ROSA PASTOR
Editorial
El Nadir, 2013
Huella es una palabra que evoca
muchas cosas. Evoca las pistas que seguimos cuando buscamos algo; evoca
recuerdos, improntas dejadas en la mente o el corazón de las personas queridas
...o de las odiadas. Huella implica rastro, seguimiento, búsqueda. Y creo que
todas esas connotaciones le van muy bien a este libro, compuesto de una serie
de historias con personajes a los que seguimos en su devenir fluctuante, y que
a veces apenas dejan rastro o este se pierde en la bruma, olvidado en el
tiempo.
Segunda obra de la autora, la
anterior fue Espiral de espejos, (El
Nadir, 2011), también otro conjunto de relatos, esta compuesto por un relato
largo, casi una novela corta, y once relatos de distinta extensión. Si hubiera que
buscar un eje, un leit motiv de esta colección de textos, yo
diría que es algo onírico, esa confusa frontera entre lo soñado y lo vivido, lo
que de un modo u otro se manifiesta en cada texto.
Pero mención aparte la merece el
primer relato largo, Nunca olvidaré mi
nombre, una historia que se nos presenta de un modo muy peculiar, una
especie de lento retorno a la vida, de entre los muertos. La situación
claustrofóbica de una mujer en situación comatosa tras un accidente, intentando
recuperar identidad y memoria, mientras
recibe diversas e inquietantes pistas de ello por las personas que la visitan y
le hablan, mientras que ella, con un esfuerzo sobrehumano, poco a poco va
rescatando imágenes, ideas, rostros, sonidos y olores, sensaciones y recuerdos.
Huellas de un pasado que ha desaparecido de repente. Relatado con una tensión
increíble, rozando el thriller psicológico, nos sumerge en el interior de un
alma atormentada en un cuerpo destrozado, con un final sorprendente. Dividida
en quince secciones o capítulos muy breves, el conjunto funciona casi como una
novela corta y de una fuerza dramática tremenda. El lector quedará
decididamente impactado.
El resto de relatos van agrupados
tras el título de Habitantes, y lo
componen muy diversos textos, cuyos personajes
habitan o transitan por sus páginas de un modo a veces inquietante, a veces
emotivo o traspasando la tenue línea de la vigilia y el sueño. Comienza por un
surrealista Cortocircuito, que nos
trae ecos de aquella película, Atrapado
en el tiempo, donde Bill Murray todos los días se ve repitiendo lo mismo
sin saber que pasa. Los amantes franceses
es una historia de desamores, de encuentros y desencuentros en una población
francesa. Estación término es un
microrrelato, donde domina la línea de
lo surreal, lo onírico. El interino
es un relato casi kafkiano, La portería y El
balneario mantienen el clima onírico, Tiempo
de espera y Un hombre insignificante
rozan la línea entre la cordura y la locura, El Cambio tiene un extraño punto de vista que el lector debe
adivinar, Juntos destila amargura,
como Recuerdos en blanco y negro, que
muestra la pérdida de un sueño.
Los protagonistas suelen ser
mujeres y hombres que llevan vidas solitarias, que guardan misterios en su
pasado, o les espera un futuro insospechado. Los finales, sorprendentes, nos
dejan siempre con ganas de seguir leyendo. Temas recurrentes son las rutinas de
los solitarios: los cafés matinales, el arreglo corporal, los rituales
cotidianos....y la angustia ante lo que se sale de esas costumbres. También las
situaciones absurdas, con su componente inquietante; hasta un cierto humor
negro; el paso del tiempo o su vivencia interior, el tiempo introspectivo.
Rosa Pastor
(Alicante, 1948) pintora y escritora, ha sido profesora titular en el
departamento de Psicología de la Universidad de Valencia, así como también en
el Instituto universitario de estudios de la Mujer. Ganadora en 2011 del II
Concurso internacional de microrrelatos Museo de la Palabra, convocado por la
Fundación César .
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