28/2/18

UN RINCÓN MALAYO


EL ESTRECHO RINCÓN
W. SOMERSET MAUGHAM
Sexto Piso, 2006



Novela de tintes conradianos, no sólo por estar ambientada en los mares del sur, sino por los perfiles que muestran sus personajes,  la trama que incluye un cierto misterio y los ambientes reflejados, que inducen a una cierta lasitud física y moral.
El doctor Saunders será el narrador. Un maduro y amoral médico, que vive desde hace quince años en Fu-chou (China), especializado en tratamiento oftalmológico y con una cierta reputación entre los chinos, viaja a Takana, isla del archipiélago malayo, desde donde lo ha requerido un potentado chino, Kim Ching, afectado de progresiva ceguera.
En la isla, entra en contacto con dos forasteros, europeos que desembarcan de un lugre (pequeño velero de tres palos): el capitán Nichols, de edad indefinida y de aspecto algo zorruno, y  Fred Blake, un joven australiano de buena planta aunque muy nervioso, receloso  e inquieto.
Saunders, que hubiera debido pasar tres semanas en aquella isla una vez finalizado el  tratamiento de su paciente, piensa en aprovechar el lugre de estos forasteros para salir de la isla donde no tiene nada que hacer  -salvo fumar opio- y desplazarse a Java o alguna otra isla más frecuentada por barcos que le puedan devolver a Fu-chou más pronto. La idea de quedarse por más tiempo en donde estaba, sin nada qué hacer, le resultaba, de pronto, intolerable.

Aquí surge la primera discrepancia: mientras que Nichols le acepta como pasajero, Blake se niega en redondo. Finalmente el capitán se impone y parten con el doctor y su criado Ah Kay a bordo, pero con la reticencia del joven australiano, que parece rehuir todo contacto humano.
El doctor deduce que el joven huye de algo, algo que le atormenta y que solo al final de la narración conocerá el lector. Mientras tanto, el trayecto en el barco se hace duro para un hombre de tierra adentro. Sufren un vendaval que está a punto de mandarles a pique, pero en esa circunstancia, el capitán Nichols demuestra todo su conocimiento de la navegación. Recalarán tras la tormenta en una isla paradisíaca, Kanda-Meria, donde encuentran a otros europeos. Todos guardan algún secreto, alguna culpa que no desean mostrar y que les reconcome el ánimo. Este es el “toque Conrad”.

Saunders, aficionado a proporcionarse la tranquilidad con unas pipas de opio, es un hombre tranquilo, que lo único que desea es observar y descansar: “el doctor, deliciosamente en paz, examinó el enigma de la existencia. Su cuerpo descansaba en la larga silla tan cómodamente que no tenía conciencia de éste más que en tanto una oscura sensación de bienestar se sumaba a su alivio espiritual. Ante esta condición de libertad su alma podía mirar su carne con la afectiva tolerancia con la que se podría mirar a un amigo que aburre pero cuyo amor se agradece. Su mente estaba extraordinariamente alerta, pero en su actividad no había inquietud ni ansiedad; se movía con una afirmación de poderío, como podría imaginarse se mueve un gran físico entre sus símbolos, y su lucidez poseía el absoluto placer de la belleza pura.”
Nichols “era un hombre que veía la dosis cotidiana de vida honesta como una aburrida nimiedad. Necesitaba un toque de bribonería para contrarrestar la depresión que su dispepsia le ocasionaba. Su sangre fluía más, se sentía más sano, su vitalidad se elevaba cuando sus dedos se sumergían en el crimen. La cautela que requería para protegerse del peligro alejaba su mente de los procesos de su lamentable digestión. ” Y cuando el capitán encuentra a Saunders y éste le propone viajar juntos, el marino ve cielo abierto para su dolencia digestiva.
Finalmente el doctor decide desembarcar en Kanda-Meria, donde la Real Compañía Holandesa de Navegación atracaba regularmente. Allí conocen a un agradable joven danés, Erik Christessen que se ofrece a ayudarles y servir de guía y traductor. Blake y Christessen simpatizan inmediatamente. Además de enseñarles la isla,  les presenta a un hacendado local, Frith, un británico afincado allí desde hace años, donde vive con su suegro, Swan, y su hija, Louise. Tienen una plantación de nuez moscada y clavo.

Frith es un personaje muy peculiar, que vive en su propia torre de marfil, mientras su suegro y su hija se ocupan de la plantación, él traduce Os Lusiadas de Camôes, y también intenta escribir un libro sobre yoga. Después de mucho tiempo sin ver occidentales, surgen inmediatamente lazos entre todos, principalmente entre los jóvenes.  Louise y Fred se sienten atraídos inevitablemente. Y a su vez, Erik y Fred desarrollan fuertes lazos amistosos. Entre Erik y Louise hay un acuerdo desde hace años para casarse. No están oficialmente prometidos, pero se da por supuesto que eso es lo que ocurrirá. A partir de aquí, las cosas suceden de modo contrario a lo esperado y el comportamiento de algunos personajes cambia radicalmente.

 Novela de fuerte peso psicológico, ambiente tropical y exótico, como algunas otras de Somerset-Maugham,  mantiene un equilibrio entre lo aventurero, la intriga, y cierto romanticismo.

William Somerset Maugham (París,1874-Niza,1965) fue un escritor británico, autor de novelas, ensayos, cuentos y obras de teatro. Durante la década de 1930 fue considerado el escritor más popular y mejor pagado del mundo. A lo largo de 60 años escribió más de 100 relatos y 21 novelas, además de gran número de piezas teatrales, biografías, libros de viajes y ensayos.


Fuensanta Niñirola


21/2/18

DESDE RUSIA CON AMOR


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UNA NOVELA RUSA
EMMANUEL CARRÈRE
Traducción: Jaime Zulaika
Anagrama, 2008



En El adversario, Emmanuel Carrère (París, 1957) comienza a moverse en lo que él llama la “novela de no-ficción”  y otros llaman autoficción. Empezó escribiendo novelas tradicionales hasta que un cuento erótico dirigido a su pareja publicado en el periódico francés Le Monde y que terminó en tragedia personal le abrió al éxito profesional. Inclasificable como otros autores a los que confiesa admirar, (Perec, Sebald, Philip K. Dick, T. Bernhard o Bolaño) Carrère se  mueve entre lo periodístico y lo literario, entre la ficción y la realidad.  El autor cita a Montaigne, Sterne o Diderot como precedentes de este juego metaliterario.
Escrita en primera persona, Una novela rusa  es una mezcla del desarrollo de un trabajo periodístico, un reportaje filmado sobre “un húngaro desventurado” y del relato en primera persona, también, de cómo surge y cómo se hunde una relación amorosa real. Su escritura incide en la realidad, afectando a las personas que utiliza como personajes de sus escritos. Esta relación de la escritura con la realidad es otro tema continuo de reflexión en el texto.

 Así, el relato del viaje a un provinciano y perdido pueblo ruso (Kotelnich) donde, capturado al final de la Segunda Guerra Mundial, un prisionero húngaro pasó más de cincuenta años internado en un psiquiátrico, se entrelaza con recuerdos, conversaciones, sueños o ensoñaciones respecto a su nueva pareja, Sophie, siempre oscilando entre el trabajo y su vida personal. Pero aún hay más: otra historia que se mezcla con las anteriores y que es la razón por la que acepta el reportaje en Rusia, proviene de la herencia familiar: Carrère desciende por vía materna de una familia de exiliados rusos. Georges Zurabishvili,  su abuelo materno, era un emigrado georgiano que llegó a Francia a principios de los años veinte, después de realizar estudios en Alemania. Perturbado por la idea obsesiva de que su abuelo murió acusado de colaboracionismo al acabar la última guerra,  busca la manera de conseguir información sobre su vida, por medio de su tío Nicolás. También se propone aprender a hablar ruso, lengua que llegó a hablar de niño pero luego olvidó. Su interés por el reportaje en Rusia le parece estar conectado a su historia familiar:
“Comprendí que la historia del húngaro me había trastornado porque daba cuerpo a un sueño. Él también desapareció en el otoño de 1944, él también se pasó al bando de los alemanes. Pero él volvió, cincuenta y seis años más tarde. Volvió de un lugar que se llama Kotelnich, adonde yo fui y adonde adivino que tendré que volver. Porque Kotelnich, para mí, es donde uno reside cuando ha desaparecido.”

Pero de estas dos historias, la del húngaro y la de su abuelo, vuelve constantemente a la relación con Sophie, la mujer de la que está enamorado y la que le produce una continua inquietud. Los continuos viajes debidos a su trabajo perturban la relación.
La narración que cuenta la vida de su abuelo, reconstruida por medio de las cartas que tiene el tío Nicolás en una caja de zapatos, ya es novelesca de por sí, a pesar de ser completamente real. Su madre se niega a remover esas aguas, e incluso le ruega en diversos momentos del texto, que deje a su abuelo en paz. Pero él insiste.
Tras un primer viaje donde toma contacto con las gentes del pueblo ruso, el narrador y protagonista (es decir, él mismo) decide volver a Kotelnich con los deberes hechos, aprendido el ruso y reorganizado su equipo de trabajo. A su amada la manda a un refugio de senderistas para que se entretenga mientras él pasa el mes de agosto en Rusia aprendiendo a hablar y escribir ruso, a hacer el amor en ruso y de paso, visitas turísticas. A la vuelta surgen problemas con su pareja.
De nuevo partirá hacia Rusia con el equipo completo: Retorno a Kotelnich. Sascha, interprete; Philippe, cámara; Liudmila, sonido. Pero antes de irse le proponen que escriba un cuento veraniego  para Le Monde, y se acuerda que Sophie le pidió un relato erótico para ella…piensa que el cuento podría ser ese relato, y se lanza a ello; no imagina el berenjenal en el que se ha metido. Lo envía tres días antes de partir para Rusia, con instrucciones muy precisas acerca del día en que deben publicarlo. Quiere sorprender a Sophie. El capítulo 3 reproduce el cuento.
Al siguiente capítulo desembarcamos en Moscú. El capítulo 5 narra su vuelta, y se produce un choque emocional, desarrollado a distancia, vía telefónica, con Sophie, mientras él pasa unos días con sus padres y con sus dos hijos. Finalmente se encuentran, se explican y el mazazo es tremendo.  Una revelación hace tambalearse fuertemente la pareja. A partir de ese momento, todo es tensión, celos, amor y repulsión durante un previsto viaje a Córcega.

Vuelve al reportaje ruso; ha ocurrido un acontecimiento terrible, un asesinato de una de las personas entrevistadas en el reportaje. Vuelve, de nuevo a Rusia, conmocionado. El reportaje, antes deslavazado e inconexo, ya tiene un hecho central: un crimen. La última parte del libro, terminada ya su tormentosa relación con Sophie, y empezada una nueva aventura amorosa, el autor vuelve a dirigirse a su madre.
“Digo: es ésta, la historia, pero no estoy seguro. Ni de que sea la historia ni de que esto represente una. He querido contar dos años de mi vida, hablar de Kotelnich, mi abuelo, la lengua rusa y Sophie, con la esperanza de capturar algo que se me escapa y me mina. Pero se me sigue escapando y minando.”



Fuensanta Niñirola

14/2/18

ABRUMADOS Y DESCONSOLADOS

LOS INCONSOLABLES
KAZUO ISHIGURO
Anagrama 1995



Novela de difícil clasificación, si hubiera que clasificarla entraría dentro de ciertos parámetros surrealistas, por el toque onírico con la que desarrolla la narración. El protagonista principal (ya que hay otros protagonistas que cuentan su historia) es un famoso pianista, Ryder, que haciendo una gira, recala en una pequeña ciudad de un país centroeuropeo... Allí es muy conocido y le esperan como al Mesías, puesto que cifran sus expectativas en que como músico, ponga orden en el caos que se ha generado en la ciudad a propósito de la música, los músicos y todo el sistema cultural, completamente enmarañado por una larga serie de guerras culturales y personales.
Todos los personajes que desfilan por estas páginas esperan de Ryder que vaya solucionando problemas, no solo los grandes problemas, sino incluso las pequeñas rencillas personales, y se ve abrumado por tamaña situación, siendo continuamente requerido para intervenir en problemas nimios, intrascendentes, que no le interesan y que le distraen de su objetivo principal…que no llegamos a saber cuál es, realmente. Desde Gustav, el mozo que le lleva el equipaje, su hija Sophie y nieto, Boris; pasando por Hoffman, director del hotel en que se aloja y su hijo, Stephan; Brodsky, un director de orquesta alcohólico al que se supone rehabilitado para la ocasión; Christoff, músico en decadencia, etc. todos le buscan y tratan de atraer su atención.

Pero lo curioso es el tratamiento del tiempo en esta historia. Aparentemente son tres días los que va a pasar en esta ciudad, porque ha de seguir su gira hacia Helsinki, pero esos tres días y sus noches se alargan y se estiran como una burbuja de chicle, y el tiempo da para mucho más de lo que racionalmente el lector podría pensar: tres días, tres semanas, tres meses…días y noches de horas incontables.
En esta narración caben múltiples narraciones: cada nuevo personaje contará su historia y mostrará su punto de vista, tratará de convencer a Ryder que es lo único que realmente interesa. Le llevan y le traen constantemente, sale y entra de la ciudad, se pierde por tortuosas carreteras,  por callejas que no reconoce, y trata de llegar a muchos sitios que cree recordar pero en realidad no recuerda. Muchos se ofrecen a llevarle, pero todos piden algo a cambio, y ese algo es una complicación aún mayor de lo que inicialmente parecía.

El nudo es un verdadero laberinto: una maraña de historias entrelazadas, de vidas cruzadas, de pensamientos desmadrados o de razonamientos absolutamente ilógicos. El eje por el que todo gira es Ryder y su supuesta capacidad de resolverlo todo; sin embargo, en la realidad, las cosas van desarrollándose y Ryder no solo no  resuelve nada sino que aún complica más todo.
Lo que resulta muy interesante es cómo Ishiguro consigue enlazar una historia con otra, un espacio con otro: puertas, pasillos que conducen al hotel, a la sala de conciertos…cuando al parecer se encuentra en un edificio muy lejano. Ese es el carácter onírico de la narración. De una historia pasa a otra del mismo modo que de un espacio/tiempo pasa a otro, aunque aparentemente habrían  pasado muchas más horas o más días…y sin embargo Ryder siempre llega a tiempo de los eventos siguientes, incomprensiblemente. Sin embargo, entre lo que cuenta Ryder y lo que le cuentan a él (y al lector) los distintos personajes, hay una enorme diferencia. Nunca consigue el lector averiguar la verdad de Ryder, porque él mismo va cambiando, fluctuando al igual que el espacio y el tiempo.
Las relaciones de Ryder con Sophie, son un verdadero misterio:  Boris es otro elemento discordante. Las demás historias personales: Sophie con su padre, el mozo de hotel Gustav, muestran un malentendido dramático. Las relaciones de Hoffman con su esposa y de ambos con su hijo, Stephan constituyen otro nudo de intereses enfrentados. Brodsky, su perro y la señorita Collins desarrollan toda una problemática  llena de nostalgia, pasión y a la vez de rencor. Todo un grupo social después de años de encumbramiento,  está contra el señor Christoff, ahora caído en desgracia. La comunidad de mozos de hotel, en el Café Hungría, arregla y desarregla el mundo y necesitan el favor de Ryder, al que aclaman como un héroe.
El último día de su estancia en la ciudad, Ryder ha de dar un gran discurso y después interpretar un concierto al piano, una pieza musical extremadamente complicada. Pero antes han de intervenir Stephan Hoffman y Brodsky. Y nada saldrá como esperaban al principio. Las cosas parecen tener vida propia, las personas reaccionan de modo incontrolado y el tiempo parece alargarse y encogerse sin intervención humana ni divina. El acto final, al que van dirigidos todos los movimientos de los días previos, y que parece ser de una gran importancia, en el que todos cifran sus esperanzas para que cambie el clima cultural de la ciudad, no cumplirá las expectativas: las cosas ocurrirán por completo de modo diverso a como se han imaginado.

En este texto Ishiguro escribe entre líneas, juega con muchos resortes y desarrolla líneas de discurso al margen del tiempo y el espacio, creando una imaginaria ciudad fluctuante, como sus pobladores, personajes todos ellos elásticos como goma de mascar, y el protagonista, igualmente. Fluctuación onírica que, en todo caso, como el tranvía final al que se sube Ryder, es circular. 
La lectura, hasta que no se comprende esto, se hace insufrible, porque cada vez que el protagonista intenta hacer algo, surge una injerencia de otro personaje que introduce su circunstancia y  Ryder ha de redirigir su acción. Resulta desesperante que nunca pueda llegar a donde quiere y que, cuando finalmente llega, las cosas ya han cambiado y ahora necesita ir a otra parte. El lector debe dejarse llevar y traer, sin tratar de imponerse esquemas espacio-temporales, porque no le van a servir y más bien le van a importunar. Puede ser una lectura abrumadora si el lector trata de racionalizarla. Debe dejarla fluir y seguir la lectura sin más. Como en un largo sueño, un sueño eterno.




Kazuo Ishiguro
 (1954, Nagasaki). Es un escritor británico nacido en Japón. A los seis años su familia se trasladó a Inglaterra cuando su padre, oceanógrafo de profesión, empezó a trabajar en plataformas petrolíferas del Mar del Norte, cuando él tenía seis años, siendo ciudadano británico a todos los efectos. Se graduó por la Universidad de Kent en 1978, haciendo después un posgrado de Literatura Creativa en la Universidad de East Anglia. Sus novelas suelen mostrar el fracaso humano. La técnica de Ishiguro hace que a lo largo de la narración sus personajes revelen sus imperfecciones de manera implícita, creando así un sentimiento que permite al lector comprenderlos o simpatizar con ellos.

Fuensanta Niñirola

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