Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850-Vailima Upolu, Samoa Occidental, 1894) Escritor escocés.
En la tumba de Stevenson, en una lejana isla de los mares del Sur a la que se
retiró por motivos de salud, figura grabado el apodo que le dieron los
samoanos: Tusitala, que en español significaría «el contador de historias». En
efecto, la literatura de Stevenson es uno de los más claros ejemplos de la
novela-narración, el «romance» por excelencia.
Fuensanta Niñirola