Northwest
Passage, 1937
KENNETH M. ROBERTS
Trad. Carme Font
EDHASA, 2004
El título del libro que nos ocupa puede despistar a
más de un lector, porque realmente en esta narración el famoso «Pasaje» es una
idea, una ilusión, un proyecto, un hilo conductor, eje alrededor del que gira
una vida: la del mayor Rogers, personaje histórico y real.
«El Pasaje al Noroeste, en la imaginación de todas
las personas libres, es un atajo que nos conduce a la fama, a la fortuna y al
amor (...) En todos los rincones del mundo encontramos a hombres que buscan
incansablemente su Pasaje al Noroeste personal, sacrificando a menudo su salud,
su fuerza y la vida misma en aras de esa búsqueda.» Con este texto, el autor ya
nos da una pista.
No obstante, la ficción toma como excusa las
aventuras de un imaginario aprendiz a artista, luego artista consumado, cuyo
más ferviente deseo es plasmar en imágenes a los indios en su hábitat natural,
su vida, costumbres, vestimentas, figuras y acciones. Y para ello, su relación
con Rogers era fundamental. El mayor Robert Rogers (1731–1795) creó y dirigió
una unidad de Rangers durante la guerra franco-india (1754 –1763) desarrollada en América del Norte entre británicos y franceses y también distintas tribus de
indios.
El narrador anuncia al principio de la novela que
es de Rogers de quién quiere hablar:
«Mi intención es menos ambiciosa. El destino ha
querido que conociera a un hombre tan extraordinario como misterioso (...) A
veces, se me antojaba como un dios: en otros momentos, me parecía poseído por
los demonios. A pesar de todo, creo que su virtud radicó en servir al país de
manera más provechosa que los soldados, los hombres de Estado o los escritores
de éxito; en su lado oscuro, sospecho que
no cayó más bajo de lo que cualquiera de nosotros habría caído si hubiéramos gozado de su visión y energía, y si hubiéramos vivido los mismos esfuerzos, las mismas
tentaciones, las mismas ingratitudes y desengaños que él tuvo que sobrellevar. Por lo tanto, creo que
merece la pena rememorar por escrito esos días en los que él me fascinó como ningún otro hombre me ha
fascinado en la vida.»
La novela se
divide en dos partes muy diferentes, por la acción, tempo y clima creado. La
primera, brevemente precedida de una descripción introductoria del protagonista, gira alrededor de una epopeya
histórica: la vivida por los Rangers en su expedición punitiva a St.
Francis, descrita con todo detalle, una
emocionante narración de aventuras.
La segunda parte comienza con la etapa londinense del
joven artista ex-ranger y la coincidente presencia en Londres de su antiguo
jefe, el mayor Roberts, tratando de financiarse una nueva expedición al Paso al
Noroeste. El intento infructuoso de encontrar del famoso paso y el retorno
final a Inglaterra ocupa toda esta parte, que refleja las relaciones entre la
metrópoli y el hervidero de protestas americano, al borde de la rebelión, que
finalmente tendrá lugar, aunque solo se citará de pasada al final del libro.
Narrada toda la novela en primera persona por el
protagonista de ficción, Langdon Towne, cuya familia está asentada en Nueva
Inglaterra, cuenta sus aventuras, ilusiones y proyectos, a la vez dibuja la
conflictiva figura del mayor Rogers y sus Rangers, pintando un fresco del
panorama colonial, tan diverso y complejo conforme se adentra hacia el Oeste y
aumenta la población indígena. Personajes reales se mezclan con los de ficción
de modo natural. Los problemas de la relación metrópoli / colonias se hacen muy
evidentes y presagian un futuro explosivo.
Langdon Towne relata la historia de sus años
juveniles expedicionarios desde mucho tiempo después. Desde su infancia,
desarrolla un especial talento para el dibujo, induciéndole a pensar que podría
ser su futura profesión. Esto generará tensiones en su familia, que lo manda a
Harvard a estudiar,... siendo expulsado por un incidente casual. Otro incidente
asimismo casual con la justicia le obliga a alejarse por un tiempo de su
comarca, y aquí es cuando entra, también por azar, en contacto con un Ranger. El
joven Langdon es presentado, pues, a Rogers y aceptado en los Rangers,
partiendo casi de inmediato a una misión. Conocido su paso por Harvard, es
requerido por Rogers para que lleve el diario de la expedición, dibuje algunos
paisajes y levante mapas de diversas zonas, muchas de ellas apenas exploradas.
La expedición tenía por misión acabar con el
poblado llamado Saint Francis junto al río que lleva su nombre. Una zona
abrupta, pantanosa, plagada de indios y de franceses, y con un clima demencial.
A pesar de las dificultades, la misión es cumplida. La figura de Rogers destaca
en esta parte como la de un verdadero héroe legendario, que crece ante la
adversidad y sabe llevar adelante su objetivo contra viento y marea. La
relación detallada de la expedición ocupa casi toda esta primera parte, que
acaba con la marcha a Londres del protagonista y narrador, (tras un desengaño
amoroso).
La segunda parte del libro discurre al principio en
los años londinenses, donde coincidirá con Rogers y su secretario Potter, un
desaprensivo personaje por medio del cual entrará en contacto con la dulce Ann,
personaje femenino que ganará gran importancia. Después narra el retorno de
Rogers y Towne a América, el primero con el propósito de descubrir el paso del
Noroeste y el segundo, de pintar nuevas tribus indias. Rogers consigue del rey
el cargo de gobernador de Michilimackinac, (cerca del actual Michigan), lo que
le granjea la enemistad de todos los oficiales y cargos coloniales, empezando
por Sir William Johnson, superintendente británico para los Asuntos de las
Indias Occidentales, que discrepa de su manera de llevar las cosas, demasiado
democrática, y por su relación amistosa y pacífica con los indios. Atado por
sus obligaciones y por la ausencia de financiación, Rogers queda en su puesto,
pero envía a varios oficiales de su confianza como Carver, Tute, Goddard, y con
ellos a Towne, para que inicien la expedición al Noroeste. A partir de aquí, surgirán toda una serie de
complicaciones, historia de amor incluida,
algunas de ellas coincidentes con los hechos históricos, y otras pura
ficción, desembocando en el accidentado retorno de Towne, un desesperante viaje
que finaliza en Londres.
En suma, una novela muy variada en sus registros,
que hilvana muy bien la ficción con la historia, trazando la situación de los
años previos a la independencia, con muchas reflexiones sobre la naturaleza
humana, sobre las diferencias entre los colonos y la metrópoli, contraponiendo
los intereses de los nacidos en América frente a los de políticos y militares
británicos. Las descripciones del paisaje son muy detalladas, creando a veces
una sensación de estar inserto en la naturaleza más agresiva y salvaje. La
mirada es la de un artista, aunque también la de alguien que ama los grandes
espacios naturales. Sobre toda la narración, planea la interesante figura del
mayor Rogers, el protagonista real. Una novela recomendable.La traducción de
Carme Font, eso sí, muy mejorable.
Kenneth Lewis
Roberts (Kennebunk,
Maine,1885 –Kennebunkport, Maine,1957) fue un escritor americano, autor de
novelas históricas. Estudió en la Cornwell University y se inició en el
periodismo como reportero del Saturday Evening Post. Sirvió en la primera
guerra mundial como oficial de Inteligencia Militar, y posteriormente emprendió
una carrera literaria en la que alternó la novela histórica con el ensayo
literario. En 1957 obtuvo el Premio Pulitzer por «su extraordinaria contribución al conocimiento de
la historia».
Ariodante 2016